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Cap (1/2)

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Los últimos días habían sido bastante ajetreados con todo el asunto de la mudanza y a pesar de que encontrar una casa que cumpliera con sus estándares de comodidad, fue un infierno moverse desde un punto del país a otro y no es que él y Vanessa tuvieran tantas cosas, pero aun así le quedaban un montón de cajas que desempacar.

Por eso cuando su socio, Beuford Danields, lo invitó a cenar, no dudó en decir que si, por una parte porque la distracción les vendría bien, pero también porque para él era importante tener una buena relación con sus socios.

Okey, y también aceptó porque parte de él, una parte muy pequeña e irracional de su ser, quería volver a toparse con Raúl Danields, el impertinente chico de los ojos enfurruñados. Así que se encargo de preparar a Vanessa, lo que en si significaba persuadirla para usar un vestido. Su pequeña era una criatura aventurera que gustaba de ir de un lado para otro y encaramarse en donde pudiera por lo que su atuendo favorito eran los jeans o pantalones cortos y zaptillas deportivas o botas. Pedirle usar vestido era como pedirle que le hiciera un favor de vida o muerte; sin embargo lo consiguió y ella se veía hermosa con el vestido azul de lunares blancos.

—Esto es incómodo — se quejó ella mientras recorrían el caminillo de entrada en la residencia Danields. El lugar era impresionante eso no iba negarlo, pero personalmente no hubiera elegido un lugar tan grande.

—Pero te ves hermosa— la eligió acariciando su cabello— como una muñequita.

—No quiero ser una muñeca— murmuró con el ceño fruncido— Oye papá.

—Dime, cielo.

—¿El señor y la señora Danields tienen hijos pequeños?

—Hasta donde sé, no. Tienen dos hijos pero ambos van a la universidad.

—Entonces me aburriré un montón — volvió a quejarse.

Normalmente Vanessa era una niña muy risueña y nada quejumbrosa, sin embargo Stephan sospechaba que su actitud no solo se debía al hecho de estar usando vestido, sino al repentino cambio de ciudad y de vida. Puede que Vanessa no haya sido demasiado unida a su madre, pero de igual forma su ausencia la hacía sentir un poco fuera de base. Stephan E
Esperaba que su ánimo mejorara en unos cuantos días, cuando empezara a ir su nueva escuela e hiciera nuevos amigos. Tenía una gran facilidad para eso después de todo.

—Ya verás que no— dijo para animarla al tiempo que tocaba el timbre.

No tuvieron que esperar demasiado para que la puerta se abriera. En ella apareció una hermosa mujer de cabello oscuro y ojos castaños. Ella sonrio dulcemente al verlos.

—¡Bienvenidos! Espero que no haya sido difícil encontrar la dirección.

—Para nada, llegamos sin problemas.

—Me alegra oirlo, mi nombre es Miriam, soy la esposa de Beuford.

—Mucho gusto, soy Stephan Knightley y esta es mi hija Vanessa.

—Buenas noches, Señora Danields — saludó la niña, porque aun si estaba irritada no olvidaba sus buenos modales. —Gracias por la invitación a cenar.

—De nada querida— Miriam parecía encantada con la niña— Eres un amor, pero por favor, pasen, pasen.

Se hizo a un lado y los dejó entrar al enorme recibidor de la mini mansión. El suelo era de madera en un tono oscuro que combinado con el blanco de las paredes solo elevaba la elegancia del lugar. La decoración era muy sobría pero sin perder el estílo. Era un lugar agradable sin duda.

Una Lección De Amor (Suerte #7.7)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora