◇◆◇ CINCUENTA Y UNO ◇◆◇

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Maratón 1/8

Junkyu me sujetó de la espalda, temeroso de que me cayera.

-Usted señor, no tiene por qué tocarme- retiré su mano de mi espalda y le fruncí el ceño en un gesto mal hecho.

-Será mejor que nos vayamos, Mashiho. Doyoung- lo llamó y sacó su billetera para tomar un par de billetes que aventó sobre la barra- Quédate con el cambio. Gracias por llamarme.

-¿Por qué pagas mi cuenta? ¿Quién te dio el permiso?- le miré aún ceñudo y con voz torpe.

-Vámonos, Mashiho.

-Pues yo no me quiero ir- rezongué y luego me crucé de brazos.

-No seas ridículo, Mashiho. Vámonos- me instó a seguir caminando pero me detuve y luego me tambaleé por el esfuerzo-. Si es necesario sacarte de aquí en brazos, lo haré- me advirtió y me miró serio.

Nos quedamos mirándonos por un buen rato, retándonos el uno al otro; pero fracasé por completo luego de perderme en esos bellos ojos color café, protagonista de mis sueños.

-De acuerdo- farfullé -. Tú ganas. Siempre ganas- hice un mohín y luego me dí la media vuelta para dirigirme a la salida; algo que hizo que me mareara.

Pude sentir una firme y fuerte mano sujetándome por la cintura, y al reconocer aquella dulzura en el tacto, la piel se me erizó y un montón de mariposas se desataron en mi estómago.

Maravilloso, incluso ebrio y torpe, Junkyu provocaba esas reacciones en mí. Fruncí el ceño mentalmente.

Cuando llegamos afuera, después de esquivar a toda la gente y que, el aire me movió los cabellos, quité de un tirón su mano en mi cintura y le miré ceñudo.

-¿Qué pretendes, Junkyu?- mi voz me parecía incluso más torpe.

-Sacarte de aquí sano y salvo, vámonos- me apuntó el auto negro del que era dueño, animándome a que subiera.

-No- me crucé de brazos- Ya me sacaste de allá adentro, ya déjame aquí- le hice un gesto con la mano para que se fuera.

-Mashiho, por favor, sube- me rogó serio.

Me giré y comencé a caminar con pasos torpes, sintiendo aún cómo el suelo bailaba bajo mis pies.

-¡Mashiho!- exclamó ordenando que parara, pero lo ignoré- No seas terco.

Seguí caminando, o al menos lo intentaba. Y de pronto sentí que mis pies se despegaron del cemento y unos fuertes y dulces brazos me elevaron.

-¿Qué haces? ¡Suéltame!- intenté luchar- ¡Kim Junkyu, déjame!- pero mis intentos fueron sólo fracasos.

Junkyu caminó los pocos metros hasta su auto y con cada uno de sus movimientos, su perfume varonil que me llevaba a flotar en un paraíso, se metía por mi nariz. Me depositó con cuidado media parte de mi cuerpo en el suelo, mis pies volvieron a tocar el piso; pero mi cintura aún estaba fuertemente ceñida por su mano. Me tenía aprisionado. Abrió la puerta del copiloto del auto y luego volvió a cargarme como una princesa y me depositó con dulzura sobre el asiento. Se inclinó sobre mí y abrochó el cinturón de seguridad sobre mi cuerpo. Oí el chasquido del seguro al cerrar.

-No soy un bebé- mascullé.

Entonces me miró, su bello rostro estaba a sólo centímetros del mío y su respiración me golpeaba el rostro. Sus ojos brillaban con la tenue luz de las lámparas que entraba por las ventanillas del auto. El puñado de mariposas de mi estómago enloqueció.

-No seas tan terco, Mashiho, por favor- musitó y su aliento cálido se metió por nariz, mandando al demonio todas las barreras que quise construir contra él.

✨ 𝕸𝖆𝖓𝖚𝖆𝖑 𝖉𝖊 𝖑𝖔 𝖕𝖗𝖔𝖍𝖎𝖇𝖎𝖉𝖔 | MashiKyu✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora