31

61 12 1
                                    

Había dejado las cortinas abiertas de par en par durante la noche, pues quería despertarse con los primeros rayos de sol. Siendo demasiado pronto hasta para que el señor Hatchard se hubiera levantado aún, Alicia salió de la cama apresuradamente. Sin hacer ruido buscó entre sus pertenencias una valija y la tiró abierta sobre su cama, comenzando a meter sus mudas preferidas (y más sencillas y prácticas) y otros objetos necesarios. Incluyó la carta que Rudy le hubo enviado una vez y su calendario de actuaciones, también la aceptación de su novela por la editorial. Sacó una bolsa de tela y en ella introdujo objetos más valiosos: su cepillo de plata, joyas y decoración lujosa. Y la alianza. Estaba haciendo lo que una vez mejor se le dio: robar.

Hubiera querido llevarse su máquina de escribir, pero lamentablemente solo quedaba su hueco en el escritorio. Aun así, tomó la pluma y la metió en la bolsa.

Dejó su equipaje recién hecho sobre la cama mientras se vestía con otro de sus vestidos, amarillo y rojo oscuro. Se recogió el cabello y lo adornó con unas flores del mismo color, el sol ya entraba por la ventana tímidamente y Alicia Blair quería brillar como él.

Luego, se dirigió donde había escondido las botas el día anterior y se las llevó frente a la cama. Las remiró antes de hacer ademán de ponérselas. Abrió los cordones, levantó la pierna y se puso el primer zapato. Le venían un tanto grandes, pero no lo suficiente como para no honrar a Sasha utilizando sus botines. A demás, cuando se puso en pie, notó cuan cómodos eran. Iba a salir de la habitación para marcharse de una vez, sin embargo, antes de abrir la puerta, bajó la vista y observó la pluma en el interior de la bolsa, junto al anillo de compromiso.

Apretó los labios, antes de girarse por completo, y con paso firme se dirigió al escritorio, antes de agarrar la pluma y sacar una hoja de papel. Mojó en la tinta antes de escribir:

Distinguida familia Berrycloth,

No voy a formar parte de vuestra familia, pues me marcho sola y libre. No odio a mi prometido Quentin Berrycloth, sin embargo, es grosero y desagradable, e intentó abusar de mi pese a no estar casados. Pero el motivo principal es que no quiero ser parte de una familia de explotadores.

Permítanme que me quede con el anillo. Pueden llamarme ladrona, porque lo he sido y a mucha honra. De hecho, les voy a explicar la verdad sobre mí, y con suerte les asquearé y les haré arrepentirse de comprometerme con su hijo. Y con aun más suerte, desconfiaran del mentiroso y ávaro de Rusell Hatchard.

No, no soy la ahijada del señor Hatchard, y la causa por la cual él me acogió en su casa tampoco vino a raíz del fallecimiento de mi madre, como les contó. De hecho, usted, señor Berrycloth, tal vez me recuerde. Nací en 1815, mi madre debió ser una empleada en su industria, no estoy del todo segura pues murió antes de que pudiera contarme nada, por lo que me crié en el hospicio de Ingreste Pl, donde se rumoreaba que los niños sin nombre habían sido bautizados por sus patrones. ¿Recuerda haber llamado a una recién nacida Alicia Blair?

Trabajé en el puesto número 128, hasta que vi como mi mejor amiga Ingrid moría a unos metros de mí, por su culpa. Ese día perdió a otra trabajadora, que prefirió robar que ser robada por alguien que lo tiene todo. Los meses que pasé como truhan fueron los mejores, pese a que vivía en unos establos. Ahí conocí al hombre con quien quiero casarme, y con quien lo haré con amor, y quien no me obligará a ser una esposa como ustedes desean, calladita y obediente; un 0 a la izquierda.

Nunca he tenido nada, desde mi nacimiento he sido una negligente sucia y pobre, como lo ve usted. Mi punto de vista es que usted es poderoso a costa de un monton de personas honradas y privadas de su vida, teniendo que resignarse y aguantar esos maltratos para que usted siga siendo rico y pueda seguir llamándonos vagos.

Alicia BlairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora