Capítulo 3

1K 138 23
                                    

Caminaba por las calles de la aldea, tratando de calmar la furia que sentía en su interior. El abuelo de nuevo lo había regañado y le había hecho limpiar su gran obra de arte, quitándole de esta manera el resto de su tarde para disfrutar. Pero al menos había estado ocupado y ahora que estaba libre no sabía que hacer.

Ensimismado en su mente siguió su camino, pasando junto a los puestos, mientras las personas lo veían y murmuraban. Ya estaba acostumbrado a esa clase de comentarios, incluso a los golpes que algunos de los aldeanos le daban.

Un balón naranja detuvo su paso, desvió su mirada hacia el y lo tomo en sus manos.

—¡Hey! Ese es mi balón, manténlo contigo, voy por el—. Gritó un niño a la distancia mientras corría en su dirección y era seguido por otros.

Un pequeño brillo se hizo presente en los ojos azules del niño, por un momento tuvo la pequeña ilusión de que ellos le pedirían que se les uniera al juego. No pudo evitar esbozar una gran sonrisa, mostrando sus dientes.

En tan pocos instantes los otros niños, ya estaban junto a él. Aún con la sonrisa giró y les extendió el balón.

—Ten—los miró de manera amable—si quieren, me les puedo unir.

—¡T-tú!—el dueño del balón tartamudeó y comenzó a retroceder.

—¿Ah?—El rubio quitó su sonrisa y los miró algo confundido—¿sucede algo?—miró a sus lados y detrás de él, pero al no encontrar nada volvió a mirar al chico.

—Es el niño zorro—murmuró uno de los que estaba detrás del que había retrocedido.

—Rápido, vámonos, puede hacernos algo—agregó otro.

El pequeño niño no entendía que era lo que pasaba.

—¿No quieres que juegue con ustedes?—dijo cabizbajo—No te preocupes, pero toma tu balón—volvió a sonreír en dirección al chico.

—¡Mamá!—gritó el niño mientras corría hacia una señora y le tomaba la manga de su ropa—¡el niño zorro tiene mi balón!—y soltó en llanto.

La señora volteó y miro al pequeño que permanecía aun parado con el balón en manos. Esta abrió los ojos y jalo al niño que lloraba a su lado.

—Déjalo, no te le acerques, ya te comprare otro—le dijo y le tomó la mano, llevándoselo del lugar.

El niño soltó el balón que aún sostenía, y unas pequeñas lágrimas comenzaron a invadir sus azules ojos.

—¡No entiendo porque me odian!—gritó a todo púlmon—¡No les he hecho nada! ¡No entiendo, no entiendo!

Salió corriendo hacia el frente mientras todos le habrían paso, por miedo. Se alejo sin mirar hacia donde se dirigía y cuando el aire comenzó a hacerle falta se detuvo. Observó a su alrededor y vio un parque, todos los niños jugaban. Aún con las ganas de llorar se acercó. Cuando entró los vio corriendo de un lado a otro. Sin darse cuenta sonrío.

—¿Puedo jugar con ustedes?—se acercó a uno de ellos.

—¡Sí, pero tú la traes!—le respondió uno de los niños mientras lo tocaba y arrancaba a correr.

El chico sorprendido, se quedó parado procesando lo sucedido, y después de unos momentos siguió a los niños persiguiendolos, y jugando al fin.

A lo lejos desde una banca una chica peliblanca observaba la escena.

Sonreía.

Ver la alegría del rubio le hacía sentir cómoda.

—¿Qué haces aquí?—preguntó una voz fría a su espalda.

OUTRO: TEAR [Neji Y Tú] 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora