Pasan las semanas y no he conseguido hablar ni con Louis ni con Barnaby. Me evitan a toda costa. Es como si sobrara en esta casa, pero hago un esfuerzo por cumplir la promesa y nada más. Estoy deseando comenzar mi negocio. En la mesa de la biblioteca nos encontramos Amelie y yo, que mira con suma atención un pergamino con varias indicaciones. Se acaricia la barbilla y niega un par de veces, antes de volver a sumirse a la lectura.
Me muerdo el labio inferior ansiosa por saber qué opina. No obstante, ella se toma su tiempo para sopechar bien todo, incluso la letra pequeña. Realmente se le dan bien los negocios y por eso lleva la casa al mando.
—Pronto habrá una feria que celebra el pueblo, por motivo del solsticio de invierno —articula con pasimonia.
Recuerdo cuando llegué aquí, ella hablaba de eso con unos trabajadores nada convencidos por ese motivo. Sin embargo no entiendo porqué, me siento emocionada al escucharlo. Si pudiera abrir mi negocio ese día le iría muy bien.
La chimenea está encendida y hay en ella un fuego vivaz y reluciente. Me acerco un poco para calentarme las manos, aquí siempre es invierno, incluso en verano. Suspiro decepcionada y chasqueo la lengua con rabia. Me dejo embriagar por la calidez del fuego y lo miro con ojos centelleantes.
De repente siento una lijera fatiga, el estómago se me encoge y me llevo las manos a la boca, evitando no vomitar. No obstante, no logro mi objetivo y acabo saliendo de ahí a toda prisa, en busca de un baño cercano. Cuando lo encuentro abro la boca agobiada y vomito. Después toso extasiada y cojo aire con un nudo en la garganta.
Me acerco a un cuenco que tienen lleno de agua tibia. Está en un tocador. Aclaro mi rostro y mi cuello sudorosa.
—¿Estás bien?
Es Amelie preguntando desde fuera.
—Sí, no es nada. Sólo ha sido un pequeño mareo —miento, aclarando mi garganta.
—¿Seguro? —cuestiona insistente.
Ella siempre tan desconfianza.
—Amelie, estoy bien —gruño por lo bajo.
Cuando salgo no añade nada más, pero sí que me mira de manera inquisidora hasta el final. En silencio avanzamos unos pasos hasta la biblioteca y seguimos con el trabajo duro y ardío que nos falta por delante. Amelie es obsesiva con los papeles y hasta que no tenga todo bajo control, no me dejará ir. Así que tras una larga noche Amelie decide dar por finalizado todo y satisfecha, se despide de mi no sin antes mirarme por el rabillo del ojo. Nunca cambiará.
[...]
Estamos cenando los cuatro mientras que un silencio incómodo invade la sala. Necesito que Louis me mire, o Barnaby, uno de los dos. No soporto más esta presión que me mata por dentro. Tengo ganas de trabajar y alejarme de vez en cuando, de este ambiente tan infernal. Pruebo bocado de mi comida, pero cuando me doy cuenta ya he terminado y miro mi plato asombrada ¿Desde cuando cómo tan rápido y con tanta ansia? Resoplo de manera tosca y doy un sorbo de mi vaso de agua. Agito el cuello de mi vestido, tengo mucho calor y frío.
—¿Te encuentras bien Cedrina?
Ameli está al pendiente otra vez, a esta familia le encanta hablar de manera informal y eso me gusta. Cuando voy a reclamarle percibo que incluso Barnaby y Louis, me observan con las cejas arqueadas en alerta. Asiento con dificultad y trago saliva fatigada, bebiendo un trago más de agua. Me despido de ellos con prisas. Necesito bañarme y descansar, no me encuentro bien. Olivia entra con el resto y me ayudan a bañarme. Necesito pasar el rato con ellas y despejarme.
—No fue bien la luna de miel, ¿Verdad? —pregunta Olivia por todas, que miran expectantes.
Niego desilusionada y me tapo la cara con las manos, agachando los hombros conmocionada. Ella me abraza por detrás y dejo escapar un sollozo hasta acabar llorando. Esto debí verlo venir antes.
La culpa ha sido mía desde el principio, por no ser sincera con Louis y por hacer daño a Barnaby que sí lo fue conmigo. Esto es un desastre, ¿Desde cuando mi vida está tan llena de problemas y disgustos? ¿Realmente es así la vida constantemente? ¿Ni si quiera te da un respiro? Esto es frustrante.
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MENTIRAS EN LA REALEZA (TERMINADA)
ÜbernatürlichesBarnaby está embrujado. En su adolescencia era un hombre arrogante y codicioso, todo lo que quería debía ser suyo. Aún así, muchas mujeres deseaban ser suyas aunque sólo fuera por una noche. Una vez hizo daño a la hija de una bruja, que lo pilló con...