Capítulo 17.

2.3K 196 30
                                    

- ¡Fue increíble como golpeaste a esos hombres! -exclamo Mark moviendo sus manos tratando de imitar los movimientos que había hecho- ¿Acaso fuiste al ejército o algo parecido?

Ambos estábamos caminando en un pequeño parque. Tenía un gran gorro de lana en la cabeza intentando pasar sin que nadie me reconozca, mientras Mark seguía vistiendo lo mismo que ayer. Al salir del hospital varias guardias nos atacaron. Termine golpeándolos a todos, corrimos hasta que nos cansamos y terminamos en el parque.

- Esa que viste allí no era yo, Mark -dije con tono sincero.

- ¿A que te refieres? -preguntó desconcertado- ¡Claro que eras tu! Tus mismos ojos azules, tu mismo cabello rubio, tu misma piel, ¿quién más podría ser?

Sonreí.

- Créeme, no quieres conocerla -conteste mientras caminaba mas adelante que el.

- ¿Qué pasa si quie...-Mark fue interrumpido por un tomate golpeando su cara.

Fruncí el ceño y lo ayude a limpiarse. Al mirar a adelante había un grupo de adolescentes riendo. Sentí como mi mandíbula se tensó.

- ¿Tienen algún problema? -les grite.

Ellos solo rieron más fuerte.

- Es que el tomate estaba podrido, al igual que ese viejo -dijo uno- Pensamos que podrido y podrido podrían llevarse bien.

Apreté los nudillos, estaba apunto de ir tras ellos pero sentí como Mark me tomo del brazo impidiéndome avanzar.

- Déjalos, Perrie -me dijo Mark- Ya estoy algo acostumbrado a esto.

Lo mire con nostalgia. Esto no se lo merece ningún ser humano en el mundo, mucho menos el. Aunque al ver su cara de miedo, decidí ceder y al mismo tiempo intentar calmarme.
Le di una ultima mirada a los adolescentes que seguían con unas sonrisas burlonas en sus rostros, y con Mark comencé a caminar. Sentí como algo golpeo mi cabeza, al subir la mano descubrí que era lo que presentía. Un tomate.
Sentí como mi sangre corría más rápido, mi corazón se aceleró, mis nudillos tornaron a blancos, mi piel se puso de gallina, y una gran sonrisa nació en mi cara.
Voltee mi cuerpo y comencé a correr hasta llegar a los adolescentes. Intente golpear a uno pero otro me empujo y caí al suelo. Sentí como comenzaron a patearme y golpearme. Mi mandíbula comenzó a tensarse y seguramente mis pupilas se dilataron. Una vez que me dejaron de golpear comencé a reír. Al mirarlos me miraban como si estuviera completamente loca, y sonreí, por que yo ya sabia que eso era verdad.

- No debieron de haber hecho eso -les dije mientras me levantaba.

Mi puño voló hasta la cara de uno. Uno de ellos me tomo por la cintura y me levanto del suelo, comencé a patalear para intentar bajarme y con eso le di dos patadas a el que estaba enfrente de mi. Con un cabezazo logre que el que tenía sus brazos alrededor de mi me bajara. Al voltear le di una patada en su entrepierna logrando que cayera.
No lo soporte y comencé a reír mientras le golpeaba el pecho. Le di un puñetazo en la cara, le arañe sus brazos, le jale el cabello, y con una piedra le golpee la cabeza haciendo que esta sangrara. Sus amigos estaban mirando horrorizados, a lo que yo comencé a reír más fuerte.
Una camioneta negra se estacionó enfrente de mi, y mi cara se puso seria. Me levante y comencé a correr. No me importaron los que me vieron golpear a los chicos, nada importaba cuando estaba en peligro de ser atrapada otra vez. Corrí hasta tropezar con una piedras. Mierda. Sentí como unos brazos me levantaban y comencé a gritar, a llorar, no sabia que hacer en ese momento. Solo quería escapar.

- ¡Ayuda! ¡Por favor, no! ¡Déjenme ser libre! -grite hasta que sentí una mano en mi boca haciendo que me callara.

- Serás libre, si vienes con nosotros -susurraron en mi oído.

Madhouse | Jerrie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora