Fuimos un cuento que leeré mil veces. II

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La noche se vuelve mágica y no es tanto por los cometas y la luminisciencia de la laguna, sino por los besos que Edward deja en su cuello y el fuerte agarra sobre su cintura.

- Estoy listo.- era la respuesta a una pregunta que nunca se hizo verbalmente.  Porque las manos curiosas de Edward la hacían en forma de silenciosas caricias.

- ¿Estás seguro?.- el mayor se detiene y le ve una vez más, la luz de la laguna se combina con la casi apagada llama de la fogata y crea sombras su hermoso rostro.

- Sí.- está nervioso, asustado y emocionado.- Que sea nuestra noche.

Recibe la caliente y demandante lengua de su novio, pasea por toda su boca y juega con su propia lengua. Sus frías manos se filtran debajo de su sudadero y tocan con lentitud la suave piel de su estomago.

El espacio en la tienda de acampar es reducido, así que acomoda su cuerpo debajo del mayor por completo y abre un poco mas sus piernas, dejando que el cuerpo de Edward se acomode mejor en ese espacio.

Sus manos comienzan a tocar con timidez la firme espalda, no sabe bien como hacerlo, así que imita las mismas caricias que su estomago y costados reciben.

Sus cabellos se alborotan cuando es despojado de su sudadero, se sonroja al ver a Edward quitarse su propia camisa y tiembla un poco cuando ambos torsos se tocan, completamente desnudos.

- Si algo no te gusta, me lo haces saber, ¿de acuerdo?.- asiente a prisas, tiene una idea baja de lo que le espera y esta emocionado.

Edward baja a su cuello, besa los pronunciados huesos de clavículas, bajando un poco más encuentra un rosado pezón, también lo besa y Peter no puede evitar el sonoro gemido que la acción produce.

- Lo siento.- se disculpa avergonzado.

- Por favor, no lo sientas.- y repite la acción, Peter respinga.- Y no te contengas.

La excursión que Edward hace sobre su cuerpo continúa, su trasero esta siendo aplastado por las grandes manos del mayor, su miembro reacciona a las caricias y comienza a llenarse de sangre dentro de su ajustado jeans.

No sabe que hacer, así que deja que Edward marque el ritmo y que haga con él lo que desee, no se opondrá.

Cuando su pantalón es retirado junto con su ropa interior, cubre su rostro avergonzado, esta ardiendo en timidez y sus mejillas son la evidencia.

- Peter, mírame.- no quiere, no se siente nada orgulloso de la delgadez de su cuerpo y sus extrañas curvas.- Anda, mírame.

- ¿Para qué?.- lo dice con sus manos aun sobre su rostro, por lo que su voz se oye ahogada.

- Para que mires que soy yo. No tienes que esconderte ni avergonzarte.- baja sus manos con lentitud. La sonrisa de Edward le transmite calma.- Me gustas, ¿sí? Todo de ti me encanta, no cambiaría nada.

Una historia sin final. [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora