◇◆◇ TRES ◇◆◇

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-¡Mashi!- gritó efusiva esa voz masculina que tanto había extrañado. Corrió hacia mí y se agachó para abrazarme. Apretó los brazos alrededor de mi cuerpo y yo le respondí, era tanto el tiempo que había estado separado de mi mejor amigo y aquellas conversaciones telefónicas no llenaban totalmente el vacío

-¡Pero como has cambiado!- dijo algo asombrado mirándome.

-¿Cuál cambio? Si sigo igual desde la última vez que nos vimos- dije y me separé.

-Por favor, tu cabello es diferente- observó.
-¿La maraña de pelos que cargo en la cabeza?¿qué de diferente tiene? Sigue igual de despeinado que hace años- bromeé-. Aún así, tú tampoco has cambiado mucho.

Efectivamente, Haruto no había cambiado en lo absoluto, excepto por unos cuántos milímetros más agregados a su cabello negro y lacio. El fleco que quedaba a la altura de sus ojos, y el demás cabello alcanzaba una medida un poco larga, ya que sólo llegaba hasta el medio de sus orejas.

-Ejem...- el joven que estaba a nuestro lado, JunKyu, se aclaró la garganta haciéndose notar. Ambos lo miramos.

-Ay, lo siento- dijo Haruto dándole unas rápidas palmadas en uno de sus brazos con su mano.- Es que estoy emocionado- dijo y la flamante sonrisa en su rostro se expandió aún más cuando me miró-. ¡Hay tantas cosas que quiero contarte!- me avisó

-¡Yo también!- musité emocionado.

-Supongo que ya se conocieron- volvió su atención a JunKyu.

-Sí- dijimos los dos al unísono y luego reímos de nuestra sincronización.

-¡Ah! ¡Esto será genial!- exclamó Haruto. Se levantó del piso junto con JunKyu, mientras que yo me quedé ahí sentado.

-¿Pero qué haces allí? Levántate, ¿por qué no entraste?- dijo Haruto curioso mientras que JunKyu me tendía la mano para que me pudiera levantar del piso. El deseo de tocar su excitante piel de nuevo me invadió al ver la palma de su mano extendida hacia mí. La tomé y me ayudo a separarme del piso.

-Gracias- murmuré. Él sólo me sonrió, separando los dos engranes que de habían unido de nuevo. -Lo cierto, Haruto, es que me dejaste la llave equivocada- me quejé intentando mirar a mi amigo y no a la perfección que tenía a mi lado.

-¿La llave equivocada?- se sorprendió.

-Sí- le dí la llave que guardaba en la bolsa de mi sudadera.

-Oh, perdón- me sonrió- Sí, me confundí- esculcó entre las bolsas de su chaqueta y encontró un juego con tres llaves-. Este era...- se quedó en silencio un momento-. Eso me recuerda que le debo de dar las gracias a la señora Park por hacerme el favor de entregarte la llave.

-¿La anciana gruñona del 308?- pregunté apuntando con mi dedo pulgar hacia dicha habitación.

-Oye, no es tan gruñona; es linda cuando quiere- se encogió de hombros.

-Y digamos que casi nunca quiere, ¿verdad?- hice un ademán de susto. La señora no se había comportado del todo amable conmigo-. ¿No pudiste dejarme la llave correcta con alguna otra persona menos... amargada?- JunKyu rió.

-Exageras- Haruto meneó la cabeza y rió- Me imagino que estás cansado así que agradéceme que que ya tengo lista tu habitación- me regaló una sonrisa de autosuficiencia mostrándome todos esos dientes blancos de tamaño mediano.

-Te agradecería más si abrieras esa puerta ya- bromeé.

Haruto rió e introdujo la llave a la cerradura haciendo que la puerta se abriera por fin. Me tragué una exclamación de victoria.

-Pasa y acomódate, en unos minutos estoy contigo- anunció y me indicó que me introdujera al departamento.

Intenté levantar del suelo mi par de maletas pero Junkyu se me adelantó.

-Permíteme- tomó una con cada mano y fue detrás de mí, acomodándolas en la orilla de la sala.

-Gracias- musité y le regalé una sonrisa tímida. Él me la devolvió y aquel afecto me produjo una oleada de inspiración; como la que necesita un poeta para su poesía, o un escritor para una nueva historia. Entró por la puerta y fue con Haruto de nuevo, no pude evitar mirarle mientras caminaba hacia la entrada. El estómago me rugió y me dí cuenta de que aún traía la galleta mordisqueada en la mano. Me senté en una de las sillas cerca de la cocina. Mordí un pequeño pedazo y mastiqué perezosamente.

-Vine a buscarte para entregarte el CD que le prestaste a mi hermano- dijo Junkyu con su voz de terciopelo en la puerta del apartamento.

-Kyu, amor. No tenías por qué preocuparte, le dije a Yedam que me lo devolviera cuando quisiera- contestó Haruto. Me atraganté con la galleta.

¿Amor?¿cómo que amor?. Oí perfectamente el chasquido de los labios de Haruto contra alguna parte de la cara de Junkyu mientras que yo intentaba tragar el pedazo de galleta que se me había atorado en la garganta sintiendo cómo me raspaba.

✨ 𝕸𝖆𝖓𝖚𝖆𝖑 𝖉𝖊 𝖑𝖔 𝖕𝖗𝖔𝖍𝖎𝖇𝖎𝖉𝖔 | MashiKyu✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora