Capítulo 12

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El río estaba tan claro, demasiado para su gusto. Su claridez le permitía observar su figura, su reflejo.

—¿Te sientes nervioso de volver a casa?—se burló su compañero.

—No, Kisame, solo es por trabajo—contestó sin interés.

Itachi estaba seguro que volver a Konoha no sería algo grato para su pequeño hermano, y mucho menos para la albina que había dejado en ese nido de alacranes. Pero era su deber, su última misión como ninja de la Hoja, se lo había prometido al Hokage.

No debían permitir que Danzo se apoderará de ese cuerpo que hace algunos años atrás había caído del cielo.

"Confío en tí, Itachi".

Esas palabras le devolvían el valor para enfrentar lo que venía. Debía salvar a la pequeña y recordarle a los altos mandos que él estaba vivo, y que no permitiría que destruyeran lo que le quedaba.

—Sientan miedo—activó su Sharingan y volvió a mirar su reflejo.

Ése era él, Itachi Uchiha, el demonio de los ojos rojos que asesinó a todo su clan en una sola noche.

🔶🔶🔶

Hospital de Konoha, 12:00 p.m.

Neji.

Mis piernas dolían, mis pulmones ardían, pero no podía detenerme, tenía que llegar.

—¡Al suelo!—gritó uno de los doctores y todo el lugar tembló.

Yo me sostuve de una de las paredes, sintiendo como las heridas y golpes por el combate con Naruto hacían acto de presencia.

—¡No puedes estar aquí, da la vuelta! —me ordenó una enfermera. Pero yo pasé de ella escuchando como me gritaba desde atrás.

Ya sabía que no podía estar ahí, pero igual poco me importaba. Necesitaba buscar a alguien, tenía que sacarla. Se escuchó una explosión en el exterior y las ventanas explotaron. Caí al suelo.

—Maldición—murmuré levantándome y sacudiendo los pedazos de cristal.

—Atención a todos los presentes, se les pide evacuar a la zona segura, repito, deben evacuar a la zona segura—resonó por lo megáfonos el anunció que me temía.

"Debo apresurarme".

Pensé y volví a retomar mi camino. La situación era clara, la aldea estaba bajo ataque. Después del enfrentamiento de _______. El chico de la Hierba había atacado intencionalmente a la albina. Nadie pudo intervenir. Cuando el humo se disipó del lugar, todos los presentes, incluida la Jounin y sus dos compañeros de equipo, descendieron para auxiliarla. Yo fui el primero, pero el Hokage nos tapó el paso con los AMBU y pidió que se la llevarán al hospital. Quise ir por ella, pero los guardias no me permitieron abandonar la arena.

Estaba grave lo sabía, yo vi su cuerpo, la sangre. Lo presencié todo, maldición, podía morir. La chica podía morir. Me obligaron a regresar al balcón de los competidores con una gran impotencia y muchas lágrimas contenidas. Obedecí, pues no era el único inconforme, el equipo 2, también lo estaba, ellos al igual que a mí, no los dejaron ir.

El sensor con notable nerviosismo dijo al público que la chica estaba bien y que no se preocuparan. ¡Que gran mentira! Su ropa estaba destrozada, ella estaba inconsciente, fue llevada de urgencia al hospital, ni a la enfermería, al maldito hospital. Pero era entendible, no querían levantar polémicas.

OUTRO: TEAR [Neji Y Tú] 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora