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Le hice detener la camioneta un par de calles antes de mi casa para no llamar la atención de los chismosos. Al ser viernes a la noche y comienzo del fin de semana había más gente despierta a esa hora. 

Seguro que mi papá y mi hermano no, pero por las dudas…

Caminamos hasta mi casa y subimos a la terraza por la escalera del costado lo más silenciosos posibles. 

Al principio no hicimos más que hablar de tonterías o trivialidades. 
A Bruno le encantaba asomarse sobre la reja y observar el lago frente a la casa. Hablar sobre lo mucho que le encantaba. A mí ya no molestaba escucharlo. 
Creo que sí a él le hacía feliz entonces podía soportarlo.

De todos modos yo preferí estirar la manta y acostarme sobre ella para mirar la luna y las estrellas sobre mí. 

— Me gusta más el cielo. — comenté. Esa noche había luna llena. 

— Lo sé. — le oí decir y en seguida tomó lugar a mi lado para acostarse también y mirar lo que yo miraba. — Pero ¿No crees que el lago es un reflejo del cielo? 

— Puede ser, sí se ve lindo. Eso no lo niego. 

— Es más que eso. — explicó con entusiasmo — Es como tener las estrellas a tus pies, en el agua. Y poder tocarlas…

Mis ojos abandonaron el paisaje del cielo un momento y se enfocaron en su rostro a mi lado. 

— ¿Crees...que yo podría ver o sentir a mi madre...en el lago? — me animé a preguntar. Si él estaba tan convencido de lo que pensaba quería que me convenciera también. Estaba deseando tanto tener su fe. Parecía tan fácil para él el solo creer y no lo podía entender. 

Bruno giró y me miró. 

— No pierdes nada con intentar. — aseguró. — Tal vez ha estado esperando todo este tiempo que vayas…

Su respuesta me llenó de melancolía pero esa vez el sentimiento no me desagradó. 

Conectarme con mi tristeza no me torturó esa noche. 

No tuve ganas de llorar, solo sonreí para mí mismo mientras volví a mirar las estrellas. 

— Bruno… — le llamé — Tú y Agustín...tuvieron, ya sabes. Era tu novio ¿no? — decidí ser directo. Ya no quería dar vueltas ni jugar al misterioso. 

Creo que lo tomé desprevenido porque lo sentí moverse incómodo a mi lado. 

— No sé si le diría novio. Pero sí tuvimos algo...intenso. — respondió finalmente. 

Ya me imaginaba que era algo así pero escucharlo de su propia boca de todos modos me hizo sentir raro. 

— ¿Y qué pasó? 

— Nada. Se terminó, eso fue todo. Tenemos buena relación de compañeros igual.

— Sí, pero ¿Qué pasó? — insistí. No iba a quedarme con media historia nada más. 

— Decidimos separarnos luego de unos meses. 

— ¿Por qué?

— Hoy sí que estás haciendo muchas preguntas. — rió, pero yo no. Esa noche no quería evasivas ni bromas ni juegos. Esa noche necesitaba la verdad.

— Creí que ya podíamos hacernos preguntas, Bruno. Creí que…

Hice silencio. Tampoco era que quería presionarlo ni hacerlo sentir mal. 

Pensé que ya no iba a decir más nada pero entonces habló:  

— Simplemente ya no me sentí bueno para él. Yo le puse fin, Juli.

Bajo luz de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora