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Después de que Diamond y Jacob se despidieran y se fueran para eso de las 7 de la noche, decidí prender la televisión para distraerme un poco de mi realidad. Tomé el control que gracias al cielo estaba a mi alcance y prendí la tele. Las imágenes de un horrible accidente se posaron en toda la pantalla, un coche se había volcado en plena carretera, matando al conductor. La curiosidad dejó mi cuerpo al ver las imágenes del accidente, provocándome ganas de vomitar, así que decidí cambiarle de canal a uno un poco menos traumático para mi. Estaba a punto de cambiar de canal, pero la imagen de un señor bastante conocido apareció en la parte superior de la pantalla. El mismo rostro que Zac una vez me mostró, el hombre que había entrado a mi departamento.

Mi respiración comenzó a acelerarse al igual que mi corazón. A pesar de que el aire entraba a mis pulmones, sentía que era tóxico para mí. Ligeras gotas de sudor frío se posaron sobre mi frente y unas recorrieron toda mi espalda, haciéndome temblar como si estuviera en una tina de agua helada. Las paredes comenzaron a hacerse pequeñas y sentí que el cuarto se iba encogiendo más y más. Hacía años que no me daba un ataque de estos. Tenía que calmarme 

Intenté regular mi respiración, inhalando profundamente. Al principio el aire no entraba a mis pulmones como normalmente lo hacía, pero después de un par de intentos, mi respiración se calmó al igual que los latidos de mi corazón. Había aprendido a controlar este tipo de ataques desde el accidente de mi tía. Me daban por las noches, cuando estaba a punto de caer profunda en un sueño pero la imagen de mi tía siempre aparecía en mi cabeza, ocasionando que sintiera que me estaba ahogando.

Jamás obtendría respuestas de su parte. Nunca conseguiré una explicación a todo esto que está sucediendo. Jamás sabría si Bianca estuvo detrás de todo. Lágrimas de impotencia y desesperación inundaron mis ojos, haciendo que mi vista se nublara. Esas mismas lágrimas se deslizaron por mis mejillas como si fueran cascadas, mojando incluso la bata que tenía puesta.

Me sentía pequeña, pero en ese momento quería desaparecer. El vacío crecía en mi interior cada vez más y no sabía cómo llenarlo. Debes hablar con Michele. Sabía que Michele era esa pieza que me faltaba, pero aún no estaba lista para hablar con él.

Después de estar pensando en todo y en nada por un tiempo, mis ojos se cerraron y caí en un profundo sueño. La diferencia es que quería quedarme así hasta que todo volviera a la normalidad.

...

El sonido de un celular me despertó y me enderecé rápidamente emocionada, creyendo que todo había sido una pesadilla, pero un dolor agudo en mi espalda me hizo saber que era todo menos un sueño. Suspiré triste e intenté buscar el celular de donde provenía ese sonido y pude escuchar que venía desde la silla, en donde estaba mi bolsa. ¿Cuando coño apareció eso ahí? Seguro los paramédicos la tomaron cuando estaba a punto de morir. Miré el reloj y marcaba que eran las 4 de la tarde. Había dormido demasiado.

Estaba tan débil que la opción de dejar sonar el celular todo el día no me molestaba, pero por alguna extraña razón, tenía que escoger el sonido más estresante y ruidoso que existía. Me levanté lentamente, poniendo todo mi peso en la mano que estaba recargada en la cama e intenté acercarme lo más posible al bolso que ahora parecía que estaba a un kilómetro de distancia. Gracias a que el sonido era realmente molesto y estaba comenzando a perder la paciencia, quité todo mi peso del brazo e hice todo lo posible por caminar en dirección del sonido. Pero para mi mala suerte, mis piernas fallaron causando que me desvaneciera y cayera al piso. Solté un grito por el dolor que me causó en todo el cuerpo. ¿Si sabes que existen botones para que alguien venga a ayudarte verdad? Mi voz interna tan sabia decidió aparecerse tarde ese día. La puerta del cuarto se abrió y se escucharon pasos hacia donde estaba yo.

-Cam, ¿estás bien? - preguntó Michele demasiado preocupado. Dios, ahora es cuando te pregunto: ¿Por qué no me llevaste cuando podías? Ya deja de ser tan dramática. Mis ojos se abrieron pero él no podía verme, ya que estaba boca abajo, tirada en el suelo como si hubiera decidido dormir ahí. No era que me diera pena que me viera tirada, simplemente no quería verlo.

Sabía que él estaba haciendo todo lo posible para que lo perdonara, pero aún no estaba lista. Necesitaba más tiempo.

-Vamos, te subo a la cama. - dijo y me dio la mano para levantarme. Él tenía toda la intención de cargarme, pero lo detuve.

-Yo puedo, gracias. - dije secamente y comencé a caminar. Al primer paso que di, volví a tropezar por mi debilidad pero él logró sostenerme. Tal cual una comedia romántica. Michele negó con la cabeza mientras suspiraba y me levantó en sus brazos, cuidadoso de no tocar mi herida.

Rodeé mis brazos en su cuello para no caerme y miré fijamente a mi vientre, nerviosa e incómoda con la situación. Me dejó suavemente en la cama mientras que nuestras miradas se cruzaban y mi corazón se aceleró. Me miró con ternura y me acarició la mejilla.

-Gracias. - dije aún mirándolo. Nos quedamos en silencio, esperando a que el otro empezara la conversación, pero ninguno de los dos lo hizo. 

Él me sonrió en modo de despedida y comenzó a caminar hacia la puerta de la habitación con paso lento. 

-Espera. - grité un poco exagerada y Michele se giró para verme con una cara de confusión. - Sé que tenemos que hablar, pero ¿podrías darme tiempo? - de verdad quería arreglar las cosas con Michele, pero el simple hecho de pensar el problema que teníamos que solucionar me daba escalofríos. Quería estar un poco más preparada.

-Tómate el tiempo que necesites Cam, sabes que estaré para ti cuando me necesites. - sonrió tierno pero al mismo tiempo con un aire de tristeza. Se dió la vuelta y dejó la habitación, dejándome sola con mis pensamientos.

I See Red - Michele MorroneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora