Capítulo 1

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El líder de la aldea, se encontraba revisando todos aquellos papeles que rodeaban su escritorio, debía admitir que se encontraba agotado, si alguien le hubiera dicho que ser Hokage significaba estar las veinticuatro horas del día en una oficina, quizás se lo hubiera pensado un poco más.

Dejó los papeles sobre le mesa, paso una de sus manos por el rostro y se levanto de su asiento. Comenzó a caminar alrededor de su oficina y a observar los objetos que se encontraban ahí, para el era una manera de distraerse y a la vez estirar las piernas que ya por su edad no ayudaban y mucho menos aguantaban estar pegadas a una silla. "Debes buscar un pequeño descanso, o comenzarás a tener problemas de circulación sanguínea". Esas habían sido las palabras de su nuera, quien en estos momentos se encontraba embarazada, y por ende, se comparaba al pobre hombre ya que ella cargaba con el peso de dos.

Continúo su recorrido por el lugar, miro detenidamente las fotos de sus antepasados, se detuvo en la última. Un sentimiento de tristeza y culpa lo invadió. Minato Namikaze, mejor conocido como el cuarto Hokage, un hombre de muchos valores, gran líder excelente esposo. Ya habían pasado años de su muerte pero aquel hombre seguía lamentándose el no haber podido llegar a tiempo. Y debido a eso, un niño quedó huérfano y su dos padres murieron salvando a la aldea. Les había prometido que cuidaría del pequeño, pero cada día se hacía más díficil, la culpa no le dejaba ni siquiera mirarlo directamente a los ojos, además de que siempre preguntaba por sus padres, y su curiosidad iba incrementando al punto de pedirle que le muestre como eran, pero no podía, era algo que no se permitía hacer.

Algo abrumado siguió caminando y se detuvo en la gran ventana que le permitía observar toda la aldea. Le tranquilizaba ver a los niños jugando, a los ninjas viajando por los techos y a la gente haciendo sus labores del día a día. Pero hubo algo que llamó su atención, un pequeño rubio corría por las calles con un bote de pintura en dirección hacia el lugar donde se encontraba, ya se  le hacía extraño que no hiciera acto de presencia desde hace un gran rato. Suspiró. Ese niño si que no tenía remedio, no importaba cuantas veces le llamara la atención siempre volvía y se los devolvía de la peor manera. Debía admitir que en parte le agradecía porque eso le hacía salir un poco de su desgastante rutina.

Desvío su atención de la ventana y el niño cuando escucho unos golpes en la puerta, solo había disfrutado unos cuantos minutos de libertad, pero era hora de volver al trabajo.

—Adelanté—indicó sin mirar a quien estaba por entrar.

—Compermiso Lord Hokage—dijo el hombre que había entrado.

—¿Qué ocurre Gai?—cuestionó el hombre sin mirarlo.

—He venido aquí, porque, me preocupa Kakashi, señor—explicó—. Por ese motivo—hizo un pausa y se puso firme como un soldado—, ¡he venido a solicitar que por favor me incluya en las fuerzas especiales AMBU!—gritó y se inclino a manera de reverencia.

El hombre mayor, sonrío pero después volvió a quedarse serio, camino hasta su escritorio, tomó asiento y habló al ninja que seguía inclinado.

—Me alegra saber que aún hay personas que se preocupan por Kakashi, pero...—hizo una pausa, colocó los codos sobre la mesa y entrelazo los dedos de sus manos a la altura de su rostro—, no puedo hacer lo que me pides.

El jounin al escucharlo, abrió los ojos y se enderezó.

—Pero, ¿¡por qué?!—gritó extremadamente alterado—¡Kakashi esta ahí, y yo estoy al nivel de él, no entiendo porque él si puede y yo no! ¡No es algo egoísta de su parte!

—Ya dije que no—replicó el hombre de blanco comenzando a perder la paciencia.

—Solo una oportunidad señor, déme una, le prometo que si falló yo mismo me retirare de la unidad, además hay una vacante y... —suplicaba de rodillas y lágrimas en los ojos.

OUTRO: TEAR [Neji Y Tú] 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora