Capítulo 28.

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Chasquea los dedos y todo comienza a girar a mucha velocidad. Percibo que voy a perder el equilibrio, hasta que Louis me agarra entre sus brazos. Sonrío agradecida y él me guiña un ojo dándome la tranquilidad que necesito. De repente, a nuestro al rededor las cosas dejan de girar y nos detenemos en seco. Unas ligeras náuseas hacen que me lleve una mano a la boca, conteniéndome para no vomitar.

Estoy mareada.

Un par de criados pasan y yo ahogo un grito horrorizada, de tan sólo pensar que nos verán, pero Louis es más rápido que yo y me tapa la boca con la mano, arrastrándome con él a un lado. Con el dedo índice de la mano me indica que me quede calmada, y, ladea la cabeza pidiendo que observe mejor la situación.

Al darme cuenta de que no se han percatado de nuestra presencia, me quedo boquiabierta y con la respiración entrecortada.

¿Cómo hacen eso? No lo entiendo.

Louis se muerde el labio inferior conteniendo su risa y vuelve a centrarse en Lucifer que, ya está entrando en la habitación de Callie tras llamar a la puerta, y esta, le deja pasar con inocencia. Realmente no sabe la que le viene encima. Nosotros pasamos después de él y nos quedamos en un rincón. El corazón se me acelera con cada locura que hacemos. Para ellos es normal, pero para mí no. Presiento que en cualquier momento nos pueden ver.

No sería bueno para mí que me vieran con Lucifer, aunque con todo lo pasado ya me da igual.

—Hola, Daniel... ¿Ya vienes reclamando mi cuerpo? —insinúa, con una risita coqueta echándose el cabello hacia atrás.

—Sí, mi lady —contesta Lucifer, acercándose a ella por detrás.

Despoja su hombro dejándolo al descubierto para besarlo con delicadeza. Callie se muerde el labio inferior y cierra los ojos disfrutando de su tacto. Incómoda desvío la mirada y Louis me coge de la cintura. Sentirlo cerca de mi alivia mis temores y apoyo mi cabeza en su hombro, esperando a que esta escena acabe.

Aunque sea de mi desagrado es necesario para que él mismo vea lo que pretenden hacer.

—Dime una cosa, ¿Cuando serás la reina del infierno? —cuestiona minuciosamente y arqueando las cejas, en alerta.

—Pronto, cuando tenga a la mayoría de las brujas de mi parte, y, a un par de demonios más —contesta orgullosa y con aires de superioridad.

—¿De verdad crees que puedes derrotar a Lucifer? —insiste perspicaz.

—Claro, es un demonio inepto y nada inteligente —comienza a farfullar sin pensar mucho en las consecuencias de sus actos —. Es decir, ¿Sólo se dedica a enfadarse y castigar? Jugar también está bien, muchos reclaman más sangre derramada, y, eso es lo mío.

—Entiendo... —musita, apretando la mandíbula furioso.

—Díselo a esa doncella y a su amado Barnaby —suelta con asco y desdén.

—¿Cedrina?

—¡Sí! ¡Esa misma! —añade agitando la mano sin importancia y como que me ha recordado.

—¿Por qué torturas a esos muchachos? —cuestiona con objetividad.

—Porque Barnaby hace tiempo, fue un mujeriego que se pensaba que... Tenía a todas las mujeres en su mano, incluso... A una bruja en especial —explica con detenimiento y pensativa.

—¿Y esa bruja fuiste tú? —deduce Lucifer con una sonrisa retorcida.

—Puede —contesta melancólica.

Así que todo lo está haciendo por despecho, y, ahora que Barnaby sí se enamoró de verdad quiere que sea con ella y no con nadie más. Por eso va contra mi siempre, porque no soporta que él haya cambiado por mi, que me ame y que me busque, sólo porque le nace hacerlo. Es cruel de su parte que quiera torturar a alguien de esa manera por el simple hecho, de no querer pertenecer a nadie en el pasado.

MENTIRAS EN LA REALEZA (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora