➧18.

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𝑫𝒊́𝒂 𝒅𝒆 𝒇𝒐𝒕𝒐𝒔.

Tres pequeños niños de entre diez, ocho y cuatro años rebuscaban por las estanterias y cofres del hogar para poder entretenerse mientras sus padres estaban ocupados con cosas de héroes.

— Tortilla, no deberíamos rebuscar en los cofres de papi, sabes que no le gusta. –explicó un poco temeroso el niño de ocho años a su hermana de diez.

— Si no le dices nada, no se enterará. –expresa la pequeña rebuscando en el cofre– Además, en vez de darme una charla deberías de estar vigilando a Asukarr.

El niño se encogió ante el regaño de su hermana mayor y fue con la más pequeña, la cual estaba entretenida con Jimmy. A la menor de todos le gustaba mucho jugar con el pájaro, y el animal no se quejaba, le agradaba bastante la pequeña ante el gran parecido con su dueño.

— Tortillo, Asukarr venid. –llamó la pequeña rubia a sus hermanos, quienes se giraron a ver lo que tenía entre las manos.

— ¿Un libro? –preguntó curioso Tortillo, y junto a Asukarr los dos se acercaron a su hermana y se sentaron en el suelo enfrente del libro.

— Es un álbum, tonto. –explicó con evidencia la mayor– No sabía que papá guardaba esto.

Con bastante curiosidad abrieron el álbum, encontrándose con fotos de paisajes o de Jimmy, alguna que otra de Karmaland o de la casa donde vivían. Hasta que una de sus padres aparecieron, los dos estaban enfrente de la comisaria con sus trajes.

— ¡Papis! –chilló la menor emocionada al ver a sus dos padres en la foto, estirazando su mano para alcanzar la foto, pero fue detenida por el mediano.

— Que jóvenes. –dijo la mayor asombrada.

Siguieron observando las demás fotografías, encontrándose, la mayoría, a sus padres en diferentes situaciones como en alguna cita, misión o, incluso, cocinando. También encontraron alguna foto de la boda de sus padres o incluso fotos de ellos cuando eran bebés.

Los pequeños quedaron asombrados de la cantidad de fotos que había en ese álbum y como era posible que sus padres no le enseñaran ese tesoro, como le había nombrado. Tortilla se cruzó de brazos indiganda por lo hecho de tan solo esconderle ese álbum.

— ¿Qué estáis viendo pequeños malandrines?

La voz del castaño a sus espaldas los pilló a los tres por sorpresa, mirando hacia arriba, donde su padre estaba observando el álbum.

— ¡Papi búho! –exclamó la menor de todos, estirazando sus pequeños brazos hacia el mayor con emoción. Fargan con una sonrisa cogió a su princesita para darle un beso entre sus castaños cabellos.

— Así que habéis encontrado el álbum de vuestro padre, ¿y si lo vemos los cuatro juntos y os cuento alguna anécdota? –preguntó Fargan sentándose en suelo, en medio de los otros dos niños quienes se acorrucaron en las piernas de su padre esperando esas anécdotas.

Desde la puerta de la casa, Alexby observaba con ternura la imagen que se presenciaba delante suya, agradeciendo la idea que tuvo ese día en hacer un álbum y a su  afición a la fotografía. Acariciando la cabeza de Jimmy sacó la cámara de su inventario y apuntó hacia la escena, sacando una foto de ella.

— Esta va directa al álbum. –aclaró el azabache observando la fotografía que acababa de sacar.

— ¡Alesby, ven! –llamó Fargan a su marido para que se sentara con ellos y recordaran un poco el pasado.

— ¡Eso, papá! ¡Papá búho nos está contando cuando fueron a derrotar al temible Lucifer! –exclamó emocionada Tortilla ante los hechos que estaban siendo contados.

— Voy, voy.

Guardó la fotografía en su inventario para después acomodarla en el álbum tranquilamente. Se acercó a su familia con una sonrisa, para sentarse al lado del castaño y poner a su único hijo entre sus piernas, dándole un beso en sus cabellos. Se giró para hacer lo mismo con la mayor y con la pequeña, para por último darle un beso en los labios a Fargan.

Y así pasaron lo que quedaba de tarde, contando anéctodas del pasado y observando las antiguas fotografías que se hicieron en ese momento.

Fin.

⇢𝑻𝒉𝒆 𝑭𝒂𝒓𝒈𝒆𝒙𝒃𝒚 𝑴𝒐𝒏𝒕𝒉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora