#39

940 66 8
                                    

Tenía una mirada de poker, como si lo que quería decirme fuera una apuesta.

-Aléjate de Michele y te pagaré un millón de dólares. - dijo demasiado seria diría yo. Al principio pensé que era una broma, por lo que comencé a reír como loca. Incluso un par de lágrimas salieron de mis ojos debido a la gracia de su "propuesta". Al ver que su cara no mostraba ningún indicio de estar bromeando, mi risa paró.

-¿Que? - pregunté atónita al darme cuenta de que era todo lo contrario a una broma.

-Vamos cariño. Ambas sabemos que estás con él por su dinero y por lo guapo que es. Él ha cambiado mucho desde que te conoció y déjame decirte que no en el buen sentido. - dijo como si fuera obvio. - Lo único que estás logrando es hacerlo débil y vulnerable. Eres un estorbo para su crecimiento y para mi plan de reconciliarme con él. - mis ojos estaban abiertos de lo perpleja que estaba en ese momento. No podía formular ninguna oración porque mi mente se había desconectado de mi cuerpo y en lo único que podía pensar eran las palabras de Bianca. - ¿Acaso eres idiota o algo? - preguntó ahora enojada. En ese momento mi cuerpo despertó y mi mano viajó a su mejilla, dándole una fuerte cachetada. Tan fuerte que instantáneamente su mejilla se volvió roja. Ella comenzó a lloriquear mientras sostenía su mejilla. Deja de llorar perra.

-¿Pero qué carajos Cameron? - alguien preguntó atrás de mi. Ya me cargó la chingada, por supuesto que era Michele. Bianca  sabía que la que se iba a ver mal iba a ser yo, por eso estaba chillando. Miré a Michele preocupada, él realmente me importaba y quería que supiera lo que había pasado, pero él solo me miró con decepción en los ojos. Negó con la cabeza mirando al suelo. - Largo. - dijo, pero realmente no se si se refería a mi o a Bianca. Esperaba que se dirigiera a Bianca. Lo miré confundida. - Que te largues. - dijo con el mismo tono de voz; frío y sin ninguna emoción. Me miró expectante y algo en mi interior se rompió. Caí en la cuenta de que quería que YO me fuera.

Negué con la cabeza en su dirección y tomé mi bolsa lo más rápido posible. Quería aventarles un jarrón de vidrio a los dos. Bianca por su parte, seguía actuando como si estuviera llorando y eso me puso más enojada de lo que ya estaba. Apreté mi mandíbula y salí de ese restaurante, no sin antes dirigirle una mirada triste a Michele, quien miraba fijamente al suelo.

Esta vez, no iba a regresar a rogarle a Michele, porque sabía que no iba a creerme y Bianca seguro ya le estaba contando algo que no había pasado. Ahora me esperaría a que él llegara a casa para poder hablar con él un poco más tranquila. Dios, hasta mis puños estaban tensos, sentía que en cualquier momento le iba a dar un puñetazo a alguien.

Caminaba con paso firme, sin fijarme si alguien estaba frente a mi o no. Quería ir a mi casa a envolverme en mi cama, pero a mi departamento. No a la casa de Michele.

El enojo que estaba en mi cuerpo se comenzó a volver tristeza, creando un nudo en mi garganta y unas ganas incontrolables de llorar. Sentía mi cuerpo débil por el frío de las calles de Nueva York, pero no quería pedir un taxi. Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos e intenté limpiarlas con la manga de mi abrigo pero fue un acto inútil ya que no dejaban de salir. Mi cuerpo comenzó a temblar por el frío pero realmente no me importó, ni siquiera me inmuté ya que estaba demasiado concentrada en mis pensamientos.

Mi llanto se había controlado un poco y mi cuerpo entró en calor por los 30 minutos que había estado caminando pero aún faltaban unos 20 minutos para llegar. Mis ojos ardían por las lágrimas que había soltado hace unos minutos y mis pies ardían por los tacones que había elegido. Estaba cansada mental y físicamente, pero tenía que llegar a casa si no me quería morir de hipotermia.

Mi respiración estaba agitada así que dismunuí la velocidad de mis pasos, sintiéndome vacía por dentro. ¿Cómo pudo creerle a ella? Es una maldita perra. Caminaba absorta en mis pensamientos, sin observar a mi alrededor cuando sentí un brazo jalandome hacia un callejón. Inmediatamente reaccioné e intenté poner fuerza para evitar que me hicieran lo que tenían planeado hacerme. Intenté mirar quien era la persona que me estaba jalando, pero traía un pasamontañas que me hacía imposible descubrir su identidad. ¿Acaso me van a secuestrar? Comencé a temblar de miedo y mi cuerpo se paralizó.

-Deja de poner fuerza Cameron. - era una voz que nunca en mi vida había escuchado, pero sabía mi nombre. Espera, ¿cómo sabía mi nombre? - Entiende que lo hago por trabajo, ella me mandó. - abrí los ojos asustada y las lágrimas brotaron de mis ojos. Un arma se pegó a mi pecho haciéndome soltar un grito de miedo y de auxilio, pero al parecer estábamos solos. ¿Quién carajos era "ella"?

-¿Qué es lo que quieres? - pregunté sollozando, con el cuerpo tenso pero aún temblando del miedo.

-Tu vida. - contestó y cargó el arma para esta vez, apuntarla a mi cabeza

Intenté moverme y quitarme de su fuerte agarre y para mi suerte lo logré, ya que el hombre solo me estaba sosteniendo con una mano. Corrí lo más rápido que mis zapatos podían pero no fue suficiente.

Lo último que recuerdo fue el ruido de un arma siendo disparada, dolor en mi espalda superior y gritos. Hasta que caí en un profundo y largo sueño del cual estaba segura que no iba a despertar.

I See Red - Michele MorroneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora