Seis

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-¿Y cómo se conocieron?- Pregunte mientras caminábamos por la mesa de platillos.

-¡Oh! Fue tan maravilloso. Nos conocimos frente a una fuente en medio de una calle.

La novia hablaba tan feliz. Yo sólo tome una de las fresas que había en un platillo y la comí.

-Mm. Eso es lindo.- Le digo tratando de simpatizar con ella. Ella ríe viéndome comer.

-Es lindo, ¿no?- Ella insiste. Parece como si estuviese buscando una opinión a su historia romántica. Aunque sus ojos denotaban una insegura tristeza. De repente no pude seguir comienzo de la fresa. La baje de mi boca para mirarla con preocupación. Como ya mencione, mi debilidad es lo cursi.

-¿No lo es?- Yo le pregunto.

-Es que, es nuestra boda pero no me está prestando demasiada atención. O así lo siento.

-No, tranquila. Es una boda. Hay muchos familiares aquí. Puede que él este distraído saludando a sus amigos y familiares.

Yo le digo.

-¿Crees que no es que me está ignorando?

-Claro que no es eso.- La verdad es que lo que sale de mi boca, sale se mi boca. Genial, ahora mi boca era la definición literal de la frase icónica de Las Vegas: "Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas." -Él sólo está ocupado. Como ahora mismo. Con mi novio.

Ambos miramos frente a nosotros con interés. Los hermanos están hablando entre sí con sonrisas.

-Ah, sí.- Ella dice en voz baja como si estuviese hipnotizada viendo a los hermanos. Esta chica era bonita sin duda alguna. Pero era rara. La chica ladea su cabeza a los lados sin dejar de verlos cantando en voz baja algo parecido a una canción de cuna que cuya letra estaba compuesta de suaves: "Lala, la. Lalala, la." de forma espeluznante. Ese acto tan soló me hace abrir mis ojos como los de un pescado antes de seguir comiendo la fresa pero ella toma mi muñeca con la que sostengo mi fresa por lo que la miro todo espantado. Al principio sus ojos parecen espantados al igual todo su rostro. Como si ella viese una aberración.

De igual forma me quedo viéndola a los ojos. Toda la tensión acumulándose en todo mi cuerpo. De repente no podía escuchar nada más que el silencio entre ambos. El momento era muy aterrador. Sus ojos miran los míos de lado a lado. Sus labios están entreabiertos.

Hasta que estalla en risas.

-Muchas gracias por decirme eso. Estaba muy preocupada.

Ella dice. Yo soló puedo soltar un bufido. Al parecer estuve aguantando la respiración desde el momento en que tomo mi muñeca. Respiré de nuevo. El sonido de todo a mi alrededor sucumbió a mis oídos recordándome de todo lo que se había silenciado en tal momento de tensión. Poco a poco, mis labios volvieron a dibujar una sonrisa.

-No fue nada.- Es lo único que se me ocurre. Ella ríe, al fin soltando mi muñeca.

-¿Quieres saludar a los padres de Mew?- Ella sugiere con una sonrisa.

-De acuerdo. Sí.

Yo le digo antes de seguirla.

Tóxico(s) • MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora