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SENDOH POV

Koshino, Hikoichi y yo nos reunimos en un bar entrada la tarde. Eran con quién mejor me llevaba del equipo, además de Fukuda que hoy no podía venir con nosotros. Todo y que Hikoichi había entrado hacía poco en el equipo y era de primer curso, habíamos congeniado muy bien pues era un chico agradable y simpático, a la par que distraído y fácil de impresionar. Por lo que respectaba a Koshino, siempre había ido conmigo a la misma clase y habíamos entrado en el baloncesto juntos; era un chico más bien serio pero siempre podía contar con él para lo que fuera.

Hablamos de todo y nada a la vez, más entretenidos por la facilidad de embriaguez de Hikoichi que por cualquier otra cosa. Obviamente salió a la palestra Kanna como tema de conversación, pero de forma muy diferente a la del entrenamiento. Mis amigos tenían curiosidad por saber más de aquella chica que había captado mi atención, pues no era para nada habitual. En ese entorno si me sentía más favorable a compartir mi vida privada, supongo que también facilitado por la cuarta cerveza de la velada.

Les conté el incidente por el cual empezamos a hablar Kanna y yo, y como ella no sabía acerca de mi ''persona pública'' como jugador del Ryonan. Asimismo les expliqué que Kanna tocaba una gran variedad de instrumentos y componía sus propias canciones, aunque no había tenido ocasión de escucharla aún. Me guardé para mi el sentimiento de vínculo que sentía cada vez que habla con ella, pues no sabía muy bien cómo gestionarlo.

- Fue agradable que una chica no esperara nada de mí, pero además me atrajo su seguridad y forma de hablar. Creo que ella y yo nos parecemos más de lo que creemos.

- A mí me ha caído bien - dijo Hikoichi con sonrisa atontada por el alcohol.

- A ti todo el mundo te cae bien - Koshino le dio un codazo y luego se dirigió a mí- pues esperemos que salga todo bien con ella. - Me sonrió dándome ánimos.

Después de varias horas, nos despedimos y me dirigí hacía mi piso. De camino pasé por delante de su casa y me quedé unos minutos parado allí. La ventana por que la cual había salido la cabeza de Kanna esta mañana, que intuí que era su cuarto, tenía las luces apagadas. Supuse que estaría reunida con sus padres en el salón, disfrutando de su compañía. Me pregunté si se le hacía difícil no ver a sus padres la mitad del tiempo, aunque ella parecía muy independiente. Yo por mi parte, hacía tiempo que me había acostumbrado a no verles casi el pelo a mis padres, pues eran un pareja de empresarios en Tokyo. Sí, mi familia estaba en una posición privilegiada, pero eso siempre me había importado bien poco. Sólo sabía que aquello me permitía vivir solo y poder comprarme las Jordan que me gustaran, pero nunca había tenido la necesidad de presumir de tener dinero.

Proseguí mi camino hacia casa, con la única luz de las farolas de la calle. Ese barrio era muy tranquilo y era agradable pasear esas horas por ahí. Soplaba un aire frío, pero mi chaqueta del equipo me abrigaba lo suficiente. Aproveché la calma del momento y saqué mi pequeña libreta del bolsillo interior. Era muy pequeña, cabía en una de mis manos, pero era muy cómoda de llevar a todas partes. Por otro lado, tendía hacer la letra pequeña y no solía usar márgenes; mis escritos eran bastante caóticos visualmente, solo podía entenderlos yo, aunque para ser sincero nadie los había visto antes. Había desarrollado la capacidad de escribir mientras iba andando, aunque la caligrafía fuera nefasta. Empecé a escribir con un bolígrafo normal y corriente acerca de lo que me pasaba por la cabeza en esos momentos.

Lo primero que hice al llegar a casa fue colocar la libreta en la única estantería que tenía, junto a un montón de libretas del mismo tamaño, aunque de diferentes colores y grosores. Llevaba ya varios años escribiendo en ese estilo de libretas y las guardaba todas en orden cuando acababa de escribir en todas sus hojas, de más antigua a más reciente. Algunos de los contenidos que se encontraban entre esas páginas lo había pasado a ordenador, pero la mayoría lo conservaba en físico. Escribir me ayudaba a ordenar mi cabeza y también me invitaba a imaginar; podía escribir tanto un pensamiento como la idea para un historia. De hecho en mi ordenador tenía montones de borradores de todo tipo de historias que se me ocurrieran, unas más cortas o más largas, de un género o de otro. Mi interés por la escritura había nacido por mi adicción a los libros desde bien pequeño. Consumía montones de libros de diferente índole pues mi padre tenía una extensa colección en su despacho que me dejaba consultar siempre. Al principio había sido una excusa para tener algo que hablar con él cuando estuviera libre de trabajo, pero eventualmente me volví un gran fanático y empecé a ampliar la colección de las estanterías de mi casa. Con el paso del tiempo y cuestión de ensayo y error empecé a escribir decentemente, ganando algunos premios de poca importancia de relatos cortos. Al llegar al instituto decidí mantener en secreto mi afición por la escritura.

ONE-ON-ONE [Akira Sendoh]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora