Su apartamento amaneció lleno de flores. De todo tipo, rosa, tulipanes, margaritas, girasoles, orquídeas, gardenias, lirios. De todos.
En la mesa del café hay una sola tarjeta: Lo siento muchísimo, en cuanto estés listo, hablamos. Steve Rogers. Es su letra, cursiva e inclinada demasiado a la derecha. Peter la deja justo al lado de la otras.
La tarjeta de la mañana siguiente a la confrontación decía: Perdóname. Nunca quise decir eso. También lamento lo otro. Perdón. Steve Rogers.
Dos días después, acompañado de una preciosa caja aterciopelada, de un hermoso tono azul, llego la segunda tarjeta: Sé que estás furioso y muy herido. Y sé que soy responsable de eso. Por favor, contesta mis mensajes. Steve Rogers. Dentro de la caja esperaba el reloj más resiente y exclusivo de Rolex.
Y al cuarto día, se unió la tercer tarjeta recitando: No quiero ir e imponer mi presencia. Sé que aun no quieres verme, pero yo sí necesito verte. Por favor, Peter. Steve Roger. Todo eso de las tarjetas y los detalles, era muy estilo británico, muy digno de Steve.
Ha decir verdad, le provoca un poco de ternura. Sus miles de mensajes y sus llamadas, todo ese afán de llenarle de detalles para conseguir su perdón, era adorable. Pero Peter aun no esta listo, así que deja que el drama de Steve continúe.
Han pasado nueve días del accidente de James, nueve días que su esposo no duerme más en su cama. Nueve días sin verlo, sin escucharle. Ha sido extraño, siente el vacío de él, pero no le extraña.
Entre sus clases en el MIT y su aplicación a la nueva pasantía que la universidad Francesa ofrece le tiene absorbido. Así que no ha pensando realmente que va a pasar o siquiera como afrontar lo vivido hace nueve días.
Noviembre se hace notar en New York, para salir de su cálido apartamento necesita un enorme abrigo, bufanda y guantes, todo el conjunto es de un tono negro. No tiene cabeza para combinar algo más con sus conjuntos.
[...]
Esa tarde termina más temprano de lo normal sus clases. El final de semestre estaba cerca y los estudiantes luchaban contra el estrés. Les comprendía y prefería dejarles ir temprano, algo de aire era necesario para todos ahí.
Camina de regreso a su solitario hogar. Apenas cruza mensajes con Nastasha, para saber el estado del durmiendo James. Ella le cuenta que Steve esta más pálido de lo normal y que se ha dejado la barba, le dice que sea lo que sea, le debe perdonar, porque Steve ya le perdonó a él.
Pero Peter vuelve a arder en rabia cuando esas palabras entran en su sistema, Steve no tiene nada que perdonarle. Fue él quien arruino todo eso, teniendo un amante, presumiendo de él, negando el divorcio, pasando por alto su persona y más.
Peter tampoco se victimiza, sabe bien que se equivoco con Stark, no entiende completamente porque le besaba y le abrazaba. Puede que sea lo mismo que la vez pasada, cada vez que hay sustancias alucinógenas en su cuerpo cede el control y termina volviendo a él, a Tony.
Y Tony, ese era otro dolor de cabeza. Le escribía y le preguntaba el por qué no había vuelto más al hospital y que iba todas las tardes, con esperanza de verlo. Era ridículo, Tony sabia que Peter debía cumplir con sus obligaciones en el MIT, así que si le decía que iba a esperarle, era para hacer más drama.
Lo único que agradece es que no le haya ido a buscar al día siguiente del accidente. Le encontraría con la muñeca y el labio hinchado. Y se armaría otra pelea, porque sabia que Tony estallaria contra Steve al verlo así de lastimado, aunque haya sido todo accidentalmente.
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Una historia sin final. [STARKER]
FanfictionLas mentiras de Tony y el orgullo herido de Peter traen consecuencias: un matrimonio por conveniencia y las ganas de vengarse. Peter esperaba no volver a ver nunca más al mentiroso y egoísta Tony Stark. Pero la vida no te da lo quieres. Tony en ca...