Mi cuerpo y mis ojos se sienten pesados, apenas logro incorporarme o mover mis párpados. Finalmente lo consigo y cuando lo hago, me encuentro en una habitación acogedora con un tocador en una esquina, un banquito para sentarme mientras me cambio de ropa, y una bañera alargada y ancha. También un armario de ropa bastante amplio y una mesita pequeña con dos sofás al rededor, para tomar té junto al balcón. Un olor a incienso se apodera de mi.
Es mi habitación.
Sonrío inconscientemente recordando el momento en el que Louis, me pregunta si me fijé en mi habitación. Ahora, puedo decir que sí. Sacudo la cabeza aturdida, cuando me vienen a la mente imágenes de estar con él en el jardín, en un lugar en concreto que Louis me ofrece como regalo de boda.
El corazón me da un vuelco al pensar que me voy a casar, y de nuevo, me siento agitada. Respiro hondo un par de veces e intento controlar mis nervios, porque sino me van a volver loca. Un grito desgarrador resuena por palacio y estremece mis entrañas, provocando un escalofrío inquietante por todo mi cuerpo.
Me levanto costosamente, con la sensación de que me voy a caer otra vez y el suelo se mueve, pero me mantengo en pie insistente y avanzo lentamente hasta llegar a la puerta, y cuando la abro, me encuentro con un grupo de gente formando un coro. Sus ojos se centran en otra alcoba que está enfrente de la mía, donde hay dos hombres, y también el cuerpo de una mujer pálida que se halla extendido cuan largo es en el suelo de esa estancia.
¿Qué ha pasado? ¿Está bien esa mujer? Logro reconocer a Louis al lado del otro desconocido, que se lleva las manos a la frente sudoroso. Cubre toda su boca con una tela y sus manos con guantes. Louis intenta arreglar la situación y calmar las aguas, lo noto apenado y agobiado. El extraño que está a su lado, ruge malhumorado y se vuelve a sus sirvientes, que aún siguen expectantes por la sorprendente situación.
—¡Señorita! ¡Debería de estar en la cama! —me recrimina alterada una de las criadas al reconocerme, y provocando un revuelo mayor que hace que el resto se vuelvan hacia mi curiosos —. ¡Vuelva a la cama! ¡Puede volver a desmayarse!
Hago caso omiso a sus reproches y niego con firmeza. Quiero averiguar qué está pasando. Louis se da cuenta también de mi y corre a mi lado, pero el otro hombre extiende su brazo y lo retiene.
—¿Es ella? —le pregunta mirándome con curiosidad.
Veo cómo su boca se mueve tras la tela que la cubre, y llego a percibir que sonríe con malicia por la forma de mirarme y por reírse burlón. Se acerca a mi, y cuando lo tengo de cerca y nuestros ojos se cruzan por primera vez, me intimida con solo tenerlo a mi lado, tanto, que me cuesta respirar y hablarle, incluso mis ganas de llevarle la contraria se disipan por un momento.
Sin previo aviso me alza en brazos y me agarro a la suave tela de su camiseta, ruborizada. Esto no me lo esperaba y más, que se tome estas confianzas conmigo ¿Quién es él? ¿Por que actúa como si fuera el señor de este palacio? ¿A caso lo es? Sacudo la cabeza contrariada y trago saliva nerviosa. Miro de reojo a Louis, que ahora me dedica una sonrisa minuciosa.
Todos nos miran ceñudos y varias mujeres me dirigen miradas llenas de recelo, murmuran entre ellos aún más que antes, pero eso no parece importarle al individuo que me carga. Se limita ha abrirse paso entre el gentío y a llevarme hasta mi cama.
—¿Espiando tan pronto a su futuro esposo querida? —me pregunta en un susurro, rozando sus labios en mi oído.
Niega con desaprobación y ríe divertido.
Su gesto me deja anonanada y muda. Mis mejillas, enrojecen más de lo que ya estaban antes y un nudo se forma en mi estómago. No esperaba conocerlo tan pronto. Él es quien va a ser mi marido y no resulta tan repulsivo como pensaba, sino que es atractivo e intimidante.
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MENTIRAS EN LA REALEZA (TERMINADA)
ParanormalBarnaby está embrujado. En su adolescencia era un hombre arrogante y codicioso, todo lo que quería debía ser suyo. Aún así, muchas mujeres deseaban ser suyas aunque sólo fuera por una noche. Una vez hizo daño a la hija de una bruja, que lo pilló con...