Capítulo 2: Yo también te extrañé

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"Yo también te he extrañado".

Ah, sí. Esas también eran las palabras exactas que hubiese querido decir. 

Todo ese tiempo Hinata había extrañado intensamente a Kageyama. No solo extrañaba su presencia y su compañía; también extrañaba jugar con él, extrañaba sus bromas, las miles de competencias que tenían cada día, sus manos en su cabeza al mover su cabello, sus gritos vociferantes cuando se enfadaba y ese rostro serio que siempre buscaba intimidar a sus oponentes. Y por sobre todo, extrañaba la sensación de rematar un pase suyo y la felicidad que se transmitían mutuamente al ganar un punto tras otro.

Juntos.

Después de tanto tiempo compartiendo su día a día, Tobio se había transformado en ese pilar que logra volverte invencible. No solo era un amigo de la escuela, era mucho más que eso. Por esta razón, el comienzo de su vida en Brasil había sido tan difícil para Hinata, en muchos sentidos. La emoción de superación y el comienzo de una nueva etapa se mezclaban como un revoltijo con ese sentimiento de angustia y nostalgia por todo lo vivido junto a sus amigos del Karasuno. ¿Cómo poder expresar emociones tan cruzadas como querer volar y a la vez querer aferrarte a casa desesperadamente? Pero eso era imposible. Todos iban a crecer, inevitablemente, y mucho antes de graduarse Shoyo había decidido que ese sería el momento perfecto para entrenar su cuerpo y encontrar su verdadero potencial.

—La fuerza abrumadora de nuestros rematadores no se compara con tu cara de felicidad cada vez que rematabas uno de mis pases —dijo Kageyama, interrumpiendo por un instante los miles de pensamientos que se atravesaban por la cabeza del pelinaranjo.

Shoyo se mantuvo un momento en silencio. Su corazón comenzó a latir cada vez más rápido mientras los recuerdos de su adolescencia iban y venían en su mente a la velocidad de la luz. Era como revivir cada segundo de esos tres años en el Karasuno en cámara rápida, solo, dentro de su cabeza.

—Sí éramos un dúo perfecto, creo —le contestó luego de unos segundos, con una sonrisa temblorosa y la vista algo borrosa.

Sí. Éramos.

Fue lo que resonó en la mente de ambos, como si sus emociones se cruzaran, interconectadas, anhelando por milisegundos un momento en la profundidad del pasado al que ya nunca podrían regresar.

—Pero, no significa que no podamos serlo de nuevo —señaló finalmente el armador, mirando fijamente a los ojos almendrados del más bajo.

—Iremos a la olimpiadas ¿no? Nos haremos notar para que nos inviten al equipo nacional pronto —afirmó, con tono firme y decidido, acompañado se un leve rubor a la altura de sus pómulos.

Los ojos de Hinata comenzaron a nublarse aún más. Era como si Kageyama supiera exactamente qué decir para llegar a la fibra mas interna de sus emociones. La conversación, que había iniciado como una inocente plática entre viejos compañeros, se había tornado más profunda de lo que nunca pensaron. Aquellas manos que se apoyaban en la alfombra para sostenerlos habían decidido acortar la distancia entre ambos, cediendo a una extraña fuerza de atracción que no podía detenerse.

—Las olimpiadas —murmuró—... ¡¿Podremos jugar juntos de nuevo?! —preguntó mirando a Tobio, ya con evidentes lágrimas brotando de sus enormes ojos marrones.

—¿Tienes alguna duda? —respondió Kageyama sonriendo, antes de acercarse con torpeza para apoyar su frente sobre la cabeza de su compañero.

—Ninguna  —conestó el otro, mientras esbozaba la sonrisa más grande y fresca de toda su conversación.

A estas alturas, las manos de ambos jugadores descansaban tiernamente una encima de la otra, como si no se dieran cuenta, saltándose toda lógica posible, solo cediendo a la dulzura del momento y a la calidez de un tacto familiar y nostálgico. Un reencuentro tranquilo y profundamente deseado, perdido en el espacio tiempo de la realidad que los esperaba al día siguiente, una vez que fuera hora de enfentarse en la cancha después de tantos años.

—¿Sabes por qué vivo aquí? A un par de calles hay un gran parque público y tienen una red de vóleibol para jugar libremente.

—¡Waaa! ¡¿Puedes jugar cuándo quieras?! —preguntó Shoyo, atontado por la emoción.

—Obviamente, por algo es un parque público, idiota... ¿Quieres ir? —consultó Kageyama, quien, tras esa última pregunta, pudo sentir el verdadero fuego brotar de sus profundos ojos azules.

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¡Hola a tod@s! Muchas gracias por comenzar a leer esta historia. Mi nombre es Hazel y soy traductora inglés-japonés, aunque mi verdadera pasión es escribir y dibujar las historias que me imagino. Es la primera vez que hago un fanfic Kagehina y estoy muy emocionada de continuarlo, ya que esta es mi ship favorita en todo el mundo 🖤

A partir de los próximos capítulos quizás haya algunos spoilers más notorios del manga, aunque la mayoría de las situaciones serán de mi autoría, ya que quiero escribir sobre lo que a mí me gustaría que pasara.

También tendremos algo de Lemon más adelante, espero que no les moleste mucho la lectura erótica 🙊

En mi Ig hazel_pr_02 tienen las viñetas que dibujé relacionadas con esta parte del fic y otros dibujos que encontrarán más adelante en la historia.

¡Muchas gracias nuevamente! 🖤

El dúo perfecto《KageHina》💙🧡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora