Quinto año 4

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Golpee la puerta del despacho del sapo.

- Adelante.- pase y vi a Harry ya sentado.- La esperábamos señorita Black.- hizo énfasis en mi apellido. El despacho era completamente rosa las paredes estaban repletas de cuadros con gatos en ellos, mire todo el lugar asqueada.

- Hoy escribirán unas cuantas frases.- bien, entonces sería fácil.- No saquen sus plumas, van a usar una mía muy especial.- nos dio una a cada uno.- Usted señor Potter, escribirá "No debo decir mentiras" y usted señorita "Debo respetar a la profesora Dolores Umbridge".- resaltó su nombre.

- ¿Cuántas veces?- preguntó Harry.

- Digamos que tantas como se requiera para que cale el mensaje.- le pregunte por la tinta y está solo contestó que no nos haría falta.

Comencé a escribir en el papel y empecé a notar un pinchazo en mi mano izquierda, llevé mi mirada hasta esta y vi que lo que escribía se estaba grabando en mi piel.

- ¿Es consciente de que si el Ministerio le encuentra este objeto y adema usándolo en alumnos es usted la perjudicada verdad?- le pregunte.

- Pero nadie se enterará señorita Black.- me miró a los ojos.- Informe a tu familia sobre el castigo y estuvieron de acuerdo en que se realizase, incluso puede ver la decepción por tu actitud en tu querida tía.- la mire con el ceño fruncido y seguí escribiendo. 

Salí del despacho junto con Potter, mi mano ardía y una fea cicatriz se veía en ella.

- La odio, hay que decirselo a Dumbledore.- le dije al chico de gafas.

- No, Dumbledore ya tiene demasiadas cosas en la cabeza. No le daremos a Umbridge esa satisfacción.- me respondió.

- Bien, nos vemos mañana.- me dirigí hacia mi sala común.

- Alya, ya has vuelto del castigo.- Draco se acercó a mi.- ¿Qué te han hecho? Mamá me envió una carta diciéndome que te controlase, parecía decepcionada.

- Esto es el castigo.- le enseñe la mano, al verla  abrió levemente su boca.- Tus padres lo han consentido, ¿sabes por qué?, porque no soy tú.- quite mi mano con brusquedad.- Siempre he querido a Narcissa como si de mi propia madre se tratase, pero se ve que ella a mi no.- fui corriendo hacia mi habitación.


Estaba "disfrutando" de mi desayuno cuando se escucharon a dos voces femeninas pelear.
- Perdóneme, profesora, ¿pero que insinúa exactamente?- se escuchó la voz más irritante del mundo.

- Sencillamente le estoy pidiendo que cuando se trate de mis alumnos, cumpla las prácticas disciplinarias establecidas.- le respondió una enfadada Mcgonagall.

- Seré boba, pero suena como si cuestionase mi autoridad en mi propia clase, Minerva.- se defendió el sapo.

- En absoluto, Dolores.- ese nombre le venía genial.- Tan solo sus métodos medievales.

- Lo siento mucho, querida, pero cuestionar mis prácticas es cuestionar el Ministerio, y por extensión, al ministro mismo. Soy una mujer transigente, pero si hay algo que no tolero, es la deslealtad.- cada día odio más a esta vieja, iba a hablar pero una mano me lo impido, George.- Las cosas en Hogwarts están mucho peor de lo que me temía, Cornelius querrá tomar medidas inmediatamente.

- Venga Alya, vámonos.- George tiro de mi hacia no se donde.- Harry me contó lo del castigo.- busco en sus bolsillos un pequeño bote.- Hermione lo hizo, sirve para calmar el dolor.

- Tranquilo ya no me duele.- intente apartar de mi mano de entre las suyas pero no me lo permitió, abrió el bote y comenzó a extender la crema de dentro a lo largo de mi herida.- Mierda.- comenzó a escocer.

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