Una Lección De Amor (Suerte #7.7)

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Cap (2/2)

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Ojos azules a medio cerrar desbordando placer, boca entreabierta soltando esos bajos y roncos jadeos que denotaban satisfacción pura. Su fuerte pecho subiendo y bajando con cada respiración. Raúl se removió en medio de aquel sueño que se estaba volviendo recurrente. Su mente rememorando y modificando aquella escena de la cual había sido testigo, sin querer, unos cuantos días atrás en los vestidores del equipo.

Vic Liberman estaba contra la pared del área de la duchas, con los pantalones a mitad de los muslos, recibiendo gustoso un mamada y él se veía... Raúl volvió a removerse entre las sábanas de su inmensa cama aun inmerso en aquel sueño. Su respiración agitada y un cosquilleo recorriéndolo de pies a cabeza.

—Si, eso es...— decía el Vic de ese sueño— no te detengas, lo haces tan bien — su voz profunda y rasposa.

En la escena original era Reiner quien estaba arrodillado frente a Vic, saboreándolo como si se le fuera la vida en ello. Pero en aquel sueño del demonio, Raúl se vio a si mismo sobre sus rodillas, haciendo algo que era imperdonable. Su subcosciente era una mierda, porque de otra manera no sabía como explicar la nitidez con que logró visualizar esos ojos azules viéndolo con hambre y aprobación.

—Estoy cerca, estoy cerca— decía el Vic falso antes de correrse con un profundo gemido...

Fue ahí cuando Raúl despertó de golpe con el corazón vuelto loco, la respiración hecha un desastre y lo peor de todo... un doloroso bulto entre sus piernas. Nada que ver con las típica erecciones matutinas. Se sintió asqueado al notar que ese jodido sueño le había provocado aquello.

—Es una puta pesadilla— gruñó cubriéndose el rostro con las manos y luego siseando por el dolor en su pómulo magullado. Llevaba días teniendo ese sueño de mierda. Desde que sin querer vio a Vic y al puto Reiner en aquella situación.

Se estremeció empujando lejos los remanentes del absurdo sueño y se puso de pie apartando las sábanas con furia, como si ellas tuvieran la culpa de lo que le pasaba. Pisoteó hasta llegar al cuarto de baño y se metió bajo la ducha maldiciendo cuando el agua fría lo golpeó, pero era la única manera de deshacerse del problema en su entrepierna, porque ni loco iba a tocarse, no cuando sabía lo que le había puesto tan duro.

Deseó con todas sus fuerzas que fuera sábado para poder quedarse en su habitación o en todo caso ir a cualquier otro lugar que no fuera el campus, porque no tenía ganas de verle la jodida cara a Vic y su jodido... novio. El solo pensarlo le causaba un sensación desagradable en el estómago. Tampoco quería presentarse a la práctica después de haber sido humillado el día aterior. Sin embargo no podía darse el lujo de faltar, no después del sermón del demonio que el entrenador Donner le había dado el día anterior.

—Eres uno de mis mejores tacleadores, Danields. Pero ya estoy harto de esa mentalidad tan prejuiciosa y problemamantica que tienes— le había dicho en tono duro en el interior de su oficina. El hombre había estado realmente enojado— mi deber como entrenador principal de este equipo es hacer de ustedes jugadores competentes que tengan una oportunidad de desempeñarse como profesionales, pero también es mi deber como adulto y ser humano responsable el inculcarles buenos valores. Así que lo que hiciste allí afuera, lo que has estado haciendo desde antes con Sebastian Clearwater, no tiene nada de bueno. Es vergonzoso, es deprimente e indignante. ¿Qué les he dicho siempre sobre el equipo?

—Que debemos tomarlo como una segunda familia— gruñó tratando de mantener su furia bajo control.

—Pues parece que tengo la familia más disfuncional de la historia y que tu eres el miembro más problemático— el hombre se quitó la gorra y la lanzó sobre el escritorio dándole un mirada llena de serieda y enojo— No voy a soportar que sigas despreciando a tus compañeros solo porque no estás de acuerdo con lo que hacen con su vida privada.