Primer año 3

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Estábamos en nuestra primera clase de vuelo, era la primera vez que montaría en escoba, y mentiría si no admitiese que no me tiemblan las piernas al pensarlo. Mire a mi primo a mi izquierda, el se veía bastante tranquilo, aunque claro, él ya había montado otras veces.

Frente a mi se encontraba Neville con una cara de miedo y preocupación mucho mayor que la mía. Las dos únicas personas con las que había hablado hasta el momento eran de Gryffindor, la casa rival a la mía, aunque no era algo que personalmente me importarse. Sin embargo, se que para mi primo si tiene importancia, por lo que he estado procurando que no sepa nada. 

La profesora nos dio instrucciones de que hiciéramos subir la escoba hasta nuestra mano, no lo conseguí hasta el décimo intento, definitivamente montar en escoba no es lo mío. 

Observé mi al rededor y había gente con su escoba ya en la mano y otros aún intentándolo, la profesora nos dio la indicación de que quienes ya hubiésemos conseguido la tarea anterior podíamos intentar elevarnos un poco.

 Escuché un grito que me alarmó, mire al frente y pude ver a Neville elevándose bastante alto. Había perdido el control de su escoba, escuché unas risas a mi izquierda y dirigí mi mirada hacia su dueño, Draco, lo mire duramente, este solo me ignoró y siguió a lo suyo.

Neville acabó cayendo de su escoba sobre su propio brazo. Al llegar la profesora corrió hacía él para llevarlo a la enfermería, porque por su apariencia, ese brazo estaba roto. Mientras acompañaba a Neville a la enfermería dejó una instrucción muy clara, no hacer uso de la escoba. Ni si quiera se para que se molestó, es obvio que en una clase llena de niños de doce años siempre va ha haber quien no iba a hacer ni caso.

- ¡Mirad lo que hay aquí! – Draco exclamó llamando la atención de todos. – Es la recordadora del tonto Longbottom. – sostuvo el objeto en su mano.

Se montó en su escoba y voló unos cuantos metros, como dije anteriormente, siempre va a haber un tonto que no haga ni caso.

- ¡Draco baja! – exclamé para que pudiese escucharme. – Si la profesora te ve vas a meterte en un lio.

Intente impedir que cometiese una estupidez, pero era demasiado tarde, antes de que pudiese darme cuenta, Draco tiró la recordadora lo más lejos que pudo. No sin antes provocar a Harry Potter, desde que el famoso chico había rechazado su amistad por un Weasley, Draco le había cogido un odio profundo. Y como era de esperarse, Harry salió volando tras la recordadora.

Me subí a mi escoba y tras un suspiró, me propuse a junto a mi primo. Pero me detuve al ver a la profesora Mcgonagall pasar frente a nosotros. En cuanto vio la situación, llamó a Harry para que fuese con ella.

Al escuchar a la profesora una sonrisa juguetona apareció en el rostro de mi primo, su único propósito había sido fastidiar a Potter y lo había conocido. En mi opinión, solo estaba dolido por su rechazo.

A la hora de comer me senté junto a Draco. Hasta ahora no había conseguido hacer amigas, tampoco es que hubiese puesto mucha intención por mi parte, he cruzado alguna que otra palabra con las chicas con las que comparto cuarto, pero no siento que vayamos a ser amigas, al menos no por el momento. Pansy Parkinson ha sido quien se ha interesado más en acercarse a mí, ya la conocía de antes gracias a que mis tíos y sus padres son amigos, pero la encuentro algo insufrible y no estoy para nada interesada en juntarme con ella, además, tiene una ligera obsesión con Draco, de hecho, creo que solo trata de acercarse a mí por él. También conozco a Blaise Zabini, me cae bien, es amigo de mi primo pero no es una marioneta como Crabbe y Goyle, aunque Draco siempre manipula a quienes le rodean, diría que incluso en ocasiones lo hace conmigo sin que me de cuenta. 

Las clases habían comenzado hace dos meses, y hasta el momento no había sido tan interesante como me había imaginado. Sin duda, la clase que más odio hasta el momento era herbología, no tengo interés alguno en las plantas, aunque, a Neville le encantaba, por lo que solía transmitirme su entusiasmo al estudiar.

Draco ya está enterado de mi amistad con Neville y Hermione. Como era de esperarse, se lo tomo muy mal, hizo un berrinche por casi dos semanas enteras, pero al igual que él, siempre consigo lo que quiero, después de tanto años se de sobra como manejar a mi primo, asi que, conseguí convencerle de que se mantuviese callado y no dijese nada a sus padres.

Aunque desde el ataque de aquel troll, Hermione ha estado más unida a Harry y un tal Ron, que supongo que debe ser el Weasley que mi primo vio en el tren. También conocí a los gemelos Weasley, son bastante populares en Hogwarts por sus bromas, y fue justo por eso por lo que hable con ellos, hace unas semanas le gastaron una broma a Draco, y aunque el se puso rojo del enfado y la vergüenza, yo no pude evitar reírme. 

En las clases me va bien, puedo afirmar que soy la mejor de clase. En especial en pociones y en defensa contra las artes oscuras, Snape me parece un buen profesor y disfruto sus clases, sin embargo, no puedo decir lo mismo del profesor Quirrel, no creo que tenga mucha idea sobre la materia que imparte, además, en muchas ocasiones se me queda mirando fijamente, incluso a veces sonríe mientras lo hace, sinceramente creo que algo no anda bien en su cabeza.

Hasta que no llegué a Hogwarts no había tenido que mentir sobre mi madre, y hacerlo me ha hecho replantearme la identidad de mi verdadero padre. Mi tía siempre ha insistido en que no sabe quien es, y que probablemente mi madre tampoco lo sepa, pero hay algo que me impide creerlo. No conozco a mi madre, pero no le veo como esa clase de persona que esta con cualquiera, y encima no tiene el cuidado de no quedarse embarazada. Pensé en preguntárselo a Dumbledore, ese hombre tiene pinta de saberlo todo, pero tampoco se con certeza que él vaya a saberlo. De todas formas, tampoco estoy segura de querer saberlo. 

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