❅ 𝔲𝔫𝔬

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El momento de la cena de negocios/familiar no tardó mucho mas en llegar y mientras nos acomodábamos cada uno en una silla, una de las tantas mucamas que debían de tener ésta manga de energúmedos se encargó de servirnos la comida.

Me quedé mirando a Dafne un momento. Ella acomodaba una servilleta de tela encima de su regazo y si me contuve a reírme fue para no armar un lío tan pronto. Pero por dentro estaba que me moría.

¿Hasta qué punto era capaz de llegar para encajar en toda esta falsedad de mierda?

Le agradecí a la mujer apenas acomodó el plato de comida frente a mí y enseguida pinché el tenedor en la carne probando un bocado. Y en ese transcurso sentí que me pateaban por debajo de la mesa.

Alcé la mirada comprobando que se trataba de Valentín y mi frente se arrugó al no comprender porqué buscaba llamarme la atención.

Fingió que tosía y revoleó los ojos en lugar de hablar y explicarme qué era lo que pasaba. Miré a mi alrededor percatándome de que el resto aún no tocaba su plato y respiré hondo deseando que no se pongan a rezar u agradecerle a Dios y los Santos Ángeles por estos alimentos.

Iba a ser el colmo.

Mi madre no tardó en clavarme la mirada y terminé poniendo los ojos en blanco, cruzándome de brazos y otra vez con mal humor.

A esto me refería cuando decía que venir acá implicaba tener que fingir. Estábamos por comer carne con papas, no era necesario hacer un ritual antes de morfar.

Mis ojos fueron a parar otra vez en Valentín y éste negó con la cabeza apretando los labios para no reírse. No entendía qué era lo que le parecía tan gracioso y ya empezaba a caerme mal.

Comenzaron a comer e hice lo mismo pero ya sin apetito porque todo esto era mucho para mí. Las dos familias hablaban de negocios, de planes a futuro y demás cosas que pretendían llevar a cabo entre ambas empresas para seguir triunfando y llenándose los bolsillos de dinero.

Por supuesto que no faltó el momento en el que mi madre empezó a presumir a su perfecta hija mayor, Dafne, quien parecía ser su máximo orgullo solamente porque actuaba igual que ella. Eran tan para cual, una peor que la otra.

No me sentía mal por ser un desastre al lado suyo porque Dafne se estaba convirtiendo en el ser que juré destruír, así que las palabras de mamá me entraban por un oído y me salían por el otro.

Era insoportable ver como se alimentaban el ego entre ellos y yo solamente quería huír.

Me negué a probar lo que sirvieron como postre porque tenía el estómago cerrado y tan pronto como pude me levanté de la mesa y salí a lo que era el patio trasero de la casa.

Era incluso más grande que el mío, un terreno enorme y con una piscina de lujo. Había plantas con flores de todo tipo, una parrilla y varios bancos de madera ubicados estratégicamente por todo el parque.

Me acerqué a la piscina revisando mi bolso y saqué una caja de cigarrillos llevándome uno a la boca para luego encenderlo. Estaba harta y necesitaba tranquilizarme o iba a enloquecer.

Cerré mis ojos echando la cabeza hacia atrás y entreabrí los labios para soltar el humo de la primera calada, sintiendo al fin algo de paz después de que mi familia me haya quemado el cerebro.

legado; wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora