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Luego de media hora Maite seguía con Any ya que había terminado su turno. Sostenía a su 'sobrino' en brazos mientras hablaba con Anahí sobre Aysha.

—Quiero ver a mi princesa, ¿puede ser que entre tan solo unos minutitos? — Pidió casi en súplica —Por favor, no la he visto en todo el día — Maite sonrió y asintió.

—Claro que se puede, pero solo por unos minutos Any. En realidad Aysha no tendría que estar aquí, sus defensas son bajas... pero como las conozco la dejaré pasar para que conozca a su hermano — Anahí sonrió de oreja a oreja y Maite le entregó a Mateo. —Iré a hablar con... bueno ya vengo y te traigo a tu hija— Finalizó con una sonrisita. Antes de retirarse volvió corriendo y le dejó un beso a Mateo en la frente y otro a Any en la cabeza.

—¡Cuanta felicidad Maitita! — Dijo Anahí en voz alta antes de que Maite se retirara, entonces la doctora se volteó y mostró una amplia sonrisa.

—Luego te cuento — Dicho esto fue en busca de Aysha.

Tan solo cinco minutos después Maite regresó con la pequeña de la mano, Any acababa de dejar a Mateo en su cuna.

—¡Mamita! — La niña corrió a su encuentro abrazando a Any con todas sus fuerzas.

—Hola amor — La pequeña miró el vientre de Any que era un poco menor.

—¿Ya nació mi hermanito? — Preguntó sorprendida, entonces Any asintió con una sonrisa y Aysha buscó por toda la habitación con la mirada hasta que dio con la cuna donde reposaba su hermano. Miró a Any una vez más y ésta le asintió, entonces Aysha caminó con cautela hasta la cuna de plástico transparente donde su hermano dormía. Lo miró maravillada durante largos segundos. Any miró a Maite y la morena le hizo un gesto antes de retirarse.
La ojiverde quiso darle un poco de espacio a sus hijos, así que solo se limitó a sentarse en la camilla mientras su hija mayor, que tenía una banda en la cabeza para ocultar la caída completa de su cabello, miraba extasiada al pequeño Mateo.

Relatado por Any.

No les quité los ojos de encima porque me gustaba ver la conexión de mis hijos a tan solo segundos de haberse conocido. Aysha le acarició la mejilla a Mateo que abrió los ojos con suma tranquilidad, como si aún estuviera un poco dormido... pero no se sobresaltó ni se asustó, al contrario, parecía estar dispuesto a solo mirarla. Y Aysha estaba igual. Era una conexión de miradas, un azul fundiéndose con un color verdoso.
Pasaron largos segundos, o minutos tal vez, mirándose como si trataran de comunicarse solo con las miradas. Mateo estaba sumamente tranquilo, algo raro en un bebé recién nacido cuando está despierto... y desde donde estaba podía ver a Aysha sonreír. Un momento después, sacándome de mi momento de admiración al verlos así de conectados, Aysha me dice algo.

—Quiero tomarlo — Dijo acercándose a mí. Miré a Mateo, luego a ella, y terminé cediendo.

—Bien, acomódate allí en la cama. Iré por él — La niña ocupó mi lugar en la cama y yo fui en busca de su hermano. Lo tomé y mi mirada se encontró por primera vez con la de mi hijo. Sus ojos eran hermosos, no eran grandes como los míos, al contrario, tenía los ojos de Poncho pero el color era casi igual a mi azul. Tal vez algo grisáceo, pero estaba casi segura que iban a ser como los míos en un futuro. Me quedé embelesada mirándolo ¿Podía algo tan chiquito y que recién conocías hacerte tan feliz? Lo confirmaba que sí. Ante una mueca suya lo acerqué a mi rostro y lo besé sin borrar mi tonta sonrisa de mamá, luego me volteé hacia Aysha que esperaba impaciente a que colocara a su hermano en sus brazos. —Sujétalo bien ¿si? — Mi hija asintió con su habitual sonrisa, entonces me senté frente a ella y coloqué, con sumo cuidado, a Mateo en sus brazos.

—Es tan pequeño — Habló con su dulce voz. Mateo bostezó y se movió en sus brazos —Se mueve mucho — Añadió sin dejar de mirarlo. Lo contempló y supe que estaba formulando una pregunta en su cabeza —¿Cómo llegó Mateo aquí? — Me preguntó unos segundos después de sumo silencio. Me tomó por sorpresa, obviamente. ¿Qué iba a decirle? Bueno, ya tenía casi diez años... en algún momento tenía que preguntar. Carraspeé y pensé en que decirle. Le di mil vueltas a mi cabeza, no me salía nada. Miré a Aysha que esperaba mi respuesta. Peiné mi cabello con las manos y me mordí los labios, ¿Por qué justo a mí? ¿Por qué no le preguntó a Poncho? Tal vez él estaba más preparado y sabría que decir en un momento así. —¿Quién te lo trajo? ¿María? — Abrí mis ojos con sorpresa. Alguna vez escuché a Aysha nombrar a una María... ¿era la misma persona? Mi madre se llamaba María.

—¿Y quién es María? — Pregunté un poco curiosa queriendo conocer a que se refería.

—¡Pues mi ángel! — Dijo como si fuera algo obvio. Volví a cuestionar necesitando saber más.

—¿Tienes un ángel? — Ella asintió.

—Papá me dijo una vez en España que todos los niños tenemos un ángel de la guarda. El mío se llama María.

—¿Por qué piensas que me lo trajo María? — Seguí preguntando.

—Porque Mateo estaba con ella... ¿Cómo llegó a tu barriguita y luego aquí? — Sinceramente mi cerebro en ese momento no estaba conectado con mi boca, quería contestar pero no podía. ¿Por qué era tan difícil contestarle algo simple a una niña?

—Mira Aysha... Mateo no estaba con María, quizá ella tenía un niño que también se llamaba Mateo... pero a tu hermano lo... lo hicimos tu papá y yo, con amor — La pequeña frunció el entrecejo, claro que no entendería mi poco tacto.

—Entonces, si no lo trajo María ¿Cómo lo hicieron mi papá y tú? — Plaf. Hubiese sido más fácil que le dijera que sí, que María lo había traído. Me volví a tardar en responder, y suspiré aliviada cuando Poncho entró por la puerta con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos cristalizados. Había llorado, y ya sabíamos por qué.

—¡¿Has visto a la tía Vicky?! — Preguntó feliz Aysha. Poncho se acercó a nosotros, sentándose en la cama y me abrazó.

—La vi, si. Es un milagro — Dijo ahora mirándome a mí. —Hoy es... un día de completa felicidad — Añadió besando mi mejilla. —A ver... ¿todos sostuvieron a mi hijo menos yo? — Sonreímos a la par de Alfonso que miraba con admiración a Mateo. Aysha miró al bebé, luego a su padre, y le hizo una seña de que lo tomara, pues, ya le pesaba.
Poncho tomó a nuestro hijo y las lágrimas invadieron sus ojos sin salir de allí. Lo tomó con total experiencia y lo sostuvo arriba, así que ahora estaban cara a cara.

—Hola mi amor — Mateo estaba dormido pero sin embargo hizo una mueca con su boca como si se alegrara de escucharlo, de escuchar aquella voz que cada día le hablaba a la panza. —Eres tan perfecto hijo — Habló mirándolo completamente. Lo acomodó en sus brazos y tomó su manita. —Se parece a ti — Dijo volteándose y mirándome a los ojos, yo solo sonreí y me acerqué a sus labios para rozarlos con los míos en un leve beso.

—Tiene cosas tuyas también — Expresé fascinada. Si bien Mateo se parecía a mí, me fascinaba que tuviera pequeñas cosas de Alfonso. Era increíble como un ser humano tomaba un poco de cada características de su familia.

—Pues si, creo que él tiene más que... — Frenó antes de terminar y yo fruncí el entrecejo. Maite entró en ese momento para llevarse a Aysha, querían entrar otros familiares y luego darían por finalizada las visitas por ese día. Antes de que ingresara la familia de Poncho, y pronto la mía, ocupé el lugar de Aysha para quedar frente a él.

—¿Ibas a decir más que el niño que tienes, o mejor dicho, acabas de tener con Jessica? — Me miró con asombro. —Pues sí, me enteré — Dije mientras jugaba con la sábana celeste de mi hijo —Tu abogadita vino hace unos minutos a jo.derme la existencia — Expresé furiosa.

—¿Ha venido...? ¿En que momento?

—Luego de que te fuiste a ver a Victoria — Respondí.

—¿Qué te dijo? — Cuestionó meciendo a Mateo.

—No importa, lo único que importa aquí es que no quiero volver a verla Poncho. Es que neta, con solo verla me arruina el día, el mes, el año... y no quiero eso — Contesté haciendo un mohín —Además le puso Alfonso — Levantó las cejas, entonces aclaré —Se llama Alfonso su hijo — Abrió la boca para decir algo pero nada le salió. Miramos a nuestro hijo, evidentemente para no decir nada porque terminaríamos discutiendo como siempre.

—Tengo que hablar con Maite — Soltó de golpe. Dejó al niño en mis brazos y se incorporó. —Regreso en seguida — Me dejó allí confundida con Mateo en brazos y, como siempre, con la curiosidad picándome.


***

Una vez que Any recibió la visita de cada uno de los integrantes de la familia Herrera, las últimas en quedarse allí con ella fueron Soraya y Victoria. Alfonso ya había regresado de hablar con Maite, pero no le había dicho nada a nadie, y Any se moría por saber que tenía que hablar con su médico. ¿Tal vez algo del niño de Jessica? ¿O de Jessica? Trató de no pensar por unos minutos y volvió a la plática con su familia.
Ahora, media hora después, eran ellas y Poncho solo las que quedaban en el hospital, los demás se habían ido a casa. Aysha también, ya que Axel la había llevado junto con Mayra.

—Ay es que este bebé es tan perfecto — Expresó Soraya sin dejar de mirar a su sobrino-ahijado. —Any, te miro y no puedo creer que seas madre. Tú, que siempre dijiste que nunca tendrías hijos... y que nunca te casarías, mírate; tienes un hermoso bebé y estás a punto de casarte con Poncho.

—Y tú me decías siempre que no dijera nunca, que yo iba a terminar casada, con cinco hijos rodeándome y feliz — Contestó la castaña.

—Y tenía razón — Victoria y Any miraban como Sori no le quitaba la vista de encima al bebé, mirándolo con total admiración.

—¿Y tú? ¿Cuándo otro sobrino para esta pobre chica? — Preguntó Victoria haciendo que Soraya la mirara. La pelirroja sonrió y negó.

—No lo sé. No creo que... — No terminó de contestar, solo se limitó a seguir mirando a Mateo. Y las cuñadas eran MUY curiosas, no se iban a quedar con la mitad de la frase sin saber por qué no tendrían un hijo pronto ella y Axel.

—¿No quieres? — Preguntó Vic. Soraya negó y las miró.

—No, si quiero. El que me parece que no quiere es tu hermano — Victoria miró a Any extrañada.

—¿Te lo dijo? — Preguntó Anahí.

—No. Pero creo que por ahora no es conveniente — Contestó.

—¿Por qué? — Quiso saber la chica Herrera.

—Miren, Mayra esta grande, no necesita tanta atención como un bebé chiquito... entonces, Axel está disfrutando tenerme casi al 100%  para él cuando no tengo que atender a Mayra. Y con un niño no sería así... y estamos disfrutando, por así decirlo, la convivencia —Ninguna de sus amigas entendió. Soraya lo supo por la expresión de sus caras. —Digo que hay tiempo para eso, ahora disfrutamos de nosotros y de Mayra — Victoria entendió y sonrió con picardía. Any tardó en caer.

—¡Ah ya! — Expresó Victoria con una amplia sonrisa. Anahí la miró como tratando de que le explicara. —¡Ay! Me parece que a esta chica — señaló a Any —el instinto maternal le quemó las neuronas que piensan en el sexo — Soraya se carcajeó echando su cabeza hacia atrás. Any la fulminó con la mirada.

—Sepan entender que, si no me hablan claro no entiendo. ¿Entonces? — Preguntó.

—Any, mi hermano y Sori quieren disfrutarse... o sea, así como se disfrutaron tú y Poncho antes de tener a Mateo — Explicó la castaña —Luego vendrán los niños, ahora están bautizando todos los lugres de la casa — Miró a Sori —Si es que ya no lo hicieron, pues pasó bastante tiempo que no estuve y... quizá ya — Sori no se ponía colorada al hablar de esto, así que afirmó la sospecha de su cuñada. —¡Ves! Te he dicho yo.

—¡¿Habló la puritana verdad?! — Articuló la castaña mientras reía. Victoria le siguió en la risa y dio por finalizado el tema. —No no, ahora tú hablas — Victoria negó sonriente.

—Están locas si creen que voy a hablar de mi intimidad. Además, tres meses que no hago nada... ¿Qué tendré para contar eh?

—Cierto — Afirmó Sori —Pero en cuanto Any tenga su alta hacemos reunión de mujeres que nos urge.

—Y nos cuentas Victoria, así como nosotras te contamos que posiciones nos gustan y eso — Victoria abrió exageradamente la boca.

—¡No quiero escuchar soy una niña aún! — Dijo tapándose los oídos y mirando hacia el techo.

—Claro, una niña — Dijo Any con sarcasmo. La castañita se levantó de la cama cuando Dulce entró a la habitación.

—Interrumpo su interesante conversación, pero me llevo a mi novia — Vic llegó a Dul y ésta le tomó de la mano.

—Ve a hacer cosas que hacen los niños, pequeña — Volvió a decir con el mismo sarcasmo Anahí. Victoria rió y le sacó la lengua.

—Me voy — Se acercó a Any y le dejó un beso en la mejilla, luego otro a Soraya y por último apapachó a su sobrino antes de retirarse. —Quiten esas ideas morbosas de sus cabezas — Susurró y luego volteó hacia Dul. Ambas se fueron con una sonrisa.

—Ya extrañaba a Victoria. Es un enorme milagro que esté aquí nuevamente — Platicó Soraya, y Any lo confirmó. Poncho ingresó a la habitación y Sori le entregó a Mateo a Any.

—Bueno yo mejor dejo a los papis solitos con su bebecito y me voy — Poncho la abrazó despidiéndose y luego Any hizo lo mismo. La pelirroja se fue dejándolos solos.

—¿Agotada? — Preguntó tomando a Mateo y dejándolo en la cuna. Any negó.

—No mucho. Tenemos que hablar — Poncho asintió.

—Si es por lo de Jessica — Se sentó —Hablé con Maite. Como no estoy completamente seguro de que ese niño sea mío, le haremos una prueba de ADN. Maite hará lo posible para que Jessica no se entere, y esperemos sea posible. Quiero sacarme esa duda — Explicó.

—¿Por qué sientes que no es tuyo? Tú te acostaste con ella, te recuerdo.

—Ya lo sé, pero de ahí a dejarla justamente embarazada, lo dudo mucho. Y, cuando tuve a ese niño no me produjo lo que acababa de sentir con Mateo... por eso haremos la prueba — Finalizó.

—Si así lo quieres.

—Si lo quiero así, porque detesto pelearme contigo Any... por culpa de Jessica. Así que será lo mejor.

Que el cielo no se tiña de duelo |Anahi & Alfonso Herrera |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora