Capítulo XIV: Las alas de la Polilla

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Szayel se recostó en el piso pues su cuerpo parecía convulsionar con violencia, sus largas higueras con bulbos rojos se hicieron más cortas, pero los poros se desgarraban, se entre tejian como hilos en un telar, dando forma a un intrincado y muy complejo tejido, que se teñia las fibras caprichosas, se veía como un encaje delicado de bordados de flores, hojas, plantas en una gama de negros, grises y blancos, dando al pelirosa cuatro alas como las de una polilla, su piel perdió todo su color y fue desprendiéndose su traje sólo exponiendo su cuerpo, las puntas en sus manos se cayeron y nacieron nuevas garras negras, incluso de su máscara desapareció todo color.

Sus pies y piernas también perdieron su atuendo, de su cadera nació ese peculiar pelo fino de color negro en forma de un pantalón largo con una apertura desde la mitad de sus muslos hasta su final en los tobillos, en sus pies brotaron afiladas garras negras.

Su máscara de color blanco enmarcó sus ojos, con tatuajes negros muy delgados con la figura de un mándala, sus ojos dejaron de ser miel y se pintaron de un hermoso color violeta, su tejido conjuntivo negro destacaba esas gemas lilas, de su máscara descendieron por su cuello las figuras hasta crear otro complejo diseño de mándala sobre sus hombros llegando al agujero que se abrió en su pecho, de su máscara surgieron un par de astas, que se abrían en otras más pequeñas y éstas en otras aún más finas, lucían como delicadas plumas que se curvean ligeramente hacia adelante pintandose de un tenue color ámbar, en esa fina máscara se disimulaba bien la figura de unos colmillos muy afilados.

Yacía boca arriba completamente inconsciente, sobre sus hermosas alas, Ulquiorra ajustó los instrumentos, suspiro, ambos salieron a verificar el estado de Aporro.

- Joven Szayel... - dijo la chica acercándose al pelirosa

- Ten cuidado, por lo poco que se Szayel cuando es herido se vuelve agresivo, devora a sus semejantes... - dijo el de ojos dorados

Inoue lo miró, su sencilla máscara con ese fino y muy sutil tatuaje de mándala era hermosa, al ver completo a Granz se veía como una brillante polilla en la oscuridad de la noche apenas iluminada por la luna, Ciffer lentamente levantó al pelirosa, evitando en todo momento tocar sus alas, era obvio que no se romperían fácilmente, pero el hollow sentía que al usar sus arpas iba a perforar ese fino tejido, lo cargó en sus brazos.

- Sígueme mujer, aún debemos reunirnos con Grimillow mientras Szayel descansa, llamaré a sus fracciones para que cuiden de él... - dijo el alado

Nerviosa asintió con la cabeza y siguió al hollow, por un pasillo hasta una puerta oculta que daba a la habitación del octavo, con amabilidad dobló las alas de Aporro, lo recostó en la amplia cama, de uno de los descansadores tomó Ciffer un pequeño aparato con un botón rojo, así llamó a las escandalosas fracciones que no tardaron en llegar.

- ¡Callense!, cuiden de Szayel, estoy seguro que no despertará hoy... es más delicado que Grimillow o yo, así que guarden silencio y vigilen que respiré correctamente... - dijo algo molesto el Vasto Lord

- Sí señor Ulquiorra, en cuanto despierte el señor Szayel Aporro le notificaremos (le extiende el extraño regordete un pequeño aparato), este empezará a pulsar... - dijo el pequeño y regordete hollow

- Bien, entonces nos vemos... - dijo el alado

Se dio media vuelta para salir de allí, Orihime hizo una pequeña reverencia y corrió tras Ciffer, ambos salieron del laboratorio, a través de largos pasillos llegaron al cuarto de Jaquen, el de ojos dorados tocó la puerta.

- Grimillow... - dijo el de cabello blanco

- Entren... - respondió la voz

La mujer y hollow entraron, el felino yacía recostado en su cama.

Vasto LordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora