Capítulo VIII: El Nacimiento

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- Déjate de tonterías Szayel, está vez usaré mi liberación para emplear el hogyoku, después mujer regenera mi máscara... - ordenó el pelinegro

- Pero esta prohibido que lo hagas... - dijo serio el octavo

- Lo sé, pero es por un motivo justificado... - dijo el cuarto

- ¡Ha!, bien, señorita después de devolver la máscara a Ulquiorra entra a la cabina... - dijo el pelirosa

Entonces el ojiverde sacó su espada, la pelirroja lo mira atentamente, el hollow recita una frase.

- Encadena, murciélago... - su enorme reiatsu lo viste con un par de alas negras, una doble cornamenta y una especie de túnica blanca

- Aún no es suficiente... segunda resurrección... - la túnica se convirtió en una especie de pelo fino que se abría en cuatro colas dos delante y dos traseras más largas, sus cuernos eran mucho más grandes, sus ojos cambiaron de color y una fina cola cual látigo completaba su transformación.

- Al verme en esta forma, ¿no me temes mujer? ... - exclamó el arrancar

- No le temo joven Ulquiorra... - afirmó la doncella

- Ya veo... - dijo el espada, con su fina cola activó el hogyoku

Levantó su mano el de cabello negro, apenas tocó el rostro de la mujer, evitando lastimarle con su largas garras, su corazón de la chica se aceleró al sentir la ternura de esas manos negras.

- Regenera mi máscara... - ordenó el hollow

- Pero ya no tengo ni un rastro de su máscara... - comentó la pelirroja

Con la otra mano el arrancar señaló su larga cornamenta, usando el escudo de los gemelos del retorno, la adolescente nerviosa recreo la máscara de Ciffer, en ese momento también se desactivó el hogyoku, por un breve instante parecía que nada sucedió, pero esa paz se rompió con el sonido de un crujido.

La máscara de Ulquiorra se quebraba, no de forma aleatoria, más bien se rearmaba, primero se marcó la mandíbula, se abrió en finos y afilados colmillos negros donde estaban sus labios, se dobló y reconstruyó para dar forma al tabique de la nariz, desde la parte posterior del cráneo hasta la frontal se pintó de negro, igual que un camino de lágrimas que bajaron por su cuello y siguió hasta su cadera pasando por el agujero de su pecho; el pelo que lo cubría de la cadera se hizo más largo y con una forma peculiar, parecía el traje desgarrado de un shinigami.

Un grito con voz en eco muy fácil de reconocer hizo a Szayel y Orihime estremecer, parecía que el cuerpo del cuarto espada sufría una tremenda tensión, la mujer quiso ir a ayudar, pero en una rápida acción, Aporro fue a detenerla.

La larga cornamenta de Ciffer se empezó a quemar en llamas negras con aura verde, formando una corona de fuego oscuro sobre la cabeza del arrancar, su cabello negro se fue decolorando, se tornó blanco con destellos plateados, algo similar pasó con sus brazos y piernas, que perdieron la fina capa de pelo que los cubría, ahora sólo lucían la blanca piel de Ulquiorra, de sus alas brotaron largas y suaves plumas que las cubrieron por completo; la punta de la larga cola también se prendió en llamas negras y resplandor verde.

Lo peor fue ver el gran dolor que parecía sufrir el hollow cuando de su espalda surgió otro par de alas, a su vez estás se hicieron mucho más grandes y pesadas, Orihime empezó a desesperarse al ver la agonía del espada, pero Granz no la soltó, entonces de la nada el gigantesco reiatsu de Ulquiorra se incremento 100 veces, algo que sobre salto a Inoue y a Szayel, pero también se comprimio en un instante a tan solo un 1%, el cuarto espada se desmayo, su corona de flamas desapareció, cayó de rodillas al suelo, sin embargo sólo se quedó con la cabeza agachada, su cuerpo no cedió, se mantuvo relativamente firme.

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