Recostada sobre sus propios brazos y apoyada en el borde de la pequeña cama de aquella habitación, una chica morena dormía de forma impasible. Ni siquiera esos molestos pitidos del monitor cardíaco eran capaces de despertarla. Llevaba poco más de cinco días sin dormir en las noches. A veces las pasaba en el hospital, a pesar de que su madre le decía que aquello no era necesario pero la niña era incapaz de alejarse de su inconsciente amiga.
Entre sueños, la morena buscó la mano de la hospitalizada. Cuando la encontró la apretó suavemente mientras susurraba su nombre de forma casi inaudible. La puerta de la habitación se abrió, inundando aquella oscuridad con una tenue luz amarillenta proveniente del pasillo.
- Mija… - Llamó una mujer. Vestía con el uniforme del hospital y no aparentaba ser mayor de cincuenta años. Se acercó a la chica y movió su hombro con dulzura – Luz, despierta –
La mencionada se tomó su tiempo para abrir los ojos por completo, estaba demasiado cansada para querer volver a la realidad – ¿Ma? – Se frotó los ojos intentando enfocar a la mujer frente a ella, estaba aun muy oscuro, al menos para su visión borrosa.
- Emira ya llegó, no es necesario que te quedes esta noche también – Explicó la mayor con paciencia.
- Pero quiero quedarme hoy –
- Luz, te has quedado dos noches seguidas y ayer no dormiste nada en casa, necesitas descansar. Deja a Amity en manos de su hermana. No te preocupes, también yo estaré pendiente de ella – Tal vez la convenció, al menos un poco. Eso entendió la mujer al ver como su hija recogía su mochila de la secundaria y se dirigía a la salida, no sin antes darle una última mirada a la pálida chica en la cama.
- Nos vemos mañana Amity – Se despidió y salió de la habitación antes de que sus sentimientos se apoderaran de ella y las lágrimas decidieran hacer acto de presencia.
Madre e hija caminaron por el pasillo hasta la recepción. Luz no pudo evitar notar que cada vez había más niños hospitalizados, todos por la misma causa desconocida, solo inconscientes sin razón aparente. Ningún doctor había podido dar una explicación aun para aquella anomalía y para desgracia de Luz, todo había comenzado con su mejor amiga: Amity Blight.