Capítulo 16.

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Cuando me despierto Louis está tendido a mi lado. Abre los ojos y me muestra una sonrisa radiante. A pesar de sus ojeras por haberme atendido durante toda la noche, permanece sereno y energético. Llaman a la puerta y aparece Barnaby, frotándose los brazos con tímidez. Cabizbajo avanza unos pasos hasta nosotros y desvía la mirada, compungido.

Louis se levanta enseguida y se reúne con Barnaby, dando una palmada en su hombro alentadora.

—Nos turnaremos los tres para cuidarte. Debes aguardar en cama estos días, órdenes expresas del médico y nosotros. Como conocemos tu cabezonería, te vigilaremos para que obedezcas —me informa Louis sin vacilar —. Pórtate bien.

Asiento sonrojada y él se va sin más. Me siento incómoda, Barnaby nos ha visto en una situación íntima y no quiero, que piense que no lo amo ¿Pero cómo hacerlo saber si aún no confesé mis sentimientos por él? Eso no va a pasar, no hasta que él me diga, no quiero salir herida de nuevo. Trago saliva nerviosa y lo miro por el rabillo del ojo, inquieta.

—¿Qué tal estás? ¿Mejor? —me pregunta, sentándose al borde de mi cama y posando su mano sobre mi frente.

—Barnaby...

—Lo sé —me corta al instante, llenando un vaso de agua y echándole la medicina.

Me da el vaso y yo bebo con una mueca de asco. Gruño y sacudo la cabeza con un escalofrío. Barnaby ríe y vuelve a llenarlo de agua, antes de pasármelo otra vez para que se me quite el mal sabor de boca. Cuando me termino la medicina, mis doncellas entran con una bandeja de comida y se la dan a Barnaby. Olivia me mira con estupor y le dedico una media sonrisa débil, sé que están preocupadas por mi.

Barnaby apoya su cabeza encima de mi pecho sorpresivamente y gruñe.

—Lo siento.

Su disculpa me deja patidifusa.

—¿Có-cómo? —pregunto confusa.

Trago saliva nerviosa y mi corazón comienza a latir frenéticamente.

—Por todo esto... Te dije que yo no podía darte lo que querías, ni si quiera una amistad —confiesa en un susurro habatido.

Lo miro embelesada y cojo su barbilla, obligándolo a mirarme. Él entorna los ojos frustrado y chasquea la lengua con impotencia. Frunce los labios con una mueca de resignación y suspira consternado. Se le ve tan perdido, tan solo... Sin ganas de vivir, pero ¿Por qué? ¿Quién quiere hacerle tanto daño y por qué? ¿Tan horrible es? Ojalá algún día, confie en mi tanto como para contarme la verdad de todo esto.

—No prometo nada, pero... Haré lo posible por ser tu amiga —admito mis sentimientos por fin. Sé que dije que hasta que él no confesara los suyos, yo no diría nada. Aun así, verlo tan mal y lleno de tristeza. Lo necesita, necesita luz en su camino, algo que lo devuelva a la vida —. Sé que no puedes tener amigos tampoco, pero yo quiero si me dejas. No tienes que pensar en mi, deja que yo piense en ti, déjame acercarme a ti.

Barnaby se me queda mirando boquiabierto y se echa atrás, estupefacto. Fija sus ojos negros en los míos y me mira con una sonrisa radiante. Eso es lo que quiero, verlo sonreír y feliz. Aunque no sea a mi lado, me da igual. Quiero asegurarme que nadie más pueda hacerle daño, ya sufre bastante con no poder tocar ni besar a una persona. Eso es lo peor que le puede pasar a alguien. Ruborizada me acerco lentamente, él arquea las cejas en alerta y deposito un suave beso en sus mejillas sonrojadas. El tacto con su piel por primera vez, me deja delirando y maravillada y trago saliva nerviosa.

Él acaricia mi mejilla y me abraza con fuerza, peinando mi cabello con su mano y jugando con el, inconscientemente. Yo apoyo mi cabeza en su pecho y escucho los latidos apresurados de su corazón. Me aparta de su lado con delicadeza y vuelve a sonreírme.

MENTIRAS EN LA REALEZA (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora