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Aquella mañana todo era tranquilo, los pueblerinos caminaban con cestas de comida y las mujeres mantenían de la mano a los niños traviesos, aunque algunos hombres cargaban sobre sus hombros los grandes troncos u otros materiales para reconstruir las chozas que fueron afectadas en el último ataque.

Las mujeres observaban como estos valientes y fuertes se encargaban de la reconstrucción y del bienestar, pero algunas juzgaban con la mirada al notar como entre aquellos hombres se encontraba una joven de cabello largo cargando de igual forma los materiales pesados. En un país donde las mujeres debían encargarse de los niños y del bienestar de la familia mientras los hombres trabajaban, no era bien visto que una jovencita, de kimono simple y corto trabajase de la misma manera, pero esto a ella no le importa e ignoraba con frente en alto todos los malos comentarios.

(T/n) trabajaba con una sonrisa feliz de que sus acciones ayudaran a otros, aunque en realidad le gustaría ayudar protegiendo y luchando contra aquellos saqueadores de la periferias. Su mirada puesta sobre el llano a lo lejos de aquel pueblo, un pueblo rodeado de nada y al mismo tiempo de aquello más peligroso. Recordó una historia de niña, cuando el anciano de Bang dijo que de aquel lugar provenían las bestias y quien saliera estaría acabado.

- (T/n)- llamó un chico de cabello negro y kimono negro con un haori sobre sus hombros -Ya sale de tus pensamientos y ven a comer, es el descanso.

Al menos no todos la juzgaban. Bad o conocido como Kinzokubatto era uno de los trabajadores que le ayudaron a ingresar, y aunque sea un temerario o imprudente con sus acciones supo apreciar a la joven y hacerla ver que puede valer mucho. Aquello era suficiente para que ambos empezaran una relación de amistad.

(T/n) se abalanzó sobre el chico rodeando sus hombros haciendo que apresurara el paso, la hora del almuerzo era sagrada y quería probar esos deliciosos onigiris. Bad no protesto y solo dejo que la joven lo arrastrara.

-Asi que ¿Cuanto tiempo seguirás ayudando, (T/n)-san? - pregunto sin maldad uno de los hombres.

Todos los trabajadores miraron expectantes a la joven, no era secreto que el sueño de la chica era convertirse en samurái y manejar una katana. (T/n) alzó la mirada con la boca llena de onigiris y pensó la pregunta, trágo con fuerza recibiendo palmaditas por parte de Bad al casi atragantarse.

-Cuando pueda...por ahora estoy bien, además estoy con ustedes- sonrió causando un sonrojo con sus palabras en los presentes.

-Al señor Amai Mask no le gustará que usted trabaje aquí...- de reojo observó la expresión molesta de Bad ante el nombre.

-No me interesa lo que él piense, no me convertiré en geisha.

-Aunque se vería bastante bien...- rápidamente aquel rostro sonrojado fue cambiado por horror cuando noto la mirada fría de ambos sobre él. (T/n) y Bad asustaban incluso con aquella aura asesina y el pobre hombre se arrepintió de sus palabras.

-Ya dijo, su deseo es ser samurái- sentenció Bad tomando un onigiri.

Los días pasaron y la reconstrucción del pueblo estaba acabada, los hombres volvieron a sus tareas diarias al igual que (t/n), quien hacía pequeños trabajos cargando cestas para aquellos ancianos que no tenían la suficiente fuerza para hacerlo o cocinaba onigiris y los repartía a aquellos necesitados. Aunque mentalmente se decía que quería una vida como KinzokuBatto, un chico que entrenaba para ser luchador y quien portaba un arma con orgullo en su espalda. Ella también quería un arma pero por ser mujer no le era permitido, y no solo por aquel motivo, ya que su hermano Amai Mask estaba empeñado en que la joven se convirtiera en Geisha.

Aquel atardecer estaba sentada frente a la gran puerta que marcaba el principio del pueblo, desde donde a lo lejos se apreciaba aquel llano lleno de misteriosas criaturas. Suspiro observando la canasta de onigiris deseosa de probar uno y olvidar por unos minutos su vida, pero a lo lejos en aquella planicie una figura se acercaba y captó su atención. Pensó que se trataría de bandidos pero no era el caso, solo era una persona que caminaba con tranquilidad y despistado hacia el pueblo, llegando y observando con total naturalidad.

One punch man [One Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora