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Al otro día Any se levantó sin ganas, debía llevar a Aysha a su tratamiento, así que tuvo que levantarse como pudo.
Cuando llegó a la sala, Poncho ya estaba preparando el desayuno. Le sonrió a su prometida y la ayudó a sentarse.

—Buenos días preciosa — La saludó con un beso en la boca —Te noto rara mi amor ¿Estás bien?

—Si, un poco cansada y con dolor de barriga. Este niño crece mucho y ya no cabe en mí — Respondió con una sonrisa.

—Ya no tienes que salir, debes quedarte en casa. Mira, hoy llevaré yo a Aysha a su tratamiento. Tú te quedas aquí descansando un poco ¿quieres? — Propuso, pero Any no estaba de acuerdo.

—No, quiero acompañar a mi hija siempre. Yo puedo — Se acomodó mejor en la silla —Es muy dura esta silla y mi espalda duele — Se quejó.

—¡Ves! En estos meses ya todo es incómodo, mejor quédate aquí acostada, yo llevaré a Aysha. En serio mi amor — Anahí bufó. No se sentía muy bien, ni siquiera tenía ganas de caminar, pero quería acompañar siempre a la niña en su tratamiento.

Luego de tanta insistencia, Poncho convenció a Any a que se quedara en su casa acompañada de Dulce, mientras él iba a la sesión de quimioterapia con su hija.

—¿Cómo te sientes? — Preguntó Dulce una hora después mientras le acariciaba el vientre a su amiga mientras esperaban a Soraya.

—Más o menos... creo que Mateo nacerá en estos días — Dul la miró asustada. —Pero no te preocupes, hasta que no me den las contracciones seguidas puede ser una falsa alarma. Mejor hablemos de otra cosa... de ti.

—¿Segura estás bien? — Preguntó preocupada la pelirroja, Any sonrió y asintió.

—Es apenas un malestar debido a que es mi último mes. Pero si. ¿Tú cómo estás? — Preguntó. Dulce desvió su mirada aguada. —Lo siento si te hago hablar de esto, pero necesito que me cuentes y te descargues. Hace dos meses y medio que pasó lo de Victoria y tú no te desahogas.

—Yo... No puedo estar bien Any — Las lágrimas bajaron por las mejillas de Dul que ni siquiera las evitó. —La extraño mucho, en estos dos meses y medio no la he dejado de pensar... y aún sigo creyendo injusta su muerte. Creo que nunca lo voy a superar — Habló.

—Tienes que seguir con tu vida. Concéntrate en el trabajo, vuelve al hospital — Le aconsejó —Tal vez allí te distraes y... no sé, es mejor que estar sola y recordar cosas que duelen.

—El hospital me recuerda a Victoria... si vuelvo lloraré en cuanto vea cada rincón donde nos vimos. No... no puedo — Lloró —Me duele recordar, me duele saber que no volverá — A Any los ojos ya comenzaban a humedecerse, le dolía ver a su amiga así, y extrañaba mucho a su cuñada. —Ni siquiera pude despedirme de ella por última vez... ni siquiera estuve en su entierro — La castaña se acomodó mejor en el sofá y le acarició el brazo a la pelirroja.

—El velorio te iba a poner peor, Dulce. Victoria estaba irreconocible, dolía verla en ese estado. ¡Ni siquiera parecía ella! Estaba irreconocible con golpes y... — Dulce lloró más fuerte —Lo siento. Es que no te iba a hacer bien verla así — Terminó.

—Pero necesitaba despedirme de ella — Lloriqueó —Me queda el maldito recuerdo de su cara preocupada dado a que el avión se estaba cayendo — Lloró —Le prometí que iba a estar todo bien, que no nos pasaría nada. Le fallé — Dijo totalmente quebrada.

—No fue tu culpa, no le fallaste. Dul...— Anahí tomó aire, no quería llorar —Tienes que ser fuerte y salir de esto — La miró a los ojos —Quédate con los bonitos momentos que vivieron juntas — Dulce ni asintió ni negó, solo la miró. Entonces la pelirroja vio un mohín en la cara de Any, luego escuchó su queja. —Dulce, llegó el momento. Está por venir — Dijo tomando aire y cerrando sus ojos —Mateo... — Susurró ahogando un gemido. La pelirroja no sabía que hacer, y el sonido del timbre la sobresaltó. Soraya había llegado.

Que el cielo no se tiña de duelo |Anahi & Alfonso Herrera |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora