{9} Primer Plan

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Alexa.

Todo está listo, esta mañana decoloré mi cabello y teñí las puntas de celeste, hice que mi cabello se viera como nido de pájaro, cree una copia mía con el cabello castaño para que se quedara en casa y nadie sospechara, ella haría todo lo que hago yo, ir a la escuela y estar con mi familia, también la use para que me golpeara, Maya desactivo su poder de mi cuerpo, si me golpean puedo sangrar, más aún así la sangre que ellos quieren es la de Maya así que no lo conseguirán ya que la sangre que se derrama es la de blake, mi copia me rompió el labio, y dejo moretones en todo el cuerpo, no siento dolor gracias al amuleto, mi estado es verdaderamente un asco, es perfecto.

Aparezco en la azotea donde están los gemelos, hacen una mueca al verme.

— Estoy Di-vi-na ustedes lo que están es celosos de no lucir como yo.— digo con aires de grandeza.

— Te vez... poco atractiva.— dice Drake después de buscar palabras adecuadas y que no fueran ofensivas.

— Tú siempre te ves poco atractivo.— defiendo.

— Auch, eso fue un golpe bajo.— dice Demián.

— Habla el que tiene mi mismo rostro, tal vez sea una indirecta no lo sé, piénsalo hermanito.— se burla y Demián bufa.

— Ya vámonos.— dice abriendo una brecha, entramos y salimos cerca de la cabaña donde está la secta, no es su lugar fijo solo están de paso, mi trabajo es que me lleven a la verdadera casa, Demián me seguirá por mi olor para no perder el rastro.

— Hagan lo que hagan conmigo, no intervengan.— digo mirando a Demián. Asiente.— Nos vemos chicos.

Empiezo a caminar torpemente, me caigo en uno de los charcos de lodo para mejorar mi aspecto, me levanto y empiezo a llorar para que se me termine de correr el rímel, si luego de esto no tengo un Oscar no voy a aspirar a nada más en mi vida. Hay algunos miembros afuera, doy inicio a mi drama, me tropiezo a varios metros de la cabaña y caigo al suelo, sollozo y grito por ayuda, mi cuerpo tiembla y me intento arrastrar hasta ellos, varios me miran y se acercan, me ayudan a sentarme.

— Por favor ayúdenme, se los suplico, va a matarme por favor ayúdenme.— suplico con desesperación.

— Llamen al Maestro.— dice uno de los hombres. Me ofrecen agua y bebo con desespero, veo salir de la cabaña al encapuchado, se acerca a mi, no puedo definir su rostro muy bien por la capucha y las lágrimas en mis ojos.

— Por favor ayúdenme.— sollozo. El encapuchado se agacha frente a mi y quita su capucha, unos ojos azules conocidos me devuelven la mirada, se parece a Demián.

— ¿Como has llegado aquí? ¿Quien te ha hecho daño pequeña?— pregunta acariciando mi cabello, mi respiración es pesada.

— Mi padre.— digo en un susurro.— tiene que ayudarme, escape de casa cuando me golpeo y si vuelvo va a matarme, lo hará.— murmuró asustada y miro a los lados.— Va a venir por mi.

— Nadie vendrá por ti pequeña, te ayudaremos pero temo que no podemos hacerlo sin nada a cambio, debes unirte a nosotros y así te protegeremos, así nadie te hará daño.— dice. Mi mirada refleja esperanza ante sus palabras y él está complacido.

— Lo haré, haré lo que sea, solo no quiero volver con él, haré lo que me pida se lo prometo.— digo rápido.

— Bien, primero debes hacerte esta marca.— muestra una marca son dos triángulos uno sobre el otro, tal y como la marca que tienen los tres fragmentos solo que sin la M en medio, me ofrece un cuchillo y lo miro con algo de miedo.— Si quieres protección debes hacerlo, nadie más te lastimará.— dice con seguridad, asiento, tomo el cuchillo, mi mano tiembla.

— ¿Puede hacerlo usted?

— No pequeña debe ser por tu propia mano.— dice y por su tono convencería a cualquiera de hacer lo que sea. Empiezo a cortar, hago una mueca de dorlor y sollozo pero no lo dejo de hacer, la sangre brota de mi brazo, termino te hacerla y uno de los miembros se encarga de limpiarla, me pone una venda.

— Ahora estarás segura pequeña, aunque eso no es todo, ven, debes ducharte para estar lista para la ceremonia.— dice ayudándome a levantar.

— ¿Ceremonia?— pregunto.

— Te daremos la bienvenida, haremos algunas cosas y si la soportas serás de las nuestras.— dice llevándome dentro de la cabaña, tiene un aspecto deteriorado, y me doy cuenta de que no hay muchas mujeres por no decir que solo vi una en el camino hacia la ducha.

— Haré lo que sea...— digo y no termino para que él lo complete con su nombre.

— Llamame Maestro.— dice y asiento.

Me lleva a un baño y me dice que me tome mi tiempo, suspiro quedando sola, me desvisto y entro a la ducha, va todo bien hasta ahora, cuando salga empezarán a jugar, y con eso me refiero a que me cortaran para satisfacerse. Me ducho y quito todo rastro de tierra de mi cuerpo, peino mi cabello al salir con un cepillo que estaba en el lavamanos y me pongo lo único que dejaron ahí, una bata negra, nada más. Salgo y voy a donde me había indicado, hay una mesa y todos los miembros esperan al rededor de ella, trago en seco. Llego frente al maestro.

— Quítatela por favor.— dice refiriéndose a la bata, con algo de duda lo hago, quedo completamente desnuda frente a todos, pero ninguno le pone atención a eso.— Acuéstate.— dice.

Me subo a la mesa y me acuesto en ella, me atan de pies y manos a las patas de la mesa.

— Cierra los ojos, si puedes con esto, nada más te dañará pequeña, te lo prometo.— dice él y yo asiento cerrando los ojos. No estoy incómoda al estar desnuda, solo me trae recuerdos de cuando Arkam me torturaba.

Empieza a pasar una navaja por mis piernas, hacen cortes no tan profundos, no siento dolor pero no me queda más que hacer muecas y removerme. Corta mis piernas, brazos y abdomen. Grito de dolor mientras sigue, lo disfruta, todos lo hacen, disfrutan mis gritos de dolor. Siento como clava el cuchillo en mi abdomen, grito y me retuerzo, no fue profundo, sabe exactamente qué hacer para hacer sufrir a las personas pero no matarlas, pasan varios minutos en los que sigo sintiendo cortes hasta que se detiene. Estoy llorando pero no me retuerzo, tan solo hago muecas y jadeos de dolor.

— Nos veremos mañana pequeña, suerte.— dice y sin más se va, todos se van dejándome sola, esperarán hasta mañana a ver si muero desangrada o no, son unos malditos, por eso muchas personas murieron. Para entrar a esta secta se necesita estar o muy loco o muy desesperado, yo sé por que solo hay una mujer aquí, a las demás las usan, las dejan entrar pero las mantienen encerrada para satisfacer las necesidades de estos enfermos, esa pobre mujer tan solo es una que trajeron a su viaje para cuando se les antojara. Me duermo, obviamente no morire así que solo me queda esperar.

Ámame [fragmentos oscuros]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora