Tentaciones lujuriosas

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Ania pudo llegar al final cómodamente a la cocina.

- Me preocupa que te duela y quiero evitarlo, sabiendo que es normal, pero si el causante soy yo aún más quiero evitarlo. - la abrazó cariñosamente por la espalda, acaruciando su vientre.

- Me haces sentir como si fuese una embarazada - rió ella.

- Algún día lo serás. - susurró él en su oido, para luego morderlo juguetonamente.

- Seth.... No creo que sea bueno eso de tener hijos... - tuvo que romper la ilusión de su novio - soy inmortal. No es seguro que tu termines acompañándome eternamente, no quiero tener hijos y que mueran de viejos mientras seguimos vivos nosotros, o yo.

- De acuerdo... No nos arriesgaremos - suspiró su pareja, él quería pequeños, pero comprendía el punto de Ania.

- Gracias. - susurró ella.

Horas más tarde se encontraba tratando de hacer cualquier cosa pero Seth no la soltaba, no dejaba que ninguna otra persona se le acercase a excepción de los niños pequeños o su perro.

Ania estaba preocupada, no sabía si eso de celos tan tóxicos eran por algo especial u otra cosa, porque él no solía ser así.

De hecho, no había comido desde el desayuno, sólo quería estar con ella y parecía un lobo en celo, quería cachorros continuamente, no paraba de repetirlo, aunque comprendiese a su novia con su temor, eso no evitaba que quisiese convencerla.

En el momento en el que casi ataca a Jacob por abrazarla mientras él había ido al baño y notar al volver un leve olor del mayor en su novia fue cuando Ania dijo: hasta aquí llegué.

Cogió al lobo y lo llevó con el padre de Jacob para preguntar que qué coño le pasaba.

Los más mayores estaban reunidos con la manada de Sam y la de Jacob cuando ella llegó cargando al mayor en su espalda, quien la abrazaba como koala en su espalda.

Todos lobos jóvenes estaban con cara de "WTF Bro?", mientras que los mayores (la madre de Seth y la de Ania incluidas) estaban que se cagaban de la risa.

- ¿Qué le pasa? Está en plan de "unga unga, que nadie la toque, unga unga, Ania quiero cachorros" - preguntó la medio vampiro.

Eso fue motivo suficiente para oir las carcajadas de todos, Jacob y Sam incluidos.

Leah estaba en el suelo de la risa, Paul se apoyaba en el hombro de Jacob llorando de la risa.

- Está en celo. Pasa alguna que otra vez en los licántropos, a las mujeres les cae con la regla, pero a los hombres se les nota más. Debió de entrar en celo ayer y seguramente tuvisteis sexo por primera vez. Por eso está tan posesivo. ¿Me equivoco? - explicó el padre de Jacob.

- Sí, pero que yo sepa ya tuvo el celo antes ¿por qué está así ahora? - preguntó Jacob, curioso sobre el tema.

- Porque, al ser la pareja de Ania, su conexión es más fuerte con ella y sus instintos más primarios lo dominan por completo, en este caso son los instintos de reproducción y protección, vamos, que ahora sólo piensa en tener crías. Además, exponer a Seth a este cóctel de olores de otros licántropos y el de los vampiros debe de ser una tortura para él, por eso está tan agresivo con todos. - respondió la madre de Seth esta vez, para luego girarse a la pareja - Deberíais de estar en la cama hoy también.- finalizó.

- ¿Y por qué yo no tengo el celo tan fuerte? - preguntó rápidamente Ania.

- Hija mía, eso es porque tú eres medio vampiro y te llega muy pocas veces el periodo, si tienes el celo así de fuerte, pero como nunca habías tenido sexo y menos aún con tu impronta, nunca lo has experimentado así. - Explicó Madeline esta vez.

Ania se sonrojó y se fue con Seth a su espalda.

- Pues no podemos pasarnos el día en la cama. Tenemos muchas cosas que hacer... - le decía al pobre lobo que sólo quería cortarse la nariz en ese momento y dejar de oler a tantos lobos y vampiros.

- Podéis pasaroslo. Tranquilos, el aquelarre no se va a destruir porque hoy no estéis. Nos queda un tiempo para eso. - respondió Emmett con su tono jugueton desde la terraza.

Eso fue suficiente para Seth, quien bajó de la espalda de Ania y, con una agilidad y rapidez impropia de los licántropos (porque fue demasiado rápido), la cogió en brazos como una princesa para llevarla a la casa de ella, pues esta estaba más alejada tanto de la reserva como del hogar de los Cullen. Y... quería dejar su olor en la casa de su pareja para dejar en claro a cualquier otro licántropo que solo él estaría en su corazón.

- Eres increible. Te dicen "tienes luz verde para follar un día entero" y ni te avergüenzas ni nada. - comentó ella riendo un poco en el camino por el bosque.

- Porque tú no sabes lo que me molestan ahora mismo... no sabes las ganas de arrancarle la cabeza a cualquiera a menos de 1 km de nosotros aunque me odio por pensar en eso a la vez. No sabes el miedo de que me abandones que tengo y tampoco sabes lo que me duele el pito. - respondió con seriedad Seth. Eso dio a Ania una idea un tanto... pícara.

- Perdóname - se acercó al oido de Seth, cambiando la postura, ya no estaba como princesa, sino que roceaba la cintura del chico con sus piernas, y su cuello con sus brazos. - perdóname daddy.

Eso sí que volvió loco a nuestro lobito favorito. Loco de excitación. Tanto que no pudo evitar apoyarla contra un arbol y deborar sus labios con fervor mientras llevaba su mano al cuello de la chica para sujetarla, sin ahogarla claro está.

Al separarse por aire ella pudo ver amor y lujuria en los ojos del mayor y pudo adivinar que al día siguiente necesitaría una silla de ruedas para ir hacia la casa de los Cullen a la que, por cierto, cada vez llegaban más vampiros, amigos de Carlisle.

- Repite cómo me has llamado si tienes el valor suficiente, pequeña. - susurró él. "¿Desde cuándo su voz es tan... grave y excitante?" se preguntó ella.

Y es que tampoco sabía que el licántropo en celo soltaba unas feromonas para atraer a su pareja sexualmente hablando y hacer crías.

- Daddy. - ella era muy de tentar a la suerte. De buscarle las fauces al lobo y, esta vez, lo había encontrado.

Seth, ni corto ni perezoso, le rompió la camiseta. Pudo observar todos los chupetones de la noche anterior, supo que haría más.

- Has tentado al lobo, y este lobo te va a comer entera, pequeña caperucita. - sonrió, sip, había sexualizado un cuento infantil.

- Pues hazlo, pero en casa. - sonrió ella.

- Ah no mi ciela. Aquí no hay nadie y anoche, entre gemido y gemido, entre tus ruegos por más, dijiste que tenías bastantes fantasías sexuales por cumplir, una de ellas era hacerlo en la naturaleza. La pienso cumplir ahora mismo - y sin más lo hizo.

No fue tan dulce como la noche anterior, fue un sexo salvaje, lleno de lujuria, deseo, pasión  amor.

Tras este al fin fueron a la casa de Ania y siguieron todo el día, ella se había dejado llevar por la tentación pero ¿cómo no hacerlo?

Eclipse Durante El AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora