Quinto año 6

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- ¡Señora Weasley!- bajé corriendo las escaleras.- Voy a salir, vuelvo pronto.

- Esta bien, ten cuidado cielo.- salí de la casa, y me encamine hacia un callejón donde nadie pudiese verme, iría con ayuda de un traslador a una zona mágica. 

Me había levantado antes que el resto para poder ir a comprar regalos de Navidad, usaría el dinero que mando mi tía a principio de curso, "por si quería comprarme algo". 

Entre en una tienda que tenía todo lo relacionado con el quidditch y escobas, le compré a Harry un equipo para que cuidase la saeta que Sirius le regalo. Después fui a una tienda de antigüedades y vi un collar color dorado con una piedra roja, que según decía daba protección a quien lo llevase, se lo regalaré a Ginny, hace juego con su pelo.
Encontré un libro sobre leyendas o algo así y decidí comprarlo para Hermione. Tenía dudas sobre si comprarle algo a Ron, no nos llevábamos del todo bien, pero usaría esto para hacer una tregua entre nosotros, solo le compré varios dulces, no éramos tan amigos como para saber sus gustos. A Fred le compré una chaqueta muy bonita y además abrigaba un montón.
Entre a una joyería, todo se veía muy bonito, me acerque a los a uno de los mostradores y comencé a mirar los anillos que había dentro.

- ¿Necesita ayuda señorita?- se me acercó una anciana, con una sonrisa amigable.

- Quiero dos de esos.- señale un anillo de oro sencillos.

- ¿Quieres que grabe algo en ellos?- preguntó mientras los sacaba.

- No, lo haré luego.- busque en mi bolsillo galleones para pagarla.

- ¿Son para ti y para tu novio?- me entrego los anillos en dos pequeñas cajas.- Perdón que me entrometa.

- Si, se que soy joven.- rasque mi nuca.- Pero le quiero, y se que quiero pasar mi vida con él. Además, quien sabe lo que pueda pasar.- le entregue el dinero.

- Les deseo lo mejor señorita.- le devolví la sonrisa y salí de la tienda.

- ¿Alya?- me giré al escuchar mi nombre.

- ¿Qué haces aquí, Draco?- le pregunte sería.

- Debería preguntar lo mismo, he venido con papá para comprarle algo a mamá por Navidad.- señaló la tienda de la que acababa de salir.

- En ese caso me voy, no quiero encontrarme con él.- me di la vuelta, pero él me paró.

- Es la primera Navidad que pasamos separados.- suspiro.- Al menos se que estás bien. Y por lo que veo no estás sola.- miro a las bolsas que colgaban de mis manos.

- Draco, no te preocupes, estoy bien. Mejor que nunca de hecho.- lo último lo susurré para mi.- Ven.- lo abracé.- Te he echado de menos.

- Toma.- agarro mi mano y colocó uno de los anillos que antes estaba en sus dedos, tenía forma de dragón, hacia honor a su nombre.- Tómalo como un regalo de Navidad.

- Gracias.- me quite el brazalete en forma de serpiente que llevaba.- Tu regalo, así me tienes siempre cerca.- despeine su pelo.- Cada día te peinas peor, bueno Draco tengo que irme.- le di la espalda y me aleje de él. Aunque no lo quisiese aceptar le echaba de menos, la Navidad era un fecha especial, y no estar con él me entristecía.


- ¡He vuelto!- corrí hacia mi habitación y guardé todos los regalos debajo de mi cama. Mire a mi alrededor y las chicas ya no estaban en su cama.
Cogí las pequeñas cajas, y saqué los anillos, en una grave "George Weasley" y en el otro "Alya Black". Los guarde rápidamente al escuchar la puerta.

- Alya, Molly dice que bajes a desayunar.- bajé junto a Hermione a la cocina.

- ¿Qué has hecho esta mañana?- me preguntó la señora Weasley.

- Eh, fui a reunirme con mi primo.- respondí rápido.- Tranquila señora Weasley, el no sabe dónde estoy.

- Llámame Molly, cariño.- nos miró.- Chicas, ¿podéis ir a despertar a los holgazanes? Ya es tarde.- las tres asentimos y fuimos arriba.

Hermione se disponía a tocar la puerta sutilmente, pero me adelante y la abrí de golpe.

- ¡Arriba!- hice que las cortinas se abriesen con mi varita.

- Joder.- escuché a Ron quejarse.

- Buenos días chicas.- Harry se froto los ojos y se puso las gafas.

- Iré a despertar a los gemelos.- salí corriendo de la habitación, estaba muy emocionada, hoy es nochebuena.
Me acerque a la puerta y la abrí lentamente.

- ¡Buenos días!- una almohada me golpeo.- Auch, Fred.

- ¿Qué formas son esas de despertar a alguien?- Fred se sentó en su cama.

- Déjala, solo está emocionada.- George me hizo un gesto para que me sentase a su lado.
Paso su brazo por mi cintura y apoyo su cabeza en mi hombro.- Buenos días.- dejó un beso en mi mejilla.
Giré mi cabeza y comencé a llenarle la cara de besos, acabando con uno corto en la boca.

- Sigo aquí chicos.- se quejó Fred.

- Alya, hoy se lo diré a todos.- le mire sin comprender.- Sobre nosotros.

- ¿Qué?- me separe de él.- ¿Estás seguro? Digo, no sé, ¿crees que soy buena para ti? Quiero decir, soy Slytherin y mi familia no es la mejor...- bajé la cabeza.

- Oye, no.- se quejó.- Me gustas tal como eres, no me importa tú casa y mucho menos tu familia.- levantó mi mentón.- No eres buena para mi, eras la mejor.

- Créele, puedo confirmarlo.- Fred se levantó estirándose de su cama.- No deja de hablar de ti.

- Bueno chicos, os dejo para que os cambiéis.- me fui no sin antes dejar un beso en los labios de George.- No tardéis en bajar a desayunar.

- ¿Cuánto dinero llevamos?- escuché la voz de George y me quede a escuchar.

- Aun nos falta.- contestó su hermano algo triste.

- Si queremos abrir la tienda, hay que conseguir el dinero pronto.- le dijo George.

- Ya, pero sabes que no podemos pedirle dinero a papá y a mamá.- con que querían abrir una tienda, supongo que con sus productos de bromas.
Ahora que lo pienso aún tengo el dinero del Torneo, y no me hace falta la verdad, tengo el suficiente dinero, digamos que mi madre no me dejó sin nada.

- ¡Harry!- entre a la cocina.- ¿Podemos hablar a solas?

- Si, claro.- se levantó de la mesa.

- ¿Aún tienes el dinero del Torneo?- sabía que él tenía igual o más dinero que yo, si no no le pediría algo así.

- Si, la verdad es que no lo he gastado, ¿por qué?

- Verás, no se si lo sabes, pero los gemelos quieren abrir una tienda.- Harry asintió.- Y como yo no necesito y dinero y tú tampoco, había pensado en dárselo.

- Es una idea genial Alya.- me sonrió.- Se lo daremos por la noche.

- Gracias.- le abrace y deje un beso en su mejilla, haciendo que se sonrojase.- Ya quiero ver sus caras.- me fui dando saltos de alegría.

SerpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora