Capítulo Uno.

3.3K 202 58
                                    

— ¿Otra vez aquí? —escuche a Fred preguntar.

— No, es que me apetecía estar acostada en la mierda de colchón dentro de una puta celda, luego de tanto se extraña, imbécil —conteste fríamente, yo sabía su identidad y por ello actualmente quería pegarle con su propia porra, pero bueno, si lo hacía seguramente me encerrarían por más tiempo.

— Joder que no me hables así, tener 18 no te hará librarte del maldito castigo que te llegara al pisar la casa, y agradece que no me apetece llamar a tus padres para avisarles qué hizo su imbécil hija —mientras decía aquello se acercó a los barrotes y los apretó, sabía que estaba enojado y que al llegar a casa me iba a esperar una discusión pero ya no me interesaba, sabía que al abrazarlo se le iba a pasar toda la mierda.

— ¡¡Ah llegado su héroe!! —gritaba un hombre con capucha negra, por su manera de caminar, su voz, y por su ego me di cuenta que se trataba de Dan— Hola, Preciosa, aquí llegue a rescatarte de este horrible calabozo —decía mientras agitaba su mano con las llaves para abrir la puerta de la celda.

Antes que Dan pudiera colocar la llave en su cerradura, Fred le agarro la muñeca impidiéndoselo.

— Ni lo sueñes, estoy hasta la mierda de consentirle toda la mierda que hace, que madure de una puta vez —menciono el de pasamontañas blanco, a pesar que se le tapara la cara podía notar su mueca molesta.

Cuando escuche lo anterior solamente explote.

— Que cojones te pasa, ¿qué mierda te quejas de mí? si soy igual a ti en el sentido de los putos problemas, soy idéntica a ti, hago lo que tú, pero si lo hace otra persona que no seas tú ya te molesta —me levante de la "cama" que había en la celda, en ese momento estaba más que enojada— espera ¿le has dicho al Súper intendente la mierda que haces cuando estas fuera de servicio?, a que no lo hiciste, joder te lo apuesto. Así que cierra la puta boca, imbécil, tú te piensas que por tener al Súper de tu lado todo lo que haces es justificado, pero quiero ver cuando él no pueda cubrirte más y tú te pudras en tu propia mierda, porque yo siendo tú hermana, no pienso salvarte.

Fred le saco la llave a Dan y abrió la celda, para proceder a caminar hacia mí, agarrar mi cuello y estamparme contra la pared, al hacer ese gesto logro levantarme un poco, al punto de llegar ahorcarme si me mantenía mucho en esa posición.

Yo solo lo miraba, esos ojos idénticos a los míos, yo sé que Gustabo en ese momento no estaba en sí mismo, estaba en uno de sus arranques de bipolaridad. Al ver que el enojo le consumía procedí a sonreír, sonreí al escuchar y ver como Dan intentaba alejarlo de mí, ver como mi propio hermano estaba cegado al haberle dicho la verdad.

— Eres una escoria, odio tu simple existencia, la odie desde el primer momento —soltó él muy cerca de mi rostro, en ese momento vi como podría llegar a dejarme inconsciente si le apetecía— Estoy esperando que cumplas los requisitos para ir a perpetua, estoy deseando esa noticia.

— Estoy hecha igual a ti, aquí ambos somos la peor escoria de los Santos, compartimos los mismos ojos, los mismos gestos, y hasta el mismo nivel de bipolaridad —escupí en su cara mientras soltaba una pequeña risa— si yo me llego a hundir en perpetua, tu iras pisándome los talones, si un García se hunde, todos los que lleven ese apellido lo harán atrás. No juegues conmigo, quemo igual que tú.

Apretó más su agarre en mi cuello, pero antes que pudiera hablar y levantar su puño para pegarme, el de la voz gruesa apareció para apartarlo de mi cuerpo.

— ¿Qué coño haces? —gritó Conway, mientras lo esposaba.

Cuando lo apartaron yo caí al suelo, intentando tener un poco de aire, Horacio se había sacado el pasamontañas y se acercó para abrazarme. Escuchaba al de cresta preguntarme como me encontraba, si estaba bien con lo que había hecho el imbécil de su amigo, yo solamente asentía.

Mis ojos fueron a Conway y a Gustabo, quienes estaban hablando, más bien, discutiendo, el mayor se llevó a mi hermano de ahí, supongo que a otro lugar donde yo no esté presente.

El pelirrojo me ayudo a levantarme, se puso el pasamontañas devuelta y salimos de la celda, rumbo a la parte trasera de la comisaria.

— Nini —me llamo el anteriormente mencionado. Él adoraba llamarme de esa manera desde pequeños— quédate en mi casa hoy, no iras a esa casa y menos te quedaras sola en otro lugar.

Sonreí al ver la preocupación de Horacio.

— Pequeño, sé que estas preocupado por mí, pero no me quedare en tu casa, mi hermano y tú son mejores amigos, casi hermanos, no hare que ocurra una pelea entre ustedes por ello —al escucharme él hizo un puchero e iba a negar una parte de lo que dije.

Yo al ver que si seguía no iba a poder negarme al ir a su casa, ya que nunca pude negarle nada al de cresta. Solamente le abrace y me fui, corriendo, él sabía que no podía seguirme si yo empezaba a correr, era un trato que hicimos de pequeños.

Saber dejar ir cuando es necesario.

........................................................

No dejare notas al final de los capítulos, pero creare una "historis" la cual encontraran en mi perfil como "Informes", ahí podrán dejar consultas o errores que encuentren y que le gustarían que arregle. Les recomiendo que pasen por allí porque estaré diciendo algunas cosas sobre esta historia.

John Walker ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora