Prólogo

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La noche era tranquila, las estrellas brillaban con todo su esplendor, era noche de luna nueva. Muchos se encontraban listos para entrar en la cama. Los guardias se preparaban para cerrar aquellas puertas que durante el día recibían a turistas y residentes del lugar.

En una casa no muy lejos, un rubio de ojos azules contemplaba por su ventana con tristeza aquellos puntos en el cielo, pensando en lo desdichada que era su vida y la manera despreciable en que lo trataban, lagrimas caían de sus ojos que reflejaban aquel cielo nocturno que esa noche era diferente.

En otra parte, un castaño de ojos aperlados observaba hipnotizado aquellas luces mágicas que le gustaban, eran hermosas, creadas especialmente para atraer a cualquiera o eso pensaba.
Estaba intrigado, quería conocer aquellas luces que estaban en cielo, quería saber como eran de cerca, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por aquel fugaz brillo.

La noche se iluminó y una de las grandes luces que estaban en el cielo cayó.
Se escuchó un estruendo y la tierra tembló haciendo que el pequeño niño de ojos aperlados sientiera miedo y saliera corriendo.
—¡Papá!, ¡Papá!
—¿Qué ocurre Neji?
—Una estrella cayó— estaba agitado—cayó en el bosque, yo lo vi.
—Tranquilo Neji, todo va a estar bien, ahora ve a la cama.

El hombre le regalo una sonrisa y observo como el pequeño aún con un poco de miedo se retiraba.
El igual estaba asustado, su hijo tenía razón, algo había caído del cielo, pero estaba seguro que no era una estrella.
—¿Qué fue...?— Se pregunto con cierto temor.

—¡Lord Hokage!—el hombre entro de golpe al oficina del mayor —Algo... algo cayó cerca de la entrada y...
—Lo note, no te preocupes. — Contestó aquel sujeto de traje blanco —Vamos a ver que fue.

El hombre que había corrido para dar aviso tragó saliva y siguió al líder de la aldea hasta el bosque, donde aquel meteorito había caído.

Al llegar ambos hombres, se encontraron con varios sujetos que llevaban chalecos verdes y vestimenta negra, aquella banda de metal con el remolino era lo único que brillaba, más adelante estaban otras personas con un traje gris y mascaras. El hombre de blanco se acerco hasta ellos y noto aquel enorme hueco que había ocasionado el objeto al impactarse.

—No hemos encontrado nada raro, señor—dijo uno de los hombres con máscara.
—¿Te refieres a la superficie?— cuestionó el de blanco, mientras su curiosidad le indicaba que bajara.
—Si.

El hombre sonrío y miro al de la máscara.
—Vamos a bajar, acompañame, Kakashi.
—Si.
Tras la respuesta ambos descendieron por el cráter, Kakashi estaba alerta  por si algo desconocido se acercaba. Comenzaron a caminar hacia el centro de aquel agujero y antes de llegar por el humo notaron que algo se movía.
Kakashi se puso en guardia esperando a que aquel humo de polvo se dispersara. Cuando este cedió al fin, ambos hombres se quedaron estáticos por lo que vieron.

—¿Eso es lo que cayó?— cuestionó intrigado el de la máscara.

El hombre de traje blanco se limito a mirar y después de unos segundos se acerco a  "eso" que tenía con la  boca abierta a su acompañante.

—Hokage, no creo que sea prudente acercarse, no sabemos...
—Kakashi, trae una manta—. Cortó a su guardia.
—Enseguida.

Apenas el peliblanco se retiro, el Hokage se agachó a la altura de aquel pequeño cuerpo frente a él.

—¿Tuviste un largo viaje?— preguntó regalandole una sonrisa a quién tenía enfrente.
—Aquí esta la manta. —El  enmascarado había vuelto.

El Hokage tomo la manta y miro a la pequeña niña que se encontraba sentada en el lugar donde se produjo aquel impacto.

—Tranquila  no te haremos daño. Solo queremos ayudarte.

OUTRO: TEAR [Neji Y Tú] 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora