Que el cielo no se tiña de duelo |Anahi & Alfonso Herrera |

18

Any salió de la casa y las gotas de lluvia tocaron su piel, pero no le importó, nada le importaba en ese momento. Caminó con rumbo, sabía a donde quería ir, pero quería caminar así lloviera. Sus lágrimas se mezclaban con el agua de lluvia, su ropa y su cabello ya estaban húmedos, y su llanto no cesaba. No entendía a Alfonso, era cariñoso eso no lo podía negar, también era atento... pero últimamente no era el mismo en la intimidad. La rechazaba, con sutileza pero lo hacía y verdaderamente ella no entendía que podría estarle sucediendo. Ya no se creía eso de que estaba mal por lo de Aysha. Bueno, ella también estaba así pero tampoco era para rechazarlo, para no querer algo con él.
Seguía caminando mirando hacia abajo, ni siquiera se fijaba por donde caminaba pero parecía estar cerca de la casa donde iría, cuando unas luces resplandecientes de un auto la iluminaron en la oscuridad de la terrible noche tormentosa.

—Años de no verte, preciosa. Pero mírate Anahí, estás hermosa — Any tragó saliva y miró hacia el coche. Frunció el ceño y paró en seco. —Te estás mojando toda. Sube — Irónicamente le estaba sucediendo lo mismo que años atrás, y la mente se le inundó con recuerdos de cuando conoció a Alfonso. Pero éste no era Alfonso.

—Estoy bien — Respondió recuperando la voz luego de tanto llorar. El tipo negó y se bajó, justamente con un paraguas como lo había hecho Alfonso. En segundos estuvo a su lado, cubriéndola.

—Anda, te invito un trago — Any negó —¿Un café? — Ésta lo miró indecisa —Si quieres hablar, ya sabes... podemos hacerlo. Mira, no busco lo que antes buscaba... pero te veo mal. Estas llorando — El hombre de aparentemente cuarenta y tantos años, elegante y verdaderamente guapo, le ofreció un pañuelo, un delicado pañuelo.

—Gracias Ignacio, pero no puedo ir. Estaba yendo a lo de mi... amiga.

—Bueno, te alcanzo hacia allí. Mira como llueve.

—Ya estoy mojada. No pasa nada. Pero gracias — El hombre asintió.

—Te dejo mi tarjeta. Si necesitas un amigo, allí estaré. Créeme Anahí que no quiero lo que buscaba en ti, es más, estoy comprometido con una mujer increíble. Pero tú fuiste como una amiga también, me has dado consejos y me has entendido aparte de haberme "atendido", así que ni lo dudes ¿Sabes? Puedes contar conmigo — La castaña trató de sonreír y aceptó la tarjeta.

—Muchas gracias — Susurró e Ignacio se acercó para dejarle un suave beso en la mejilla. Luego ésta se volteó.

—Llévate el paraguas — Any volvió a aceptarlo y agradeció. Luego si siguió su camino.

Relatado por Any.

Ignacio. Jamás imaginé encontrármelo justo hoy. Él fue uno de mis mejores clientes, y no lo digo por el dinero que me dejaba o porque era el que más me frecuentaba, sino el mejor hombre con el que me tocó estar. A veces ni siquiera hacíamos nada, sólo platicábamos y la pasábamos bien; yo lo aconsejaba y le daba ánimos de seguir luego de perder a su esposa en un accidente. Otras veces sí, contrataba mis servicios y con dinero pagaba todo lo que yo hacía por él. Es una gran persona, multimillonario pero no vanidoso como la mayoría... siempre fue muy atento y lo sigue siendo.
No podía aceptar que me llevara, yo ya no era de esas mujeres que otros levantaban de la calle. No. Ahora era otra persona, una persona decente y no quedaría bien que aceptara. Quiso ser caballero, así como lo fue Alfonso... pero en ese tiempo yo era una prostituta, completamente diferente a la persona que soy hoy gracias a él, a Alfonso, el hombre que cambió mi vida. ¡Y que manera de cambiarla! Por eso ahora me duele tanto lo que me hace, porque luego de que yo me decidiera, luego de haber pasado tantas cosas juntos, luego de que yo derribara esa pared con la que me protegía, ahora me trata de ese modo. Ignorar es peor que un puñal directo al corazón, literalmente es casi lo mismo simplemente que duele más... pero mucho más duele el rechazo, y es justamente lo que Alfonso está hecho conmigo; ignorarme y rechazarme, nada más vil que eso. Y mi mente busca y busca la razón por la que puede estar comportándose así, y sinceramente no me lo puedo imaginar.