Estaba ansioso. A medida que se acercaba el horario me daba más y más ansiedad y odiaba ponerme así. ¿Bruno vendría a las seis como había dicho?
Tampoco era como si planeara irme a algún lado con él. Pero tenía que admitir que tenía ganas de verlo otra vez para quitarme la curiosidad de qué quería conmigo. A ver, que yo no era la persona más interesante del mundo, de hecho todo lo contrario, así que no entendía nada de lo que estaba pasando con este chico.
De todos modos, lo más probable era que se le olvidara. Y me convencí de aquello cuando el reloj en mi teléfono anunció las seis y nada ocurrió. Nadie vino.
Me sentí mal. ¿Como decepcionado quizás? Aquel sentimiento me molestó. ¿Por qué tenía la mínima esperanza de que viniera? Estaba enojado conmigo mismo por ilusionarme con una tontería como esa con alguien que ni conocía. No tenía sentido.
Dejé a un lado mi cuaderno porque ya no tenía ganas de ver sus retratos. Es más, ni sabía si quería seguir dibujándolo.
Me senté en mi escritorio en mi habitación y decidí intentar hacer algo de la tarea de la escuela que hacía días que no hacía. Si seguía así de irresponsable sabía que no me graduaría pronto este año pero lo más loco era que no me importaba. Supongo que solo me esforzaba un poco de vez en cuando para que no le llegaran malas noticias desde la escuela a mi padre.
Abrí mis libros de texto y los miré. No entendía nada de lo que leía así que con bronca los cerré.
No estaba en condiciones de leer nada. No cuando la cabeza me daba vueltas con otros asuntos.
Bruno.
Ese nombre aparecía en mi mente hasta cuando cerraba los ojos.
¿Por qué tuve que regalarle ese estúpido dibujo? ¿Qué carajos pretendí?
Fue entonces cuando escuché el motor de un vehículo frente a la casa y segundos después a alguien golpeando en la puerta.
Me asusté un momento. No tenía más opción que ir a ver porque como siempre estaba solo en casa.
Bajé las escaleras y me miré rápidamente en el espejo que teníamos en la sala antes de atender la puerta. Supongo que una parte de mí ya sabía que se trataba de él.
Eran las seis y cuarto y allí estaba Bruno, sonriente, en la puerta de mi casa cuando abrí.
Traía jeans algo ajustados, lo cual era raro porque estaba acostumbrado a verlo con ropas cómodas y holgadas para hacer ejercicio. También lo veía abrigado, es decir más que lo usual, ya que traía un suéter de color azul oscuro.
— Perdón el retraso. — fue lo primero que me dijo al verme. — Tuve que hacer unas entregas extra.
Atrás de él estaba estacionada una vieja camioneta negra. ¿Acaso había conducido hasta mi casa en eso?
— ¿Qué haces aquí? — pregunté. No quería que notara que estaba aliviado porque sí había ido al final.
— Te dije que vendría por ti. ¿No me digas que lo olvidaste? — parecía como si me regañara.
— No, es que...no creí que hablaras en serio.
— Pues ya ves que sí. Ven, sube. Vayamos a dar una vuelta.
Señaló la camioneta y giró las llaves de la misma en sus dedos.
Estaba loco si pensaba que me iba a subir con él ahí.
— No, no lo creo. — negué de inmediato.
— ¿Por qué no? — preguntó confundido. — No te preocupes que no muerdo. — me guiñó un ojo y luego sonrió.
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Bajo luz de luna
Teen Fiction✨✨GANADORA EN WATTYS 2020✨✨ Julián es un adolescente perdido que no tiene fe en nada. La tragedia ha marcado su vida para siempre y cree que ya no tiene nada por qué luchar. Pero ¿hasta dónde hay que perderse para volverse a encontrar? ¿El hogar don...