La luna brillaba en demasía esa noche para su gusto.
¿Por qué parecía que incluso ese satélite se estaba burlando de su sufrimiento?
Un suspiro salió de sus labios. Dejó de mirar hacia el cielo para prestarle atención al cigarrillo entre sus manos. Lo llevó lentamente, casi de forma tortuosa, hacia sus labios. Inhaló con suavidad y luego dejó que el humo abandonara sus pulmones.
No podía negar que la muerte de Mara la había tomado por sorpresa. Ni siquiera sabía con certeza como ocurrió. Los “amigos” de su tía dijeron que se trataba de brujería porque encontraron bolsas de hechizos en la habitación, pero ninguno tenía idea de quién pudo ser el o la causante. Tampoco harían mucho por averiguarlo.
“Estos cazadores son más inútiles de lo que pensé”
Esa mañana, se estaba alistando para ir a la universidad, justo como todos los días solía hacer. Una llamada la hizo palidecer. El celular de emergencia que Mara le había regalado hace varios años atrás por primera vez recibió una llamada. Adora se preparó mentalmente para oír lo peor. A pesar de todo, no pudo evitar que la noticia le cayera como un balde de agua fría. Sus piernas comenzaron a temblar, fallándole en el acto. El ruido sordo que hizo al impactar contra el piso de madera llamó la atención de su compañera, quien rápido corrió hacia la habitación para encontrarla llorando en silencio, aún con el teléfono pegado a su oreja.
La rubia suspiró nuevamente, había perdido la cuenta de cuantos suspiros se le habían escapado ya en todo lo que llevaba de día.
Unos pasos silenciosos pero perceptibles llamaron su atención. Para ella esas pisadas sigilosas eran inconfundibles.-Hey Adora- La morena se sentó a su lado en los escalones.
Adora solo la miró de reojo para luego darle otra calada a su cigarrillo el cual estaba a punto de consumirse. Catra le dedicó una mirada molesta, nunca le gustó que la rubia fumara y la había obligado a dejarlo hace más de dos años.
- No me mires así, solo estoy algo estresada ¿de acuerdo? – Se excusó apagando el mismo en el borde del escalón.
- No te miraba de ninguna forma – la de ojos bicolor volteó hacia el paisaje frente a ella. El bosque se extendía varios metros alrededor de la cabaña la cual pertenecía a uno de los amigos de la fallecida.
Las risas estruendosas de los residentes arruinaban la tranquilidad brindada por el pacífico paisaje que las acompañaba.
Catra apoyó su cabeza en el hombro de la rubia.
- Adora…- intentó formular algunas palabras de aliento para su compañera pero murieron en su garganta tan rápido como despegó sus labios para pronunciar su nombre.
- Está bien, sé que no eres buena con las palabras y menos para consolar a alguien. Además, estoy bien – La de ojos azules le sonrió algo forzado.
- Por favor, sabes perfectamente que sé todo lo que pasa por tu mente, en estos momentos te sientes de cualquier forma menos bien- Apartó la cabeza de su cómoda posición para encarar a su amiga.
- Realmente a veces odio esta conexión, nunca puedo ocultarte nada – rió divertida.
- Eso era parte del trato princesa, debiste pensarlo mejor antes de aceptarme a tu lado, además siempre puedes bloquear tus pensamientos – Catra la miró con una ceja alzada.
- No me molesta que invadas mi mente – acarició la mejilla derecha de su interlocutora – Gracias por estar aquí conmigo -
- ¿Dónde más se supone que estaría, idiota? – apartó el rostro de la cálida caricia de la rubia y luego se levantó para extenderle la mano. Adora lo dudó por un momento para luego tomarla y ponerse de pie, sus botas de tacón ligeramente alto, hacían aumentar los centímetros de más que le llevaba a la de ojos bicolor – Mejor entremos, pronto será el “entierro” – hizo comillas con su mano libre y entrelazó los dedos de Adora con los de ella.