La Historia Sigue

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Era una noche cualquiera en un lugar cuyo nombre no recuerdo, bueno, si, era Seattle.

Tenía un puerto que, en cualquier día era precioso, incluso en cualquier noche, si no lloviese a cántaros como lo hacía en ese momento.

Este tenía construcciones de madera sobre el agua para poder acercarse a los barcos, y ahí habían amarrados desde botes de pesca, hasta barcos bastante más grandes, pasando por algún yate y más barcos de pesca.

El mar se agitaba con fiereza, haciéndonos saber que era una noche ventosa y fría.

Un chico joven, alto y apuesto caminaba por las solitarias calles cercanas a este bello puerto.

Se notaba que debía ser un sitio donde no solía llover, ya que no llevaba la ropa adecuada para esconderse de esa lluvia torrencial, en la cual a veces se podía escuchar algún que otro trueno segundos después de ver caer un rayo.

Que a ver, yo no se el tiempo de Seattle normalmente eh.

Parecía volver a casa, cómodamente y tratando de no empaparse.

La lluvia y el frío podrían calarle hasta los huesos, sobretodo a quien estaba acostumbrado a un clima cálido.

Pero él estaba tranquilo, bueno, hasta que sintió un empujoncito, bueno, un empujonazo que lo hizo caer al suelo.

Se levantó y corrió al sentir peligro al rededor de él.

Sentía que alguien lo seguía, que lo acechaba y que lo atacaría en cualquier despiste.

Corrió bajo la inmensa lluvia, llegando al borde del muelle.

Miró al agua, saltar sería su perdición, el agua estaría demasiado fría, y el oleaje sería brutal para él, moriría o ahogado o de hipotermia o estampado contra algo.

Decidió girarse y buscar de dónde venía el peligro, pero no veía nada.

Sentía miedo, mucho miedo.

Cada vez veía mejor idea saltar al agua.

En un despiste notó algo muy doloroso, como un mordisco.

Al instante de ver la marca comenzó a sentir un dolor enorme, le hizo caer el suelo del dolor.

Se quedó ahí, retorciendose en soledad bajo la lluvia.

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Forks... Unos meses después.

Ania y Seth se encontraban en la playa de la Push, en la arena, disfrutando del buen tiempo que comenzaba a hacer.

Seth quería pasar cada vez más tiempo con ella, y casa vez odiaba más las actividades extraescolares de Ania, ya que le restaban tiempo de sus salidas.

Aunque tampoco le molestaba cuando ella le pedía ayuda para bailar algún baile de salón.

Y es que era que, aunque el adolescente no supiera bailar, ella le enseñaba los pasos y el los aprendía rápidamente.

Ponían la música y comenzaban a ensayar.

A veces solos, otras veces bajo la mirada de Madeline, o Jacob o Alice (ya que ella bailaba muy bien y les daba consejos).

Pero en sí eran una pareja increíble en el baile, se complementaban de que una forma que no era común ni normal.

Y era algo que les daba timidez mostrar, Seth comenzaba a explorar sentimentalmente, me refiero, a que tuvo su primera novia.

Cuando se la presentó a Ania fue en una quedada que se supone que ambos iban a tener a solas.

Le fastidió que tenía que traer a alguien cuando pensaban en hacer cosas como saltar al acantilado, en vez de eso los tuvo que seguir a una cita.

Se notaba que la mayor quería estar a solas con Seth, porque no se apartaba ni un mm de él, y cuando él le daba algún mimo a Ania, ella se interponía pidiendo también mimitos.

Ania se fue enfurruñada  y en el camino encontró a Leah dando un paseo sola.

Estaba mirando ropa interior, y la menor la saludó a través del escaparate, queriendo seguir su camino a la salida del centro comercial.

Pero sus intenciones se vieron torcidas al sentir un agarre en su muñeca por parte de la morena de pelo corto, y luego se vio arrastrada al lugar para darle opinión a Leah sobre qué tal le quedaba

Tras una hora Ania y Leah salieron contentas de terminar esa tortura, ambas rojas de narices por la timidez, la de Ania fue por el gay pannic que le dio al ver a Leah en ropa interior, y la de Leah por estar teniendo que ponerse esas prendas absurdas.

En agradecimiento a Ania, le compró un helado, encontrándose en la heladería por azares del destino a Seth y su novia.

Leah no veía con buenos ojos a esa chica, se vestía y maquillaba como si quisiese aparetar 25, teniendo tan solo 15 años.

Seth miró a las chicas y se acercó, ellas acababan de llegar y ellos acababan de obtener sus helados.

- ¿Me has dejado tirado para ir con mi hermana a... - miró la bolsa de Leah - ver ropa interior? - finalizó su pregunta.

- Sentí que tres son multitud en una cita y decidí irme, me encontré con tu hermana y me lo estoy pasando mejor que como la sujetavelas. - respondió la menor sin pelos en la lengua.

Seth sólo se marchó con su novia a sentarse y pasar un buen rato.

Ania y Leah pidieron sus helados y fueron a otra mesa, esta estaba al sol, Ania disfrutaba mucho de esa sensación, el sol en su piel...

Su piel no brillaba como la de un vampiro, sino que tenía algo de luminosidad, como el iluminador en el maquillaje.

Su rostro era hermoso a ojos del resto ya que, como bien dijo Edward una vez, estaba diseñado para atraer, su olor, sus facciones, todo, era atrayente.

Y a Leah le atraía un poco, pero era una niña, amiga de su hermano pequeño, y ella le sacaba 5 años, pero... ¿Y si la besaba?

Esos pensamientos rondaban a veces por su cabeza, amaba a Sam, y Sam amaba a Emily, pero la quería también a ella, mientras que Emily quería mucho a Leah también, eran primas.

Habían llegado a hacer algún que otro trío, pero tras ello Leah se sentía mal.

Quizá fuese tiempo de olvidar a Sam ¿no?
Y, aunque era horrible el ligarse a la impronta de su hermano, ¿qué más daba? Ellos no lo sabían y Seyh hería a Ania con sus novias.

Ania también podría tener pareja ¿no?

Pensamientos como esos ls hicieron invitar a la menor a una cita.

- ¿Una cita? - preguntó tímidamente Ania, con un Gay pannic enorme.- ¿en plan romántico?

Leah asintió, tomando de su helado, le causaba demasiada ternura el ver a la chica actuar así, y el saber que era causado por ella le hacía sentirse más atraída por la menor.

- De... De acuerdo. Día, hora y lugar. - aceptó Ania.

- ¿Te parece que sea por forks? Así los de la manada no estarán. - propuso, y sonrió cuando la niña asintió. - Podemos ir a los recreativos un rato y luego ir a cenar juntas. ¿Te parece?

- Me parece genial. - sonrió la menor.

Quedaron el sábado de esa semana, osea, dos días más tarde, a las 17.00 en casa de Ania.

Seth gruñó, había oído la conversación, sin más cogió la mano de su novia y se fue de esa heladería muy molesto.

Eclipse Durante El AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora