◇◆◇ CINCUENTA Y SEIS ◇◆◇

267 43 12
                                    


Maratón 6/8

-¡¿Por qué?!- volvió a repetir.

Estaba consiente que Haruro  tenía que saberlo, pero de pronto, me volví cobarde y las piernas debajo de mis jeans temblaron.

-Sólo... ya... Es que ya no tengo nada que hacer aquí, tengo que volver a Corea- murmuré.

-¿Cómo que no tienes nada que hacer aquí? ¿Yo estoy pintado? ¡Claro que tienes mucho qué hacer aquí! Se supone que viniste a pasar navidad conmigo, a estar juntos en año nuevo, ¿y dices que no tienes nada qué hacer aquí?- explotó con todas esas lágrimas corriendo por su rostro.

-Haruto, discúlpame- supliqué- Pero entiéndeme, tengo que irme.

-¡Es que no te entiendo! No logro comprenderte, ¿por qué?

Verlo así, derramando lágrimas por mí era devastador, pero aún verlo cuando estuviera enojado y no encontrara explicación a mi huida, era preferible que verlo con el corazón roto, sin novio ni mejor amigo.

Pero él tenía derecho a saber. Las lágrimas se me atoraron en la garganta y la voz no salió del nudo de ella, sólo abrí la boca, pero no hubo sonido alguno.

Llamaron a la puerta y ninguno de los dos nos movimos, sólo mis ojos se dirigieron a la armazón de madera. Los golpes insistieron, Haruto se giró y fue a abrir dejándome colapsado por la persona que estaba del otro lado.

-Haruto, ¿por qué lloras?-Junkyu lo miró preocupado, el rostro de Haruto estaba enrojecido y sus ojos no paraban de llorar.

Él se dió la vuelta sin contestarle y caminó de nuevo hasta mí, cuando Junkyu me vió llorando también, abrió sus ojos como platos y pensó lo peor.

-Haruto...

-¡Dime por qué maldita sea te vas!- el grito de él lo interrumpió y allí Junkyu pareció caer en la cuenta.

-¿Te vas?- me preguntó y a su rostro asomó una expresión de dolor que lo desencajó por completo.

Ya no podía más, no lo soportaba. Sentía que me derrumbaría allí mismo tras la mirada de dolor de ambos, de dos personas que amaba bastante.

-Sí- obligué a mi garganta a abrirse de nuevo, sólo para contestarle a Junkyu.

-¿Por qué?- inquirió desconcertado y cínico.

Me quejé incrédulo, ¿él me preguntaba por qué? Moví la cabeza negativamente, lo odiaba.

-Mi vuelo sale a las once. Perdóname, Haru- tomé mi sudadera y salí corriendo de allí, simplemente ya no podía soportarlo.

Corrí escaleras abajo y salí al exterior, no tenía dinero y la gente me regalaba miradas raras porque mi rostro estaba bañado en lágrimas.

Había una persona que aún no había visto, una persona que debía enterarse de que me iba y las razones de por qué me iba. Faltaba despedirme de uno de mis mejores amigos, Yedam.

Lo llamé y le pedí que me recogiera, ya que yo no sabía dónde vivía y a los pocos minutos apareció en el parque en el que yo estaba sentado.

Me llevó hasta su casa, porque le pedí que lo hiciera, no quería hablar en plena calle sabiendo que me soltaría a llorar más de lo que ya lo hacía.

Ni siquiera me molesté en apreciar la casa o lo que había en ella, todo lo que hice fue seguir a Yedam hasta su cuarto, luego de saludar a su madre.

-Ahora dime, ¿qué pasa?- me hizo sentar en su cama y él se sentó en la silla de un escritorio que tenía a lado.

-¡Soy uno completo estúpido, Yedam!- farfullé.

-¿Por qué?

-Porque no acaté las reglas, porque le rompí el corazón a mi mejor amigo y porque como un completo cobarde, regreso a Corea.

-¿Cómo? Espera, cuéntamelo por partes, no te entiendo- gesticuló con las manos haciendo señal de que parara.

Suspiré tratando de limpiarme las lágrimas que no se cansaban de salir.

-Regreso a Corea- no sabía por qué siempre empezaba diciendo eso.

-¿Por qué?- dijo con su voz rota y con sus ojos cristalizados.

-Esa... esa es la parte difícil- dije entre sollozos. Unos ruidos se escucharon afuera de su habitación- ¿No deberíamos cerrar la puerta?- dije temiendo que alguien pudiera oírnos.

-Mi madre no se mete en lo que no le incumbe, no te preocupes- me tranquilizó- Dime, por qué te vas.

-Porque soy malo, Yedam- sollocé más fuerte- Si supieras, cuánto me duele... en serio.

-Pero dime ¿por qué?- su tono de voz no sólo era preocupado sino también desesperado.

-Porque... no te hice caso, Yedam. Después de que hablamos por teléfono el otro día yo... me sentí tan mal que cometí una estupidez.

-¿Qué hiciste?- sus ojos marrones se mostraron cautelosos y seguían preocupados.

-Me embriagué y besé a Junkyu.

-¡¿BESASTE A MI NOVIO?!- Haruto apareció de pronto por la puerta, con los ojos abiertos de incredulidad y la cara desencajada de dolor.

✨ 𝕸𝖆𝖓𝖚𝖆𝖑 𝖉𝖊 𝖑𝖔 𝖕𝖗𝖔𝖍𝖎𝖇𝖎𝖉𝖔 | MashiKyu✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora