CAPITULO 40 - Hay mas...

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El sonido de mi celular me obligo a dejar de dormir. Pensé que sería la alarma, me levante corriendo a mi escritorio donde lo deje pero este dejo de sonar. 2:25 marcaba la hora.

Volvió a sonar y era una llamada de un número desconocido. ¿Quién rayos llama a esta hora?

— ¿Qué? —hable sin importarme quien sea, tenía sueño.

—Soy Ethan, Sal de tu casa, por favor. Estoy afuera. —lo escuche tiritando.

¿Ethan? ¿Qué diablos hace aquí?

— ¿Qué? Pero...

Me corto la llamada, a lo mejor y es una broma, iba a volver a acostarme, pero me llegaron muchos mensajes. Gruñí de frustración.

Me puse una manta encima, y salí de puntitas a la puerta, con el rostro adormilado y los pies congelados.

Yo no era la única que tenía frio, ahí estaba el, sentado en la vereda abrazando sus piernas. Me acerque a él y me quite la manta para ponérsela a él, ahí noto mi presencia.

— ¿Qué haces aquí, Ethan? Deberías estar abrigado. —lo regañe, tenía solo una camiseta.

Este ni me miro solo estaba clavado en el piso.

—No tenía con quien ir. —Un susurro apagado salió de él.

Tal vez me arrepentiré de lo que haría. Me resigne y caí ante él.

—Levántate, vamos. —tome sus hombros para incitarlo a pararse.

Fue sumiso a mis acciones, caminaba con tanta debilidad, su grande cuerpo temblaba. Llegamos a mi habitación, lo senté en la cama.

—Espérame aquí. —le dije para salir.

Fui a la cocina a hacerle café caliente, tenía que recuperar la temperatura de su cuerpo.

Solo me cuestionaba si estaba bien.

Le lleve la taza y se la entregue.

—Cafecito...—miro la taza con una sonrisa ambigua.

Desvié la mirada y me senté a su lado.

—Y bien, ¿Qué haces aquí? —le pregunte dudosa.

No obtuve respuesta, no sé en qué momento debía hablar o cómo hacerlo. No quería toparme con sus cambios de humor repentinos.

No podía pasar ni 5 minutos y el me hiso salir de mis pensamientos. Lo escuche sollozar, me acerque como un perrito de la calle con miedo y desconfianza.

—Yo tengo la culpa de que mi padre este muerto. —me dijo dejando la taza a un lado.

—Nadie es el culpable. —mencione suavizando su dolor.

—También tengo mil demonios dentro, también tengo la culpa de muchas cosas. Y de la muerte de mi padre jamás me perdonare. —su voz se quebró.

Acaricie su espalda esperando que me aclare algo.

—Mi padre estaba internado en el hospital...—se aclaró la garganta para poder seguir.

—No tienes porque... —lo interrumpí.

—Si tengo. —suspiro. —Fui al hospital al salir del colegio a contarle mi día, pero esa tarde fue diferente, hablamos bien pero un recuerdo fugaz cruzo mi mente, le dije que vi a Mónica besar a un hombre en la cocina. Era tan inocente como para saber que estaba mal. —su llanto se intensifico.

Me llene de tristeza al verlo y al oírlo, no sabía la historia. Él no tiene la culpa.

—Le provoque un paro cardiaco, mi padre murió en mis pequeños brazos, yo lo vi. Y esa imagen aun me atormenta.

Fumando tu recuerdo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora