Capítulo 10.

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Caricias, incontables caricias me embriagan envolviéndome en un cálido abrazo. Una luz intensa me hace abrir los ojos gruñendo por lo bajo. Cuando despierto, Louis ríe mientras sigue acariciando mi cuerpo —todavía desnudo—. Me giro hacia él para verlo mejor y lo beso con pasión. Él roza su nariz con la mía cariñosamente ¿Esto es un sueño? Si es así no quiero despertar. Deslizo mis dedos por su torso y pecho, juguetona.

—¿Estás bien? —me pregunta, con precaución.

Me paro a pensar y noto cierto dolor, supongo que por ser la primera vez que hago el amor, no obstante, debe de ser normal. Se referirá a eso.

—Estoy un poco dolorida, pero nada fuera de lo común. No te preocupes —afirmo, restándole importancia.

Él asiente aliviado y me besa sin vacilar.

—Te haría el amor otra vez —me susurra al oído.

Rio airosa y me muerdo el labio inferior, respirando hondo, para no volverme loca con tanta pasión desenfrenada. Entonces me doy cuenta de que mis doncellas deben de estar a punto de llegar, hoy me voy con Barnaby de luna de miel. Maldita sea, no quiero que nos pillen en esta situación. Aunque ya deben de haberlo supuesto.

Llaman a la puerta y ahogo un grito alterada. Tapo a Louis con las sábanas y me cubro yo también. Al final no todo es placer y sensualidad con Louis, sino también amor.

—¡No estoy lista! ¡Venid más tarde! —ordeno a toda costa y en voz alta, para que me oigan.

—¡¿Qué?! ¡Cedrina! ¡Amelie te espera con Barnaby! —protestan ellas desde fuera.

Gruño frustrada. Louis ignora la situación y besa mi cuello, tentándome a caer bajo sus redes, eso no ayuda.

—¡Me da igual! ¡Darme un poco más de tiempo! —insisto tozuda.

Me vuelvo a Louis. Él ahora me mira desolado y molesto.

—Louis... —susurro, cogiendo su rostro entre mis manos y escrutando sus facciones.

Él me mira apenado y siento cómo se me encoge el corazón. Tres días sin verle. En este instante odio a Amelie.

—No van a ser muchos días, sólo es una actuación para calmar a Amelie. Nada más —aseguro, insistiendo en que me mire y verifique por sí mismo, la verdad de mis palabras.

Louis asiente compungido. Sé que se siente inseguro, no quiero irme y dejarlo así. Lo beso con fervor y nuestras lenguas se vuelven a encontrar, dando jugosidad al beso. Realmente nosé qué he hecho casándome con Barnaby, bueno no tenía remedio ¿O sí? Quizás Louis hubiera intervenido y esto no sería tan difícil, ¿Qué puedo hacer? ¿Puedo anular mi matrimonio? No, sería una vergüenza para Barnaby y para mi, es un buen hombre y no se merece esa falta de respeto por mi parte, sobre todo cuando podría haberme detenido antes de tiempo ¿Por qué lo hice? ¿Por qué me casé con él? Sí, por salvarme, estaba perdida y asustada, no quería que ningún hombre me tocara y no sabía de otro mundo que no fuera mi casa y mi familia.

Tampoco me había preguntado nunca por mis sentimientos, si los tenía y si podía controlárlos o no. Ponerme a prueba fuera de mi cárcel diaria. Tan ajena he estado en la vida real hasta ahora. Estas preocupaciones son nuevas para mi. Nunca me he preocupado por otra persona que no fuera mi madre.

Me casé con Barnaby, para perseguir un sueño y para salvarnos mutuamente, de personas perjudiciales para nosotros. Pero... ¿Por qué di ese paso verdaderamente? ¿Con qué intención? Sacudo la cabeza contrariada y carraspeo la garganta inquieta.

Medito bien mis pensamientos y después me concentro en Louis de nuevo, que me observa con  comprensión.

—Te quiero —vuelvo a confesar con firmeza —. Y lo de esta noche no te lo va a quitar nadie.

MENTIRAS EN LA REALEZA (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora