❅ 𝔫𝔲𝔢𝔳𝔢

2K 136 90
                                    


Valentín era el encargado de armar cada envoltorio, Tadeo los pesaba una y otra vez y a mí me dejaron a cargo de llevar la cuenta de cuántos gramos y paquetes teníamos hasta ahora. Una fe me tienen.

Estuvimos así gran parte de la tarde porque al parecer venían atrazados y debían realizar una importante entrega hoy mismo en la noche. No me molestaba colaborar si podía brindar una mano, aunque tampoco voy a negar que hubiese preferido estar tirada en la cama con Valentín mirando Netflix mientras comemos golosinas.

Por fuera de eso, también debo admitir que esta era una oportunidad única para meterme en el fondo del negocio familiar y conocer el lado mas turbio de las empresas que tienen a cargo nuestros padres. Porque sí, seguramente mi familia está relacionada con todo esto, no creo que sean tan correctos tampoco.

— ¿Probaste falopa alguna vez? - preguntó Tadeo mirándome y antes de que pudiese darle una respuesta Valentín se adelantó.

— No le des eso, tonto. - suspiró largamente y pateó a su amigo por debajo de la mesa haciéndolo sobresaltar. Tan lindo él.

— Le pregunté nada mas. - relajó la postura en la silla pasando los brazos por detrás de su cabeza y bostezó con cansancio contagiándome a mi.

— Igual no quería. - aclaré para recordarles que tengo voz propia ya que en el último rato no hicieron mas que hablar como si yo no estuviera, o como si fuese una nena a quien trataban de no corromper y por ende mi opinión no contaba.

Tadeo es de esas personas que te tratan con confianza absoluta como si te conociera de toda la vida, pero de manera mas guasa. Se notaba que tenía mucha mas calle que nosotros dos juntos y que no venía de una familia de plata. Los aires de grandeza los tenía de todos modos e incluso llegó a decir que su papel en el negocio es mas importante que el de Valentín o que del mismo Señor Oliva, porque al fin y al cabo es él el que consigue todo lo que trafican y de no contar con su aporte no llegarían a nada.

¿Ven que no se necesita tener a cargo una empresa multimillonaria para ser alguien en la vida? Textuales palablas del mismo Tadeo.

— No ibas a probar. - agregó Valentín con sus ojos clavados en los míos y me quedé mirándolo con una tonta sonrisa plasmada en la cara.

— ¿Por que no? - arqueé una ceja.

— Porque sos muy chiquita.

Su mirada se iluminó y puso una cara de burla que nos hizo reír a todos. Apoyó los codos sobre el escritorio y unió sus manos entre sí tronándose los dedos. Él también estaba cansado pero se supone que deben, o debemos, terminar para la medianoche.

— Es chiquita pero bien que la tenés chupándote la pija y contando merca. - el comentario de Tadeo fue totalmente innecesario y mis mejillas no tardaron nada en empezar a arder. Se puso de pie mientras carcajeaba y atinó a correrse cuando Valentín le revoleó con algo en la cara para que deje de decir ese tipo de cosas.

— Andate boludo. - le ordenó y aunque trataba de no seguir riéndose, en su rostro amenazaba con salir una sonrisa. Acompañó a su amigo a la puerta y lo único que alcancé a escuchar fue que quedaba en pasar a buscarnos dentro de una hora. Y que tengamos todo listo.

Por fin algo de privacidad.

Aproveché ese momento para levantarme y estirarme ya que apenas sentía mi culo después de estar tantas horas sentada. Extendí los brazos hacia arriba soltando un nuevo bostezo y en ese instante sentí sus manos posándose en mi vientre que acababa de quedar al descubierto ya que se me subió un poco la ropa.

— ¿Hasta donde sos capaz de llegar por quedarte conmigo? - su pregunta me descolocó ya que era bastante inexpecífica como para responderle así de la nada. Me dejó pensando un poco.

legado; wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora