❅ 𝔡𝔦𝔢𝔠𝔦𝔬𝔠𝔥𝔬

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El resto de la madrugada resultó ser bastante incómoda en todos los sentidos habidos y por haber.

Para empezar, tener que dormir toda doblada en el asiento de un auto no era lo mas agradable del mundo, pero prefería estar de ese modo antes que descansar junto a Valentín que para variar se estaba comportando como el idiota que fue siempre. Tuve que decirme a mí misma que no importaba, que ya tendría tiempo de disfrutar de mi hermosa cama y con suerte el discurso que me esperaba por parte de mis padres duraría un par de minutos y nada mas.

Pobre ilusa.

Por un lado estaba yo que me estiraba tanto como podía en la butaca de copilto, flexionando y aferrando las piernas a mi torso ya que estirarlas resultó imposible. Ahora si miramos hacia atrás, lo tenemos a Valentín que luce como un ángel sin alas, extendido a lo largo y muy cómodamente con los labios entreabiertos y la respiración pausada, aún a medio vestir ya que su camisa la lucía mi cuerpo.

Me gustaba el contraste que brinda su imagen con respecto a lo que muestra por fuera y lo que realmente es. A simple vista aparenta ser un simple ser humano más que habita este inmundo planeta, sin malas intenciones y con un aura tan pura, libre de pecados y de maldad.

Claramente la realidad es otra porque de bueno no tiene nada, no en ese sentido. Sabe usar la cabeza y otras partes del cuerpo también, pero eso no quita su falta de empatía y corazón cuando se lo propone, adoptando una postura tan típica de la gente engreída como él. Si no fuese tan egocéntrico quizás hasta podría considerar la idea de estar juntos más allá de pasar un buen rato, porque claro está que me interesa y que un poco embobada me tiene.

Sin embargo no quiero olvidar el detalle de que sus palabras contienen un mundo detrás cada vez que las suelta y forma una frase. Dice una cosa e insinúa todo lo contrario y para tirarte la verdad o lo hace sin tapujos o la camufla bajo una indirecta que uno mismo debe descifrar porque él no colabora en nada.

Era una especie de trampa para ratones en la cual yo caía una y otra vez, quedando atrapada en la tentación y viéndome obligada a tener que ingeniármelas de la manera que sea para salir de ahí con mis propias manos, porque claramente Valentín no cooperaría.

Me costó horrores pegar el ojo esa noche y cuando finalmente lo hice, al poco tiempo los rayos del sol que se colaban por las ventanas del auto impactaron contra mi rostro y fue imposible continuar durmiendo.

Removí mi cuerpo en el asiento estando toda encorbada y contracturada; sin duda una de las peores experiencias de mi vida. Me estiré como pude y giré para ver a Valentín que aún descansaba muy cómodamente en la parte de atrás. Se abrazaba a si mismo y doblaba las piernas ya que apenas entraba. De verdad que parecía un nene pequeño, con su espíritu angelical que en realidad es inexistente y ni hablar de esa carita tan adorable que por detrás oculta al mismísimo demonio.

Con esfuerzo me abrí paso y le hice compañía ubicándome de rodillas del lado de los pies. Él apenas se inmutó de mi presencia y mientras se iba despertando aproveché y toqué su espalda con mis dedos pudiendo sentir la suavidad de su piel. No era un chico super dotado pero me gustaba, además de que compensaba la falta de musculatura con una constelación de lunares que lo adornaban al esparcirse estratégicamente por sus hombros, homóplatos y el resto de su espalda.

- Mmh...-lo escuché quejarse y mordí la parte interna de mi mejilla sin saber exactamente cómo reaccionar. Valentín puede ser un forro y todo lo que quieran, pero realmente se vuelve difícil rechazarlo y no caer en su juego de atracción cuando una está cerca.

Menos si sonríe despacio entre sueños, con la voz ronca y sus movimientos tan torpes y sutiles, alentándome a quedarme y hacerle compañía el resto del día.

legado; wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora