Abro los ojos y noto una presión insoportable en mi pecho, me duele. Algo suave y húmedo palpa mi frente con delicadeza y cuando logro abrir los ojos, no puedo creer a quién tengo a mi lado. Barnaby moja mi frente con mimo y también mis mejillas. Se le ve tenso, pero también malhumorado y frustrado.
—No se mueva —me avisa, al percatarse de que ya desperté.
Asiento con dificultad y él refunfuña por lo bajo, volviendo a meter en el agua la esponja. Ahora me habla con formalidad y cordialidad. Está totalmente distinto conmigo.
—Ahora que conoce a mi madre, ¿Le resulta agradable? —me pregunta, clavando sus ojos negros en mi.
Niego vigorosa y trago saliva sonrojada. Escruto sus facciones y observo que ni con los guantes empapados de agua se los quita. Me gustaría verle sin guantes y sin esa tela que cubre su boca. Entonces recuerdo las palabras de su madre.
"Apenas puede rozar la piel de una mujer, ¿Qué pretende?".
Sacudo la cabeza contrariada y respiro hondo agitada ¿Qué querrá decir con eso? ¿Por qué no puede? Esto es un sin fin de secretos oscuros que erizan mi piel constantemente.
—¿Por qué me ayuda? —cuestiono, todavía confundida.
Él zarandea la cabeza y parpadea bien los ojos, sorprendido por mi pregunta.
—Va a ser mi esposa, debo cuidarla. Soy su prometido —me contesta, sin atreverse a mirarme aún.
—No me deseas.
Barnaby vuelve a quedarse pasmado y ahora sí, hace por mirarme fijamente y sin titubear.
—No. Tiene razón... —murmura con voz apagada.
—No puedo serlo si no me deseas —contesto, tragando saliva y cerrando los ojos con un nudo en la garganta.
—¿Y qué pretende? Tenemos un matrimonio arreglado ¿A caso lo olvida? —me hace recordar.
Asiento con una sonrisa compunjida y me incorporo, apoyándome sobre el cabecero de la cama cómodamente. Suspiro, intentando controlar mis nervios a flor de piel.
—En verdad no —contesto con tímidez.
—¿Cómo? —me pregunta estupefacto.
—Cuando hablé con tu madre...
—Ignore a mi madre —me responde con dureza, se da cuenta y respira hondo para intentar calmarse él también —. A veces es sobreprotectora conmigo por muy rígida que aparente ser. Sé lo que hablasteis, señorita. Escuché la conversación... —me confiesa, rascándose el cuello un poco avergonzado.
—¿Tú también? —suelto sonrojada, con un hilo de voz.
Barnaby asiente y nuestros ojos vuelven a buscarse.
—Sé que fui odioso con usted —admite cabizbajo —. No busco excusarme, pero también sé que usted no quiere que la toque ningún hombre. No sé el motivo, no me voy a inmiscuir en sus asuntos, no obstante, ¿No cree que podríamos ayudarnos mutuamente?
La oferta que me lanza al aire me deja clavada en el sitio. Aún quiere casarse conmigo, no me ha rechazado. Mi corazón se dispara a una velocidad vertiginosa y mi respiración se vuelve lenta. Un calor irritante vuelve a hacer que esté ardiendo y esta vez, por sus simples palabras y su sola presencia cerca de mi.
Su formalidad conmigo me tiene embelesada, creo que su madre y él tienden a ser informales cuando discuten. Salta a la vista. El Barnaby que tengo ahora delante mía es otro hombre distinto, pero para qué engañarme, solo por interés común, nada más. Aunque, es cierto que tiene razón. Tengo miedo a cualquier hombre que no sea mi padre y me da pavor que intenten tocarme, porque no conozco sus intenciones hacia mi o si pretenden hacerme daño, él sin embargo, no tiene remedio y no puede por más que quiera. Medito también las palabras que me dijo su madre, pues no estaba del todo equivocada, igualmente... ¿Qué es lo que deseo?
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MENTIRAS EN LA REALEZA (TERMINADA)
ParanormalBarnaby está embrujado. En su adolescencia era un hombre arrogante y codicioso, todo lo que quería debía ser suyo. Aún así, muchas mujeres deseaban ser suyas aunque sólo fuera por una noche. Una vez hizo daño a la hija de una bruja, que lo pilló con...