OUTRO: TEAR [Neji Y Tú] 1

Epílogo

¿Qué es el bien? La pregunta que atormenta el alma. ¿Realmente existe una definición para esta palabra? No lo sabemos, yo no lo sé. Podemos asimilarlo a lo divino y de igual forma a lo correcto, aunque esto último nos lleva a un buque sin salida, ni retorno, repitiendo el mismo ciclo, las mismas preguntas. ¿Qué es el bien? ¿Qué es lo correcto? Para comprender este juego de palabras quizás necesitamos un entendimiento extendido o una verdadera curiosidad, al igual que una paciencia y dedicación interminable, pues quizás, aquella respuesta no exista como tal y tengamos que armarla por nuestra propia cuenta, con nuestras propias palabras. Y ese es mi propósito, mi inspiración. Encontrar y formar una definición contundente que convenza y sacie la curiosidad y la interrogante de aquella a la que considero mi musa, mi clave para seguir adelante, la única esperanza que me ha hecho ver el mundo desde otra perspectiva.

-Neji Hyuga-terminó de leer Ten Ten-. Wow, que profundo-exclamó con lo que yo llamaría, algo de burla-. No puedo creer que tú escribieras esto-alzó el papel-, eso es algo que no sabía de ti.

"Eso es algo que no sabía de ti".

Las palabras de la castaña se me hicieron familiares. Ya había vivido esa situación anteriormente sólo que yo estaba en la posición de mi compañera.

-Hay muchas cosas que no sabes de mí-pronuncié con una sonrisa ladina sintiendo el aire acariciarme el rostro.

"Pero tienes una vida para hacerlo".

Resonó la voz de la albina desaparecida en mi cabeza.

-¡Vaya!-exclamó sorprendida-. Nunca creí verte en esta faceta-sonrió-. Quizás ______ debió irse antes-río y yo la miré mal.

-¿No tienes qué entrenar?-me acerqué a ella y le arrebaté el pergamino que tenía.

-Que rápido cambias del Neji comprensivo al amargado-dijo secándose las lágrimas que habían salido por la risa-. Pero ya en serio, ¿qué planeas hacer con todos esos pergaminos que has escrito?

-Guárdarlos y dárselos a ella cuando vuelva-contesté contemplando el rollo rojo con blanco-. Son las respuestas que nunca me atreví a darle-la miré-. El último será el más importante.

-Que romántico-soltó de manera pícara-. Ya quisiera que alguien hiciera algo así por mí-se levantó suspirando-. ¿Quiéres un consejo?-alzó una ceja.

-La verdad es que no-fui sincero-. Tus consejos siempre me meten en problemas-ella hizo un puchero.

-¡Este no es así!-sacudió muy rápido sus manos-. Sólo te quería decir que es mejor que lo pongas todo en un libro. Sería más práctico que estar cargando y coleccionando rollos de pergaminos-señaló el tubo blanco en mi mano.

-Es mi marca personal-defendí mi metodología-. Además la Senju escribe libros, yo por otro lado...

-Lo haces tradicional, si ya sé-me interrumpió acompletando mi frase con fastidio-. Sólo decía porque no creo que TÚ chica pueda cargarlos todos a la vez-enfatizó el tú y guiño el ojo-. Nos vemos luego, cuídate genio-se retiró.

Yo suspiré algo decepcionado. Tenía razón, no había contemplado la idea de que quizás la chica de ojos grises tuviera que cargar con todos ellos. Eran demasiados que aunque yo la ayudara no cabrían todos en nuestros brazos.

-Tch-hice un sonido con mi boca.

Maldita Ten Ten.

Pensé. Odiaba que siempre tuviera razón, pero esta vez no le haría caso, pues como lo mencioné, esa era mi marca personal. Además tarde o temprano la albina iría a mi casa o yo a la suya y esos pergaminos los comportiríamos. Sonreí ante tal idea.