R. O. T. B. A. S. |4|

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-¡Debo echar un vistazo!

El chico es un chico de unos veinte años, está acostado en el mostrador, somnoliento. 

No tiene ningún entusiasmo para ver a ningún invitado entrar.

Debido a que no hay cosas buenas en la tienda, él sabe que el otro se irá después de hacer un círculo en la tienda. 

Como todos son así, él está acostumbrado, por lo que no puede ser entusiasta.

Gu Ning no se sintió infeliz debido a la actitud de la otra parte, hizo un círculo por la tienda observando todo. 

Estaba muy satisfecha con la posición y el espacio de la tienda después de observar todo detenidamente.

-¿Por qué no hay nuevos productos en tu tienda? —preguntó Gu Ning.

-¿No viste la lista de transferencias publicada afuera? La tienda será transferida. ¡¿Para qué poner nuevos productos?! Solo es perder dinero —dijo el hombre con impaciencia.

A Gu Ning tampoco le importaba la actitud del hombre, y preguntó. 

-¿El dueño de la tienda?

-¿Qué quieres hacer con nuestro jefe? —preguntó el hombre.

Debido a que Gu Ning es una joven estudiante, él no creía que ella tuviera interés en esta tienda en absoluto.

-¿Quieres transferir la tienda? ¡Naturalmente, quiero la tienda!. ¿Con quién puedo hacer los trámites si no es tu jefe? —dijo Gu Ning con curiosidad.

-¿Qué?

Tan pronto como el hombre escuchó eso, inmediatamente recuperó el sentido y se levantó bruscamente, lo que lo hizo ver completamente a Gu Ning.

Al ver claramente la apariencia de Gu Ning, el hombre sintió que estaba familiarizada con ella, como si la hubiera visto en alguna parte, pero no pudo pensar en eso por un tiempo, y estaba ansioso por confirmar las palabras de la otra parte, así que no siguió pensando en eso. 

-¿Dijiste que quieres comprarlo? —dijo el hombre sospechosamente.

-¡Bueno! ¡Sí! —respondió afirmativamente Gu Ning.

-¿Estás segura de que no estás bromeando? 

Mirando la edad de Gu Ning, el hombre dudó.

¡Obviamente Gu Ning notó sus pensamientos!

Gu Ning dijo. 

-Quiero una buena tienda, sin duda, estoy satisfecha con la ubicación y el espacio de la tienda. Si el precio está bien, creo que lo compraré.

-Soy el dueño de esta tienda —dijo el hombre, saliendo del mostrador de inmediato. 

Dio un giro de 180 grados en su actitud y le dijo calurosamente a Gu Ning: 

-Siéntese, señorita. Le serviré una taza de té.

Gu Ning tampoco se negó, se sentó directamente. 

Le sorprendió un poco que el hombre fuera el dueño de la tienda.

Pero fue solo una pequeña sorpresa, después de la sorpresa, no le importó.

Luego de que el hombre sirvió el té para Gu Ning, lo colocó en su mesa. 

Debido a que la taza estaba caliente, no se lo podía entregar directamente a Gu Ning.

Entonces, el hombre se sentó frente a Gu Ning: 

-Hola, señorita. Soy el dueño de esta tienda, mi nombre es Du Laifeng. ¡No sé cómo llamar a esta señorita!