Capitulo 18

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Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.


Mas de dos meses, sin ella, llevaron al azabache a un estado de abstinencia, la cual terminó, esa misma noche en que se hundía dentro de ella, una y otra vez, sin lograr saciar la sed que lo quemaba internamente.

Hinata, se había metido dentro de su alma y no creía que pudiera sacarla de ahí. Nunca antes, le sucedió algo similar y debido a eso, no sabía como lidiar con tal sentimiento, que lo convertía en un hombre débil y vulnerable.

Ahora que la tenía entre sus brazos, sentía que podía volar sobre las nubes.

Un dulce y sensual gemido, lo hizo devorarle los carnosos labios, mientras la envestía con mas fuerza. Después de los tragos que se tomo horas atrás, no tenía intención de venir, de hecho, estaba seguro de no poder soltarla, asta en la mañana siguiente.

Hinata, sentía toda la pasión, del Uchiha y eso solo la excitaba aun mas. Ella lo deseaba, desde el día en que se entregó a el, no dejo de imaginar, repetirlo y no pensaba hacerlo, con otro hombre que no fuera Madara. El había logrado despertar el deseo sexual que durante mucho tiempo, permaneció dormido, dentro de su cuerpo.

Las envestidas, comenzaron suaves y lentas. Después de hacerla correrse sobre su pene, el continuó sin señales de estar pronto a terminar. La puso en cuatro y comenzó arremetiendo contra ella. Su cuerpo se mecía, al compás de los movimientos masculinos. Madara tenía todo el control, sobre ella y por alguna razón, eso le gustaba, mucho mas, de lo que se atrevería admitir.
Buscando estabilidad, se abrazó a las almohadas, del Uchiha, sintiendo en embriagador aroma de Madara en ellas y en todas las mantas.

El azabache, tomo el largo cabello, para tener mejor control sobre ella, dejando a la vista, la imagen más caliente y sensual, que hubiera visto. Su miembro entrando y saliendo del hermoso cuerpo femenino, logró hipnotizarlo, al grado de permanecer así, durante largos minutos, escuchándola gritando su nombre de manera tan seductora.

Las varoniles, manos del azabache, se aferraban mas a las caderas de Hinata, moviéndola de ida y venida, sintiendo el choque de los dos cuerpos. La sensación de poseerla de manera tan ruda y que ella no se quejara, lo hacía enloquecer aun mas por su ojiperla.

Continuó moviéndose dentro de ella con mas y más fuerza, hasta que llegó su liberación, junto a la de ella, también y por segunda vez, en el mismo acto.

Terminaron bañados en sudor, así que después de regular un poco sus respiraciones, se puso de pie y cargó con ella hasta el baño, para ducharse juntos. Lo sentía por ella, pero el no estaba, ni cerca de saciarse y no la pensaba dejar ir hasta no estar satisfechos los dos.

Entró en el gran baño y la colocó dentro. Abrió el agua a temperaturas tibia, un poco fría, para el gusto de la ojiperla y caliente para el.

Hinata tembló al sentir el agua, fresca sobre su piel caliente y llena de sudor. Luego se acostumbró a la temperatura y sintió a Madara tras ella, rodeándole de la cintura y besando su cuello. Podía sentir el duro miembro del azabache entre sus piernas y de pronto la empujó contra la pared, para hundirse en ella de nuevo.

Los dos gimieron de placer, aunque, para ella la posición era muy cansada, debido a la diferencia de tamaños. Madara notó como ella estaba de puntitas para recibirlo y no pudo evitar sonreír. Salió de ella y le dio la vuelta, para hacerla montar en su regazo.

Hinata gimió fuerte, al rodear las caderas de Madara, con las piernas, mientras este la penetro. Su espalda quedó contra la pared, y el se encargó de moverse, envistiendo con fuerza, al mismo tiempo que el agua los bañaba a ambos.

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