◇◆◇ CINCUENTA Y SIETE ◇◆◇

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Maratón 7/8

-¡Haruto!- me levanté desconcertado- Yo no...- intenté explicar.

-¿Tú no qué? Te acabo de escuchar, Takata- las lágrimas salían de sus ojos como si fueran caballos de carrera, desatrampados por ganar- Oí cuando se lo dijiste a Yedam, ¡eres un traidor!- gritó, y al instante sentí el sonoro golpe de la palma de su mano contra mi mejilla, produciendo un ardor instantáneo y el seguro enrojecimiento de mi piel.

Tan duro fue el golpe que, la cara se me desvió hacía un lado y Yedam tuvo que retener a Haruto.

-¡Haruto, tranquilo!- le ordenó asustado.

-¿Cómo quieres que esté tranquilo? Si mi supuesto mejor amigo me traicionó, claro, ahora entiendo todo- no dejaba de llorar y el coraje era leíble en su rostro.

Los nudos se habían quedado atascados en mi garganta, y el corazón, hecho pedazos en mi pecho, latía angustiado. Mis lágrimas eran de amargura, deseaba fervientemente que todo esto fuera una pesadilla.

-¿Cómo no me di cuenta antes? ¡¿Y tú no pensabas decírmelo?!- me empujó y Yedam volvió a sujetarlo.

-Haruto...

-¡Te abrí la puerta de mi casa! ¿Y me pagas robándote a mi novio?- seguía farfullando llena de furia e hizo caso omiso a la voz de Yedam- ¡Qué estúpido! No puedo creer que tú...- se quedó a la mitad de la frase, le dolía bastante. Lo conocía y sabía que estaba hecho pedazos, cosa que sólo sirvió para hundirme más en la miseria. Seguía sin poder hablar, sólo lloraba y miraba a Haruto- Hace algunos minutos estaba llorando porque te ibas- farfulló- Ahora entiendo la razón, qué cobarde- siseó- Pero ¿sabes? Me da gusto que te largues, hipócrita- me dio una última mirada despectiva, dolida, y se dio media vuelta para salir de la habitación.

Me quedé inmóvil, dejando que mis lágrimas se suicidaran sin piedad; respirar me era difícil y sentía que me faltaba el aire.

Yedam me miró decepcionado.

-Ve- alcancé a susurrar con el hilo de voz que salió de mi garganta- No lo dejes solo.

Se me quedó mirando, era una mirada extraña, estaba entre la frustración y la angustia. Pero enseguida salió detrás de Haruto. Entonces me quedé solo.

Las lágrimas no se cansaban de salir y parecía como si nunca se acabaran, esto no debió de haber terminado así, ni siquiera debió tener comienzo.

Me quedé en inmóvil durante un par de minutos y luego, miré a mi alrededor, ya no volvería a ver a Yedam y no había tenido la oportunidad de decirle adiós. Busqué con la mirada algún cuadernillo y divisé una hoja encima de su escritorio; tomé un bolígrafo y garabateé sobre el papel en trazos largos:

Me lo dijiste, lo sé.
Disculpa todo el daño que hice, que le hice a Yedam. Era lo que menos hubiera querido que pasara. Agradezco todo lo que hiciste por mí, gracias por entenderme.
Fuiste como mi mejor amigo y nunca voy a olvidarte.
Perdóname.
Te quiere, Mashiho.

Lo dejé sobre su cama y luego, con un nuevo dolor en el pecho, salí de aquella habitación. Me deslicé como ánima en pena escaleras abajo y cuando bajé a la sala para cruzarla y llegar hasta la puerta, la mirada de la madre de Yedam me detuvo.

✨ 𝕸𝖆𝖓𝖚𝖆𝖑 𝖉𝖊 𝖑𝖔 𝖕𝖗𝖔𝖍𝖎𝖇𝖎𝖉𝖔 | MashiKyu✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora